Capítulo 12

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Pedri se dejó mimar aunque no pudo negar que tenía ganas de morderle la mano al contrario por tal humillación. No quiso admitir que la gustaba ser mimado de esta manera. Tal vez su lobo si tuvo una buena idea al no querer asustar más al joven, así que se dejó llevar hasta que hizo ademanes de irse, cosa que obviamente impidió.

Cuando Gavi le quiso llevar la contrario soltó un gruñido, recordando que después de todo no era un chucho sino un lobo que prácticamente le llegaba hasta la cintura al sevillano.

Por un momento incluso llegó a considerar a tirarse encima del castaño, tumbarlo, y mantener su peso encima de el hasta que llegue el amanecer.

No dejaría que Gavi se fuera otra vez con aquellos estúpidos cazadores, menos en un bosque lleno de peligros y con la pierna herida.

Meneó la cola y echó ligeramente las orejitas atrás en señal de desaprobación.

-¿Qué? No me mires así, no puedo dejar a Emiliano, él...él es importante para mi.

Iba a retomar su carrera, pero sintió un jalón más fuerte y tuvo que contenerse para no soltar un grito por el dolor.

-¡Pedri! Aahg e-eso dolió maldito animal loco.-El lobo solto un gruñido y lo cubrió por completo.

-E-Espera ¿Qué haces? ¡No! Yo debo ir por Emi, levántate ¡Pedro! -Era inútil, el lobo hizo caso omiso a sus palabras y se quedó encima suyo.

Las horas pasaban y llegó un punto en el que el dolor, cansancio y el cálido y suave pelaje lo vencieron, cayó profundamente dormido.

Entre sueños dejo de sentir el pelaje, pero en cambio sintió como unos brazos se aferraban a él y la calidez era la misma.

Sintió culpa por su amigo, pero no había nada que pudiera hacer, menos en su estado.

-Emi...

Era honesto consigo mismo si decía que aquel comentario dolió. ¿Cómo podía Gavi ir detrás de alguien quién solo tenía pura maldad en la sangre?

No lo entendía, pero tampoco es que le importaba mucho, no cuando su alfa prácticamente reclamaba al joven muchacho en frente de él.

Por lo que dejó vía libre a sus instintos, derribando al castaño con un golpe seco. Se disculpó por el dolor causado lambuceando su mejilla, ignorando la cara de asco que le ponía y las innumerables quejas.

¿Por qué tenía que repetir tantas veces el nombre de Emiliano? ¿Acaso era tonto?

Pedri estaba contento cuando las horas pasaban y el chico debajo de suyo dejó de luchar, aceptando su destino. Más de una vez su lobo trataba de consolar a su cachorro dándole mimos, restregando su hocico en contra su cuello o lamiendo su pelo. Se encontraba totalmente ensimismado por su aroma, que aunque era tenue le hacía agua la boca al mayor.

En un punto de la noche también logró encontrar la calma, quedándose dormido entre los suaves sonidos nocturnos del bosque que habían vuelto hace no mucho y la suave respiración del chico. Se sentía en paz, algo que la última vez sintió allá por su isla junto a su manada.

 Se sentía en paz, algo que la última vez sintió allá por su isla junto a su manada

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