Insipid memories

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- ¿Por qué se te cayo la taza? - Pregunto la anciana mientras se acercaba al joven.

- No lo sé... Estaba un poco distraído- Giro hacia abajo, abriendo las palmas de sus manos y mirando sus guantes.

- ¿Distraído o... ____ te llamo la atención? - Sonrió, tomándole del pelo.

- Claro que no, no la conozco- Giro el rostro, intentando evitar el creciente rubor en sus mejillas.

- ¿No? Si tú lo dices- Rio, acariciando su cabello.

Luego de caminar un poco más regrese al bosque, me sentía mejor y pensaba que iba por buen camino.

Era poco más de medio día cuando llegue a mi carpa, me sentía bien conmigo misma y entre, organizando un poco.

- ¿____? ¿Podemos hablar por favor?

Sali y lo primero que hizo fue abrazarme, ni siquiera tuve tiempo de reaccionar.

- ¿Once-ler? - Intente apartarlo, pero su agarre era demasiado fuerte, no me quedo más que corresponder.

Su aroma me inundo la cabeza de nuevo, el olía tan bien, me deje llevar, a pesar de sus hirientes palabras no podía enojarme con él.

- ¿Dónde estabas? Estuve tan preocupado... Ayer no pude dormir por pensar en ti, por favor perdóname.

Me soltó y tomo mis manos, su mirada era la de alguien desesperado y decaído, sus ojos no brillaban igual.

- Si... Todo está perdonado, tranquilo.

- Gracias- Apoye mi mano en su mejilla y cerro sus ojos, un poco más tranquilo.

- Y perdón por irme tan de repente, fui a la ciudad a buscar trabajo, la buena noticia es que conseguí uno.

Sonreí, alejándome un poco.

- Fue por lo que dije ayer, ¿Verdad...? - Miro hacia otro lado, decaído de nuevo.

- Bueno, sí, fue por lo que dijiste.

- Si eso es lo que quieres, está bien, respetare eso. Pero quiero que sepas que tengo una sorpresa para ti. Quiero empezar desde cero contigo y hacer las cosas bien.

Se acerco, mirándome con expectación y esperanza.

- ¿Una sorpresa? ¿Para mí? - Me sorprendí.

- Ven conmigo- Me tomo de la mano y me dedico una dulce sonrisa, haciendo latir fuerte mi corazón.

Al llegar a su casa me entrego un par de guantes, parecían de agricultura.

- ¿Quieres plantar rosas conmigo?

- ¿Plantar... Rosas? ¿Me estás hablando en serio? - Sonreí.

- Si, rosas casi tan bellas como tu- Sonrió levemente, sus ojos comenzaban a brillar, veía mi reflejo en ellos.

- ¡Claro que sí! Las rosas son lo que más amo en el mundo- Salte de alegría, emocionada.

- Ouch, eso dolió, creí que a lo que más amabas en el mundo era a mi- Se agarro el pecho, haciendo gesto de dolor.

Me reí y le saqué la lengua, salí de la casa dispuesta a plantar rosas.

Nos sentamos en el piso al lado de su casa, donde había tierra húmeda.

- Bien, aquí traje las semillas y ya podemos comenzar, ¿Sabes cómo hacerlo, llaverito?

- La verdad es que no, incluso mis flores artificiales se marchitaban, por lo que podrás imaginar que tan mala soy en el tema.

Cafuné - OncelerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora