Capítulo 23

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Tenían casi un mes viviendo al norte de Italia. Los cambios en Alessandra eran notorios y eso la hacía sentir relajada. Dejó de tomar las pastillas para dormir, sus pesadillas se detuvieron y sí, también aumentó de peso. Los vecinos eran personas jóvenes con hijos y eran muy amables con ellos. La mayoría creía que eran una pareja de recién casados y a ninguno le molestaba ese trato que le daban.

Llevaban una vida normal y aburrida. Alessandra vagamente pensaba en su pasado, pero siempre le venía a la mente su bebé. Ella no había tenido noticias sobre la organización, su hermano o Andrea. En cambio, Dereck, no paraba de informar sobre ella a Fabrizio. Andrea no quería hablar, así que Alessandro estaba por asesinarlo. El mayor de los De Santis, había acabado con todas las personas que apoyaban a Andrea y cada día le llevaba una muestra a su padre, para que viera lo solo que estaba.

Dereck estaba siendo presionado por sus jefes y ya no sabía que más hacer para posponer la reunión. El tiempo se agotaba y por primera vez en muchos años, tuvo un leve temor a morir. Si él lo hacía, Alessandra iba a quedar sola.

—Iré al lado de las verduras. Trata de conseguir el vino... Creo que nos hemos convertido en adictos a eso —le señaló al final del pasillo.

—Creo que hacemos muchas cenas con nuestros vecinos —besó su mejilla—. Ve por las verduras mientras yo me leo las etiquetas del vino.

Se separaron y él se fue con el carrito de mercado. Estaba feliz, vivía y comía bien. No era muy bueno durmiendo al inicio, pero al ver que estaban a salvo, Dereck pudo relajarse. Tomó la primera botella de vino y empezó a leer la etiqueta.

—Te sienta bien la vida en pareja, Collins —suspiró, ante el dueño de esa voz.

Lo habían encontrado.

—Solo hago mi trabajo, aunque no lo parezca —siguió como si nada, para no levantar sospechas.

—Nuestro jefe no va a estar muy contento por esto. Estás haciendo el trabajo en la mafia, más no el que se asignó —lo corrigió, Dereck tomó otro vino y lo ignoró—. Creo que me haré paso en la vida de tu protegida...

Dejó las botellas y lo enfrentó.

—Ella no es un juego. Mi trabajo es informar al jefe, no a ti. Si tú viniste a amenazarme o hacer uno de tus juegos, estás muy equivocado. El jefe sabe cada paso que doy y lo que él necesita se lo doy. No soy un imbécil que se deja quitar el trabajo por no saber hacerlo —miró hacia donde estaba Alessandra, ella estaba comparando unas papas.

—El jefe no confía en ti y por esa razón estoy aquí —se dió cuenta de que estaba siendo ignorado—. Tu misión no es enamorarte de quien infringe la ley, Collins. Dame toda la información y yo...

—No te puedes hacer cargo. No puedes entrar a reemplazarme y mucho menos harás mi trabajo. El jefe tiene todo ahora. ¿Qué haces aquí? —le preguntó cuando lo volvió a mirar.

—Vine porque le estoy siguiendo los pasos a Antonella. El jefe si confía en ti, solo era yo tratando de...

—¿Ella está aquí? Yo le envíe todo lo que tengo al jefe —mintió, solo entregó todo lo que no metía en problemas a Alessandra, Fabrizio y Alessandro.

—Quiere encontrar a Alessandra. Soy su guardaespaldas temporal y bueno, me enteré de que la estaba buscando —le entregó un pendrive—. Ahí está todo. No sé cómo reaccionará su prometido, pero eso es lo que hay.

—Vete y no digas una palabra sobre esto. Alessandra viene y si tú quieres seguir viviendo, deja que ellos se encarguen de todo —le recomendó.

—Y tú salte de aquí —le dijo y señaló otro vino—. Este es muy bueno. A mi esposa le encanta, pueden usarlo en comidas y como bebidas también.

Ella los miró a los dos, pero no pudo leer algo sobre ellos.

—¿Interrumpo algo?

—Recomendación de vinos. Le comentaba como le gustaba a mi esposa darles uso —ella alzó una ceja, ante esa respuesta.

—Nunca lo he probado —murmuró y miró dos botellas de vino.

Estaba su naturaleza desconfiar y eso fue lo que hizo al mirarlos desde lejos.

—Fue agradable intercambiar vinos. Hasta luego —se despidió de ellos.

—Es sospechoso...

—No lo es, Alessa. Solo hablamos de vinos y la esposa que quiere más gatos —miró sus manos vacías—. ¿Qué pasó con lo que ibas a comprar?

—Pensé que tendríamos que salir corriendo del supermercado. Las he dejado escondida para que nadie las tome y así poder regresar a ellas cuando la situación cambie —se excusó la castaña.

—Yo ya tengo los vinos y nuestra situación no corre peligro. Así que vamos por eso que tienes escondido en quién sabe qué lugar, Alessa —bromeó, haciéndola reír.

—¿Sabes algo sobre lo que pasa en Sicilia? Sé qué nadie me llama para decirme "hola", y eso a la vez es bueno, pero no sé... Siento que me están ocultando más cosas de las que deberían —se quejó a su lado.

—No sé nada tampoco. No me han llamado y cuando pregunté por la situación por allá, solo dijeron que todo estaba en orden —recordó a la persona que se había ido hace un momento y le mandó un mensaje de texto.

—Bueno, a veces es mejor pasar de ignorante. He podido tener un poco de calma por estar fuera de ellos. Me recuerda a mi vida en Berlín —sonrió y le mostró todo lo que había ocultado.

Dereck la miró y siguieron haciendo las compras pendientes. Una media hora después, cuando estaban por pagar la cuenta de las cosas del supermercado, recibió la respuesta sobre su pregunta.

»Revisa el pendrive. Ahí encontrarás toda la información del paradero de Thomas.«

Su corazón dió un latido de susto y miró la sonrisa de Alessandra. Si en ese pendrive está la ubicación exacta de Thomas, ella volvería a llorar y probablemente, a él lo sacaría de su vida, pero no podía hacer nada.

Había prometido devolver a Thomas, pasara lo que pasara.

Contrato con la Mafia #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora