Everything softens with time

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- ¡Atrás! - Dije y pegue ambos osos a su pecho, finalmente respiro y se sentó de un salto.

- ¡Iba directo a la luz y tú me trajiste de vuelta y aquí estoy! Me salvaste la vida- Me abrazo y le correspondí, feliz de que siguiera aquí con nosotros.

- No es nada, Lorax también me ayudo, ambos estamos contentos de que estés de vuelta con nosotros-

Lo solté lentamente y puse mi mano en su mejilla, acariciándola, me sonrió y poso su mano sobre la mía.

- ¡Y tú! Ven aquí bigotón- Agarro a Lorax y lo abrazo fuertemente.

- Tampoco es para tanto...- Se rio nerviosamente, ¿Cómo íbamos a explicarle el por qué estábamos en esa situación?

- Si es para tanto. Oigan, casi caigo por esa catarata- Se rio incrédulo y poco a poco su expresión fue cambiando, cayendo en cuenta de las circunstancias.

- ¿Cómo fue- como fue que llego al rio mi cama? - Nos miró a ambos, confundido.

- Aaah... Respecto a eso...- Me rasque la nuca, sin encontrar las palabras.

- En realidad yo... aaah... la puse en el agua- Lorax cerró los ojos con fuerza, esperando algún tipo de reprimenda.

El pelinegro lo soltó y dejo caer a Lorax, mirándolo con mala cara.

- No quería hacerte daño, solo que te fueras flotando- Se levanto del pasto, dándonos la espalda.

- Aquí todos necesitan los árboles, ¡y tú los estas talando! Entonces, tenemos un grave problema- Se dio la vuelta para mirarnos y Pipsqueak se acercó hacia él, tirando de su pantalón suavemente.

Nos miró, suavizando su mirada y respiro profundamente, - Escuchen todos, desde hoy juro que jamás volveré a talar otro árbol. Se los prometo- Levanto la mano en señal de juramento y nos sonrió, intentando tranquilizarnos.

- Gracias, pero estaré vigilándote- Sentí el alivio de Lorax tras aquellas palabras, sabía que no nos iba a fallar.

Luego de irse a buscar la cama y despedirse, me despedí de Lorax y dije que estaba cansada y necesitaba dormir. Mentira.

Me dirigí hacia mi tienda de campaña y recogí una granola que tenía en el bolso, una de las ultimas, por cierto.

Tenía hambre y nada de sueño, era relativamente temprano y tenía algunas cosas en las que pensar antes de irme a dormir.

Camine sin rumbo durante unos cuantos minutos, observando y tocando los árboles. ¿Ya mencioné lo hermoso y pacifico que era el paisaje?

Comencé a pensar en mi vida, mi reciente fracaso amoroso y el cómo había jugado conmigo.

De repente me había puesto sentimental.

Me senté al pie del árbol y abracé mis rodillas, enterrando la cabeza en los brazos.

- Tal vez solo deba regresar y continuar con mi vida normal, quizá no deba estar aquí- Susurre para mí misma, pensando en la posibilidad de irme del bosque.

- ¿Qué haces aquí? - Estaba tan sumergida en mis pensamientos que no escuche a Once-ler acercarse, hasta que hablo a mi costado y casi salto de la impresión.

- Carajo, casi me matas de un susto, deja de hacer eso- Lo mire con mala cara mientras sentía mi corazón acelerado por el susto.

- Es mi venganza por la vez en la que casi me provocas un infarto- Sonrió, orgulloso de su hazaña.

- Bueno, te lo merecías por... rascacielos- Dije la primera tontería que se me ocurrió.

- Vamos... No soy tan alto, entre tú y yo solo hay unos... que, ¿2 metros de diferencia? - Se burlo de mí y se rio, sentándose en el otro extremo del árbol, dándome la espalda.

Cafuné - OncelerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora