■15.

8 1 0
                                    

Amanecí con una sonrisa que no se me podía quitar hasta con la peor de las tragedias.

En cuanto mi padre se despidió de mí en el umbral de la puerta para ir a su trabajo, la dicha me recorría el cuerpo a grandes escalas, como si fuese la única emoción existente en mi vida.

Como era sábado y no había clases, ese día estaba destinado a compartirlo con Min YoonGi.

Me preparé minuciosamente, incluso hice las tareas de la casa más rápido que en otras ocasiones. Mientras tanto, esperé paciente su llegada en mi habitación.

No llevaba un conjunto que me hiciera sentir incómodo, al contrario, me puse ropa casual y suelta, como una camisa blanca de manga corta y unos pantalones de mezclilla oscura que combiné con unas botas de montaña que me había regalado mi padre hace ya años. En lo que miraba mi atuendo en el espejo del baño, sentía que algo faltaba. No sabía si era mi cabello que ya le hacía falta un corte o la cero presencia de accesorios.

No me consideraba una persona tan vanidosa, pues intentaba cuidar mi imágen y no llamar tanto la atención. Además de que era considerado un pecado, siempre me regía por mis convicciones en lo que estaba mal y lo que estaba bien. Soy consciente de que vivo en una sociedad donde la imágen física y el atractivo son los mayores factores de convivencia entre humanos, pues se les descriminaba a las minorías por no encajar en aquellos “estándares”.

Más sin embargo, nunca he vivido de privilegios y adquisiciones en cuanto a ropa y cosas de lujo o lo que comúnmente es estar a la moda. Me acepto tal y como soy, pero a veces llega esa duda por querer experimentar lo que los demás sienten al llevar todas esas cosas superficiales encima.

Pero una vez más me miro al espejo y me digo que no hay nada mal en mí, que así soy y así tal vez muera.

Mordiéndome internamente el labio, decido llevarme una chaqueta con cierre color gris para intentar cubrir la inseguridad que me atraviesa en ese instante.

“¿Y si a YoonGi no le gusta como voy vestido?”.

Pero me replanteo la pregunta.

“¿Desde cuándo me importa tanto su opinión de como voy vestido?”.

Me quedo en blanco al pensar que le estoy dando muchas vueltas al asunto, que sólo es ropa y no tendría porqué tener un gran impacto en mi vida. Arregló mi cabello por una última vez dejándolo en diferentes direcciones totalmente desenfadado y pongo un poco de mi loción detrás de mis orejas y en el cuello. A pesar de que mi mente quiera engañarme y hacerme creer que me veo mal, me digo que todo saldrá bien y que no hay nada por lo que preocuparse.

Justo cuando estoy saliendo del baño, tocan la entrada de la casa. No tardo mucho en abrir la puerta y darme cuenta que era YoonGi quien estaba del otro lado.

Reprimi la gran sonrisa que quería mostrarle, pero mi corazón en cambio latió frenéticamente.

Ese día YoonGi lucía muy guapo, o bueno, lo era en todos sus días.

“¿Por qué tengo estos pensamientos sobre él?”.

–Hey, ¿qué tal? –saludó.

Me dije que estaba enloqueciendo, ya que desde el día que lo conocí no dejaba de tener esos pensamientos extraños, y a pesar de haberlos aceptado ya como algo normal, sabía que no era precisamente algo común entre hombres pensar que otro de su mismo sexo era atractivo.

Y el miedo recorrió mi cuerpo dejándome paralizado.

«... se enteró de que su hijo es homosexual. ¿Puedes creerlo? ¡Pobre de mi colega, ha creado una aberración! Espero que a su hijo lo tengan aislado. Escuché que era contagioso.»

SI FUERAS LIBRE... ||YoonMin|| +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora