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Los días después de ello fueron como un calvario para mí. No llegaba a entenderme a la perfección cuando me veía buscando con la mirada inquieta a Min YoonGi por las áreas del instituto.

Sé que se escabulle por allí según palabras de TaeHyung, pero eso no fue suficiente para saber que tampoco se encontraba en sus sitios habituales. Y por más que traté de convencerme de que era genuina preocupación de amigo, sabía que muy dentro de mí algo estaba errando. Porque por más que quisiera YoonGi no me consideraba su amigo, al menos no todavía.

También tenía esta necesidad por acercarme a TaeHyung cuando le veía de lejos, pero seguía sin estar tan seguro de las aguas calmadas que había entre los dos.

Debía de hacer algo pronto antes de alejarme de mi único y verdadero amigo.

Mi padre incluso me encontraba algo ansioso cuando comíamos, no dejaba de preguntar si todo estaba bien y por más que me costara decirle la verdad, mentirle se estaba convirtiendo en mi arma predilecta con él. Sólo le dije que probablemente me enfermaría, por lo que no quiso preguntar más diciendo que me llevaría a un doctor en caso de que lo que tuviera empeoraría.

Todo bien hasta ahí, pero las cosas comenzaron a tornarse tan distintas que ya no podía diferenciar entre la monotonía y el aburrimiento.

Para apaciguar un poco mi mente, leí mi biblia, aquella que me fue obsequiada cuando terminé mi servicio de monaguillo en mi antigua ciudad. Mientras leía, no pude evitar que mi mirada fuera a la mancha marrón claro que había en mi mano, por fin se estaba yendo de mi piel provocando que se me revolviera el interior de desconcertantes recuerdos.

Justo cuando toqué el manchón, alguien tocaba el ventanal de mi habitación. Exaltado y con el corazón a media garganta salí disparado de la cama para ver quién era, pero como siempre él estaba ahí. No tenía porqué sorprenderme, aunque sí lo consiguió.

YoonGi estaba tan serio que me descolocó su actuar, pero su mirada profunda me escaneó y le vi sonreír medianamente. Agradecía que a estas horas no estuviera mi padre en la casa.

Abrí el ventanal y lo dejé entrar, YoonGi ni siquiera necesitó mi permiso para hacerlo pues entró tan campante que eso me irritó. A veces olvidaba que era tan irrespetuoso y de pocos modales, pero no rayaba en lo demencial.

–¿Qué haces aquí? Puedes meterme en problemas con mi padre –le recriminé.

YoonGi volvió a burlarse, eso sólo ocasionando que mi pecho se sintiera presionado.

–El coche de tu padre no está en casa, así que intuyo que salió –se encogió de hombros restandole importancia–. Pero si quieres me voy.

–¡No, no, no! Está bien... –dije alterado, sacudí mis manos en el proceso intentando que se deshiciera de la idea. Se quedó parado donde mismo y respiré de alivio–. Está bien si te quedas.

Asintió viendo mi habitación, lo que ciertamente me pareció curioso. Observaba todo con detenimiento como si quisiera grabarse cada detalle. A diferencia de TaeHyung, YoonGi no estaba familiarizado con nada de esta casa a pesar de vivir justo a lado de ella.

–¿Por qué no fuiste al instituto todos estos días? –indagué curioso.

Ese día hacía un calor infernal, llevaba un short de lana gris y una camisa blanca suelta, a comparación de YoonGi que parecía no afectarle llevar una camisa negra de manga larga, unos vaqueros desgastados y unas botas de senderismo. Yo en esas instancias tendría un golpe de calor.

–Fui con mi abuela a ver a mis tías –cuando terminó de ver todo, se sentó en mi cama recargando sus manos detrás de su espalda, una postura tan desenfadada para decirme que le gustaba quedarse ahí–. ¿Qué hiciste tú?

SI FUERAS LIBRE... ||YoonMin|| +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora