Capítulo 30

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Alessandra tenía cinco horas en una base militar, rodeada de mucha gente uniformada. Su hermano estaba siendo interrogado sin ni siquiera dejarle tener un abogado.

Para empezar, el abogado era Fabrizio, y para terminar, estaba hablando con alguien importante en la policía.

Ella pidió que le permitieran ver a Antonella, quería saber por qué estaba acusando a Alessandro. Sabía que él era el culpable, pero jamás imaginó que abriría la boca. Tampoco había visto a Dereck y sí, ella tuvo la oportunidad de pensar en lo que le propuso, pero hacerlo renunciar a su vida y meterlo a la mafia... No era algo que le agradaba.

Ella no tenía más rencores, las personas que la lastimaron ya no estaban. El amor de su hermano había regresado y su Thomas estaba con ella, pero no metería a alguien que parecía feliz con lo que hacía.

Entró al lugar en donde estaban las celdas y vió a Antonella sentada en el suelo meditando.

—Apareció la zorra menor. Eso quiere decir que Alessandro está preso —se burló—. Me doy por satisfecha.

Alessandra sonrió, logrando que ella se enojara.

—Me alegra verte, Antonella. Te preguntara que tal estás, pero creo que eso sería muy cruel de mi parte —miró hacia los lados—. ¿Por qué decidiste involucrar a mi hermano en algo que no hizo?

—¡Claro que tiene que estar involucrado! ¡Él me metió en esto! Asesinó a mi padre... Me dió el supermercado... Me dió su dinero... ¡Por supuesto que yo soy inocente! —gritaba la verdad.

Alessandra asintió, pero tenía un encargo por parte de Fabrizio. Serían dos, pero uno era más sencillo que el otro.

—Mi hermano no asesinó a tu padre. Lo echó de la mansión el día de la fiesta. Tú le robaste dinero y por eso dejó de dártelo —sonrió con ironía—. La que hace las inversiones soy yo. No es secreto para nadie que la única persona que maneja los negocios de Fabrizio o mi hermano, soy yo —todavía era demasiado pronto para acercarse a los barrotes.

Ella podía odiar al mundo, pero no aceptaba que se metieran con su familia. Ella mataría a Antonella en la prisión y la misma policía dispararía el gatillo. Fabrizio le había explicado qué hacer. Su odio hacia Antonella, por robarse a su hermano, era igual de grande que el temor que un día le tuvo a Andrea.

—¡No me hagas ver como una loca! ¡Ustedes me metieron en esto! Yo soy inocente...

—¿Eras inocente cuando le fuiste infiel? Mi hermano terminó contigo porque tu padre me golpeó. Él ni siquiera sabe que tú te acostaste con ese hombre que se llama Charles Smith —la sonrisa de Alessandra se ensanchó, cuando el miedo se reflejó en su rostro.

—¿Cómo lo sabes? —le preguntó.

Y realmente ella no sabía que era con Charles. Lo supuso en la mañana por la manera en que se tensó el hombre cuando Fabrizio habló de eso.

—Solo quieres envolver a mi hermano en esto porque te quitó su dinero y...

—Lo sé, lo estoy involucrando porque él me hirió... —empezó a llorar, Alessandra, metió la mano en su cartera y detuvo la grabación en su celular—, pero solo quiero que pagué por haber asesinado a mi padre frente a mí.

Alessandra sabía en donde estaban las cámaras de seguridad, sus movimientos eran grabados, pero no sus voces. Ya la tarea uno había sido realizada con éxito.

Era hora de acabar con Antonella.

—Él no pagará nada. Tú cargarás con sus culpas. Irás a la cárcel y morirás en prisión. Tu amante te delató y Alessandro acabó con él —le dijo seriamente, acercándose a los barrotes de la celda—. A la gente mala siempre le pasan cosas buenas. Te quedaste sin nada. Eres una perra callejera que es pisoteada como basura.

Contrato con la Mafia #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora