Pipsqueak se acercó a Once-ler, curioso.
- ¿Me quieres ayudar? - Lo levanto en el aire y le entrego un plato, para que recibiera los Pancakes.
Comimos sin parar hasta casi rebotar como pelotas y caer rendidos a la cama, mientras Pipsqueak sostenía el plato.
- ¿Quién quiere una novena ronda?
El oso más grande intento llamar su atención para que le diera aún más comida, era lo único en lo que pensaba.
Lorax se levantó con esfuerzo, apenas pudiendo hacerlo.
- Bueno, pásame otro.
- Esa es la actitud.
De repente la casa se comenzó a sacudir violentamente, Once-ler sostuvo el plato para evitar que se cayera, parecía haber un terremoto.
Salimos de la casa rápidamente, buscando el origen de aquella sacudida.
- Es una muchedumbre- Asombrados, nos miramos un momento con la boca abierta.
Lorax se trepo y abrazo a Once-ler, quien también lo abrazo, se miraron y continuaron mirando al frente a quienes se acercaban.
La multitud que se avecinaba comenzó a cantar el jingle que utilizaba el pelinegro para intentar vender su Thneed, no entendía nada.
A los pocos segundos, Once-ler comenzó a agitar su cabeza al ritmo de la canción, con una sonrisa en su rostro.
Lo levantaron en el aire, mientras este gritaba "¡Se abre la venta, amigos!" y nos señalaba, comenzaba a tener un mal presentimiento.
Mire a Lorax y a Pipsqueak, quien bailaba al ritmo del canto de la multitud.
Tomo un teléfono y llamo a su mamá, gritándole que su invento había sido todo un éxito y debían venir pronto, pues "serian ricos".
Luego de lo que parecieron horas la muchedumbre comenzó a esfumarse, dejando una larga lista de firmas en el cuaderno de Once-ler, firmas de personas que querían un Thneed.
No estaba nada contenta, nos había hecho a un lado y no parecía tener buenas intenciones.
Me dirigí a mi carpa, molesta y allí me quedé hasta el día siguiente.
No me busco, yo tampoco lo hice, estaba muy ocupado volviéndose rico.
Sali de mi carpa y me estire, no sabía si ir a casa del pelinegro como todas las mañanas o esperar a ver qué pasaba.
A lo lejos lo vi salir de su casa, parecía esperar a alguien.
El suelo se sacudió de nuevo y una gran casa rodante emergió de entre los árboles, causando un gran escándalo con su bocina.
Me acerque de prisa hacia el pelinegro y Lorax, mientras el carro se estacionaba justo al lado de la casa del poste.
Se habían llevado por delante a un pequeño pececito, los osos se acercaron, curiosos, y la puerta comenzó a abrirse.
Del interior emergió una "señora" robusta, mientras decía lo horrible que era el panorama.
- ¡Hey, hey! Tía Griselda- Saludo, alegre y detrás de ella bajaron dos chicos que parecían tener la misma edad que Once-ler.
Tomaron un oso que estaba cerca y lo lanzaron, como si fuera una pelota.
- ¡Hey! ¿Qué creen que hacen? - Molesta, me acerque a uno de ellos y me miro con una sonrisa en el rostro.
- ¿Y esta belleza? Un gusto, Fred- Se acerco demasiado y Once-ler nos separó, con una expresión molesta en su rostro.
- Espacio personal, gracias, Fred- Me tomo de la mano y me alejo de él, llevándome donde estaba Lorax.
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Cafuné - Onceler
Fanfiction- ¿Acaso sabes todo lo que hice por ti? ¿Sabes todo lo que me humille por ti? Por amarte. Por pensar que lo que hacía lo hacía bien si estabas a mi lado. Pero ahora solo veo que eres un monstruo. "Dame una buena razón para amarte, magnate" Pueden en...