XII- La Virgen del Mafioso.

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Llegó San Valentín y con ello, una noticia que Aysel no se esperaba. Ella había sido buscaba por su hermano en el hospital para ir a cenar. Le pareció extraño que fueran a comer tan tarde por la noche, pero simplemente lo dejó pasar.

Ella estaba vestida con un pantalón de vestir blanco, zapatos altos de punta, color beige y una camisa de seda rosada. Su cabello estaba suelto y había dejado de esconder el color de sus ojos. Estaba agotada, pero jamás se vestía mal.

Aysel era una mujer elegante y hermosa.

—¿Qué estás tramando, Emir? —le preguntó, cuando su hermano cubrió sus ojos con una venda.

—Debes confiar más, mocosa —bromeó con ella y la llevó adentro del restaurante.

Todo había sido preparado con dedicación y cuidado. Fabrizio la vió entrar y no pudo estar más feliz de verla. Era la mujer más bella del mundo.

Incluso, más bella que las mujeres que había en su vida.

Cuando a Aysel su hermano le quitó la venda de sus ojos, encontró a Fabrizio arrodillado con un anillo en una caja de terciopelo rojo.

—No... —ella se tapó la boca y las lágrimas se acumularon en sus ojos.

—Sé qué nosotros hablamos de esperar a que lograra mi venganza, pero necesito tenerte cerca. No soy un hombre amoroso, puedo ser cruel y despiadado, no me enojo con facilidad y me gusta que se haga mi voluntad, pero contigo todo se va a la mierda y termino cayendo en picada por ti. Me manejas a tu antojo y mi vida te pertenece desde el momento en que te vi —miró como Aysel solo negaba con la cabeza.

—Camina, Aysel —la empujó su hermano para acercarla más.

—Vuelve a hacer eso y te quedas sin manos —amenazó a Emir, y volvió a hablarle a ella—. Quiero estar contigo. Me gustas por las mañanas cuando te veo enojada porque amaneció, pero me encantas por las tardes cuando te veo vagamente trabajando en el hospital. Por las noches no sé cómo eres porque llego cuando estás dormida. Pero no me importa, quiero verte en todas tus facetas y que gobiernes el mundo conmigo.

—Yo no soy mafiosa... Solo soy una doctora que...

—Debes salvarme ahora, Aysel. Me duele la rodilla y a esta edad un hueso ya no se cura —ambos se rieron—. Ti prego, fammi l'onore di sposarmi. Ti amo ogni ora di ogni giorno. Sei il mio amore e la regina del mio universo.

*Por favor, hazme el honor de casarte conmigo. Te amo cada hora de cada día. Eres mi amor y la reina de mi universo.*

—¿Buscaste en internet en donde ser romántico? —Aysel estaba llena de lágrimas.

—Leí unas novelas que tenías en tu departamento —respondió—. ¿Quieres?

—Evet —y asintió muchas veces.

Fabrizio le puso el anillo, se levantó y la abrazó con fuerza. Ella lloró de alegría y amor. No sabía que tanto sentía por él, hasta que finalmente lo aceptó.

—El mejor sí que me has dicho —besó su sien—. Emir, tú dices algo sobre esto y te consideras hombre muerto.

Los hermanos se rieron, pero Emir se sintió satisfecho al ver a su amada hermana feliz. Se salió del restaurante y les dió espacio.

—Seni seviyorum, Fabrizio —le confesó por primera vez Aysel.

*Te amo, Fabrizio.*

—Anch'io ti amo, Aysel.

*También te amo, Aysel.*

Ambos se metieron en su burbuja de amor y cenaron a la luz de la luna. Era el mejor San Valentín para Aysel porque era la primera vez que tenía novio formal y ahora, un prometido. Fabrizio le explicó sobre su anillo de compromiso. Era un anillo valorado en más de 300 millones de euros. Era el Pink Star Diamond. Un diamante raro de 59,60K, extraído de Sudáfrica.

Era el segundo anillo, ya que el primero fue comprado en una subasta en Hong Kong.

Así de valiosa era Aysel para Fabrizio.

***

Ella estuvo hablando casi todo el día con Emma y Dereck sobre lo emocionada que estaba sobre su boda. A Dereck le comentó que le hubiese gustado que su madre estuviera viva para verla ser feliz. Quería algo sencillo a pesar de que el anillo era tan costoso. Fabrizio estaría encantado de hacer algo pequeño también. Solo necesitaba a la gente del Sacerdocio, de la organización y unas cuantas personas cercanas a las mujeres, del resto, sería como Aysel deseara.

El día para los dos pasó relativamente rápido. Ella tuvo poco trabajo y pudo ver algunas cosas para su boda. Aunque no sabía cuándo sería, quería tener algo adelantado para cuando llegara el momento.

—Nos vemos en la mañana, chicos —se despidió de sus compañeros de trabajo.

Salió del hospital y fue a la cafetería como de costumbre a esperar el mensaje de sus guardaespaldas. Pidió los respectivos cafés para todos y unas galletas bañadas de chocolate blanco.

—Me encantaría tener una jefa como tú, Aysel —le dijo la cajera.

—Soy gruñona sin mi café de las tardes —se burló.

La chica le sonrió y le entregó su pedido. Aysel los tomó y recibió el mensaje de su guardaespaldas.

—Nos vemos el lunes, Sarah —se despidió. Era una chica pelirroja que parecía muy delgada para su gusto.

Su madre la hubiese alimentado hasta reventar.

Sonrío ante ese recuerdo y caminó en busca del estacionamiento de siempre. Al llegar, sintió que algo estaba mal. Aunque Marco y Polo se comunicaron con ella, no los vió por ningún lado.

—Hola, Aysel —ella se giró al escuchar a alguien hablarle desde atrás.

—¿Quién eres y como sabes mi nombre? —lo miró con confusión.

—Al parecer tu novio no te habló de nosotros —se burló, el hombre tenía un acento que nunca había escuchado antes—. Vamos a ver...

—¿De qué estás hablando? —miró hacia los lados y se dió cuenta de que estaba completamente rodeada.

Tenía que ser una broma.

¿En dónde estaban los guardaespaldas?

—¿Alguna vez escuchaste la hermosa historia de la hermana bastarda de tu novio? —Aysel abrió los ojos con sorpresa—. Por supuesto que la escuchaste. Me llamo Ledri y soy el enemigo de tu hombre.

La sonrisa que le dió la hizo helar, los hombres la tomaron por sus brazos con fuerza. Las cosas que tenía cayeron al suelo, siendo lo único que se escuchaba en el estacionamiento.

—¿Qué tengo que ver yo con esto? —le preguntó asustada.

—Porque quiero ver a ese bastardo rogar por su vida o por la tuya —se acercó a ella—. Quiero destruir a la Cosa Nostra y por ti voy a empezar.

La abofeteó, partiendo su boca. Aysel le sonrió, aunque su boca dolía.

—Fabrizio te hará pedazos. A ti y a toda su estúpida banda de insectos. Ninguno de ustedes son lo suficientemente buenos para enfrentarse a la Cosa Nostra. Voy a disfrutar verlos sufrir en manos del bastardo que les arrancará hasta el último pelo de su cuerpo —espetó con odio.

Aysel sabía que moriría por su boca, pero jamás perdería la oportunidad de enfrentar a quien pudiera.

—Entonces te mataré frente a él para que veas que no tiene grandeza —la golpeó nuevamente, pero está vez fue con su arma, dejándola inconsciente.

Iba a matarla, mandarla por pedacitos hasta la puerta del mafioso y ver cómo rogaba por el cuerpo sin vida de esa mujer.

Aysel había sido secuestrada por los albaneses que tanto había buscado Fabrizio.

Y estaban por despertar al hombre que con sudor, se ganó su puesto como el Capo di tutti capi.

Contrato con la Mafia #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora