Mi corazón estaba palpitando en un frenesí cuando mi padre había preguntado cómo estuvo todo en el servicio.
No le mentí, no ganaba nada con decirle mentiras, al menos no en esta ocasión. Le fui tan honesto que su semblante inmutable me hizo temblar al menos en un par de ocasiones, pero pude manejarlo mejor de lo esperado.
El único sonido que nos acompañaba esa noche eran el de los palillos chocar contra las cerámicas de los platos y nuestros vasos en la mesa.
Aún me encontraba nervioso porque me preguntara porqué había llegado tarde de nuevo, pero cuando se acordó de que ese día empezaba mi servicio comunitario, no tuvo de otra más que escucharme y guardar silencio como la mayoría de las veces.
–¿Y te trataron bien? ¿Aceptaron la palabra de nuestro señor? –cuestionó.
Se llevó un pimiento a la boca en lo que yo respondía.
–Me trataron bien, padre. Fueron muy amables, pero justamente mañana iniciaremos con las oraciones... Hoy sólo fue la presentación –contesté.
–Me da gusto, espero que a la señora Chang no se le olvide lo que puedas decirle –dictaminó.
–Eso deseo, padre. De todo corazón.
Apacible como siempre, terminó de comer y se levantó a dejar los platos sucios en la losa. Esta vez no hubo un cigarro al final pero si una cerveza recién salida del refrigerador. Curioso, miré todos sus pasos.
–Pensé que había dejado de tomar, padre.
Sorbió un gran trago antes de formar una mueca y sacudir la lata en el aire mientras la enseñaba.
–Uno vuelve a los viejos hábitos... Pero tranquilo, sólo son un par de cervezas –se me quedó viendo haciéndome sentir intranquilo de repente. Tragué saliva cuando se acercó a la mesa y bajó su voz–. ¿Quieres una, JiMin? ¿No te da curiosidad saber su sabor?
Parpadeé totalmente absorto. No sabía que se traía mi padre entre manos, pero él nunca fue así conmigo. Es la primera vez que me preguntaba si quería probar de algo. La primera vez que me estaba dando su permiso en cosas que a él le parecían dañinas para mí. Viendo su sonrisa inquietante a mis ojos, negué poniéndome de pie para llevar los platos a la losa.
–Lo siento padre, no puedo aceptarlo –dije.
Sonrío orgulloso de mi respuesta y me palmeó el hombro con sumo cariño.
–Te he enseñado bien, hijo. Sigue así.
Y se marchó escaleras arriba. Me permití respirar con normalidad cuando me di cuenta que no estaba llevando suficiente oxígeno a mis pulmones. Todo este tiempo me había puesto a prueba, me había hecho tentar ante algo que no me gustaba; y aquello me había enojado.
Pero como siempre, me callé mis pesares y me relajé yendo directo a mi habitación para poder descansar.
Mi mente rapidamente ignoró lo de hace momentos cuando vi a través de mi ventanal a YoonGi en su balcón escuchando música con sus audífonos. Feliz, fui a cerrar la puerta de mi habitación, y con cuidado, abrí el ventanal para salir al balcón. YoonGi me vio salir y sonrió medianamente, pero antes de siquiera hablarme, su abuela le había llamado desde adentro pidiendo su ayuda. Mi semblante cayó a uno comprensible y le dejé que se fuera.
No obstante, comenzó a escribir algo en una libreta que traía consigo. Al terminar, arrancó la hoja, la hizo en una bola y me la lanzó. Con torpes manos, intenté atraparla, pero la bola de papal impactó en el suelo de mi balcón. La junté del suelo y la desdoblé cuidadosamente para que no se rompiera. Era un mensaje muy corto:
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SI FUERAS LIBRE... ||YoonMin|| +18
Hayran KurguPerder a su madre fue un dolor grande para JiMin, pero vivir bajo el yugo de su padre de ahora en adelante, le harán atravesar muchos obstáculos, como enamorarse de quien menos pensó, por ejemplo. Su vida cambió rotundamente cuando había llegado el...