Capítulo 20

510 57 6
                                    

Nota: Depende de lo que vea el curso de esta historia, Mi historia.

—Venga, Pepi. Que ya terminé, no me tienes que seguir gruñendo como el chihuahua de mi abuela.

—¿Sigues molestando a Pedri, Ferran?—preguntó Ansu entrando con un bowl de comida y los frascos de la medicina, que ojeaba a veces de manera dubiosa, temiendo que Emi lo haya mentido.

Ansu no quería pensar así, pero se le seguía haciaendo inevitable.

—Noooo~—ronroneó Ferran mientras guardaba todo en el botiquín, levantándose para dejarlo sobre la mesa—. Que mal piensas de mí, Ansu baby.

El aludido puso los ojos en blanco mientras que esperaba a que Pedri se incorporase y dejarle el bowl en la mano. Después abrió uno de los frascos y se lo encasquetó al mayor quién ya estaba haciendo una mueca al saber de lo que se trataba.

—Échatelo atrás como si fuera un chupito, anda—le dijo Ansu con una sonrisa burlona que se hacía aún más grande cuando el isleño lo hizo y su expresión le hizo estallar a él y a Ferran en una suave risa.

Se sentía bien volver a tener su amigo con ellos.

Dejaron a Pedri tranquilo mientras comía, tratando de entretenerse de alguna manera hasta que el joven terminaba de comer. El bowl acabó siendo limpiado de una antes de que Ansu y Ferran le ayudasen a acomodarse en la cama y subirle la manta hasta el cuello, sabiendo perfectamente de la fiebre que habitualmente le invade al joven alfa.

—Duerme un poquito, Pepi. Nosotros estaremos justo al lado por si nos buscas—le aseguró Ferran, quién le regaló una sonrisa a Pedri quién apenas podía mantener los ojos abiertos ya, antes de retirarse de la habitación.

El valenciano se dejó caer al lado de Ansu en el sofá en el que el menor ya se había instalado, dejando descansar su cabeza sobre el hombro del otro.

—Necesitamos vacaciones, Ansu.

—Y mínimo un año de terapia.

Después de la conversación con Emiliano, Gavi se sintió más tranquilo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Después de la conversación con Emiliano, Gavi se sintió más tranquilo.

Fue en busca de Pedri, tenía muchas cosas que preguntar, vio a Ferran lavando algo en la cocina y a Ansu sentado cerca de la ventana.

Iba a ir directamente donde estaba Pedri, pero aún en contra de su "lobo" fue con Ansu.

-Ansu, yo...-con un suspiro le paso la mano.-Lamento lo de hace rato, yo no quería, es que...

-Lo sé, Pablito, Pedri también tuvo la misma reacción.-Mentiría, pero Ansu no quería mortificarlo más.- Todo está bien, no creas que te vas a deshacer de mi por un simple gruñidito.-Ansu tomo su mano dándole un apretón amistoso.

-Ve con él, esta descansando tú también lo necesitas.

Gavi sonrió y se adentró a la pequeña habitación.

Vio dormir de forma tranquila al Alfa, se subió y gateo hasta acostarse y pasar sus brazos por encima de su torso, acomodó su rostro en su cuello y respiro profundo.

Ansu y Ferran están en la cocina, y Emiliano acababa de entrar con más leña, cuando un agudo grito los sorprendió.

-¡Aag! ¡¿Por qué me muerdes?!

Pedri estaba durmiendo profundamente, tanto que no se había dado cuenta de la presencia del omega hasta que un dolor agudo lo atravesó e hizo chillar del susto.

El mayor miró a Gavi con grandes ojos, claramente asustado y con el corazón acelerado. Pero se le pasó enseguida cuando su lindo aroma llegó hacia el, abrazandolo al igual que Gavi los estaba haciendo.

—¿Qué te pasa? ¿Te crees un chihuahua ahora?—murmuró algo indignado y somnoliento mientras envolvía al sevillano en sus brazos y lo apretaba más contra su cuerpo, disfrutando de tenerlo tan cerca.

Un dolor de cabeza sordo se había hecho presente y su cuerpo se sentía realmente pesado, casi lo mismo que la última vez que había vuelto del bosque pero esta vez con mucha más intensidad.

-Me gusta tu olor... Pedri ¿qué soy para ti?-Decidió ya no dar vueltas, Emiliano dijo que Pedri sentía lo mismo, luego se encargará de saber lo de Robert, una cosa a la vez.

Ferran y Pedri parecían una hermosa pareja.

Ansu le decía que Pedri lo necesitaba.

Su lobo le decía que era su Alfa.

Pero Pedri no ha dicho nada, necesitaba esa respuesta de su boca.

La manera intensa en la que le miraba Gavi le hacia estremecer. Su corazón comenzó a bombear como loco al perderse en sus ojitos de cachorro que lo traían locos desde el primer día.

—Yo... Esto...—su lobo le ladraba molesto de lo cobarde que era para decir lo que se debía decir desde el comienzo.

Con un suspiro se removió un poco, haciendo una mueca cuando diversos puntos en su cuerpo comenzaban a protestar.

Volvió a mirar a Gavi.

Me gusta tu olor.

Era como el mayor cumplido que había recibido y no sabía por qué, pero su lobo estaba feliz y dicha felicidad lo contagiaba al punto de un sonrojo cuando comenzó a sobrepensarlo.

Eres mío, cachorro. Eres nuestro omega. —salió de sus labios en una voz extraña pero tan hipnótica, la voz de su alfa.

-¿Tuyo? ¿Tuyo como qué?-Gavi negó con la cabeza, no era esa la respuesta que buscaba, así que se sentó en la cama, viendo como el otro con un par de muecas también lo hacía.

-¿Soy tuyo como lo es Ferran? Él también es tu omega... ¿No?

No, el humano no es su omega, nosotros somos su omega.

Reclama a nuestros Alfas.

Gavi por una vez, no trató de callar a la voz, se acercó a Pedri de forma lenta, si el otro quiere puede retroceder y Gavi estará bien con eso.

Pero no retrocede.

-Sí soy tuyo... ¿Tú también eres mío? - Corto la brecha y unió sus labios.

Su lobo se regocijo...

Esto era casi lo correcto

Pedri se quedó helado, totalmente embobado por el omega ante suyo y las palabras acarameladas que abandonaban su boca de fresa.

El alfa liberó sus feromonas contentas y claramente ante la fuerte impresión que le causaba el sevillano.

Cuando los suaves labios de Gavi hicieron contacto con los suyos un suave lloriqueo se hizo presente en su pecho. Su lobo y él lloraban, lloraban porqué finalmente habían encontrado su otra mitad después de lo que parecía una eternidad.

Pedri movía sus labios con claro entusiasmo, la adrenalina invadiendo su cuerpo, llevándolo otra vez al séptimo cielo.

Estaba a punto de tirar del omega para se acercase a él cuando escuchó alguien aclararse la garganta.

Se separó de golpe, con expresión asustada, como un niño acabó siendo pillado haciendo alguna travesura.

En el marco de la puerta estaba Ferran con los brazos cruzados y una ceja levantada.

—¿A esto hoy en día se le llama descansar?

Alpha Beta Omega Donde viven las historias. Descúbrelo ahora