CAPÍTULO 1

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Sentía que el tiempo se detenía. No había pegado ojo en toda la noche por los nervios. Hoy tenía un examen importante y no quería suspender por nada en el mundo.

- Sabina - me llamó Zaira - ¿Me estás escuchando?

- Perdona. - contesté - ¿Qué decías?

- Si hoy querías venirte un rato a mi casa por la tarde.

- Claro. ¿A la misma hora de siempre?

- Vale.

El timbre sonó y fuimos a clase, justamente la clase donde tenía examen, la de geografía e historia. Iba caminando tranquilamente, hasta que la vi. Pamela Varga, mi hermana.

- Bonitas botas, amargada. - dijo con tono burlón.

- Que te jodan. - contesté seria.

Entré en clase y me senté en mi pupitre. Ya estaba la hoja del examen en la mesa y había un temporizador que marcaba cuarenta y cinco minutos en la pizarra digital.

- Vayan tomando asientos. - dijo el profesor.

Saqué todo el material que necesitaba y me recogí el pelo con una pinza. De los nervios, me entró calor, así que me quité la chaqueta y la dejé colgada en la silla.

- Podéis empezar. - anunció el profesor, y empezó la cuenta atrás del temporizador.

Cuando acabé, me sentí aliviada de que se hubiera acabado esa tortura. El temporizador empezó a pitar y el profesor empezó a recoger los exámenes. Los últimos minutos de la clase, estuvimos escuchando al profesor explicar más cosas sobre el tema nuevo. En fin, muy aburrido.

Sonó el timbre y Zaira me dijo que me esperaba en la puerta de salida, tenía que ir a por unos informes a conserjería.

Empecé a recoger mis cosas y me colgué la mochila a la espalda. Salí de clase y, justamente cuando iba a mitad de pasillo, escuché una voz lejana. 

- ¡Perdona! - dijo una voz masculina - Se te ha olvidado la chaqueta.

Me giré de inmediato y me encontré a una figura alta enfrente mía que sostenía mi chaqueta y me miraba con sus ojos verdes.

- Gracias. - le dije.

- De nada.

Cogí mi chaqueta y seguí mi camino. Pero las palabras se me escaparon cuando me giré.

- Soy Sabina. - me presenté.

Se giró para mirarme. Parecía sorprendido por lo que había escapado de mi boca.

- Encantado, soy... - contestó el de ojos verdes.

- ¡Levi, venga tío! - interrumpieron unas voces.

- ¡Voy! - gritó - Me tengo que ir.

- Tranquilo. - dije restándole importancia.

Ahora si, seguí mi camino y me dirigí a la puerta de la salida. Zaira me estaba esperando fuera cuando salí. Se había recogido el pelo en una coleta.

- Menos mal, pensé que no saldrías. - dijo echando la cabeza hacía atrás.

- Anda, vámonos. - reí.

Hacía frio, así que Zaira me sujetó la mochila mientras me ponía la chaqueta. Me acompañó a casa y luego se fue a la suya.

Cuando entré, Pamela ya había llegado. Estaba tirada en el sofá hablando por teléfono mientras mi madre ponía la mesa. Saludé a mis padres y luego ayudé a mi madre a poner el resto de la mesa.

- ¡A comer! - anunció mi padre que venía con los platos de lasaña.

Nos sentamos todos en la mesa y empezamos a comer. La lasaña estaba muy buena. Era la primera vez que mi padre hacía lasaña casera y, para ser la primera vez, le había quedado fenomenal.

- Bueno, ¿Qué tal el examen, chicas? - preguntó mi padre curioso.

- Bien, las últimas preguntas eran más complicadas, pero bien. - contestó mi hermana.

- ¿Y tu, Sabina? - preguntó mi madre.

- Bien también.

- ¿Tenéis planes esta tarde? - dijo mi madre pinchado un trozo de la comida.

- Yo he quedado con Mason para ir a dar una vuelta. - dijo Pamela sonriendo.

- Y yo he quedado con Zaira para ir a su casa. - dije yo.

- Que novedad, no te quedas en casa sola y amargada. - ironizó Pamela.

- Por lo menos yo no me voy para luego liarme con mi novio. - le reproché.

- Pues yo al menos tengo novio. - siguió.

- Basta. - dijo mi padre con su tono de advertencia.

Terminamos la comida en paz hablando sobre nuestras cosas y escuchando hablar a mi madre de un cliente que había tenido hoy en la pastelería.

Por la tarde, Pamela se fue una hora antes que yo. Aproveché antes de ir a casa de mi amiga para hacer los deberes de física y química y terminar un capítulo del libro El elixir de flor de luna.

Más tarde, ya estaba con Zaira tumbada boca arriba en la cama charlando con ella.

- Deja de darle tantas vueltas, tía. - dijo resoplando- Seguro que te ha salido bien el examen. Además, te tiraste toda la noche estudiando.

- Cierto, todo saldrá bien. Por cierto, hoy por poco me dejo la chaqueta en el instituto.

- A parte de torpe, despistada.

- ¡Oye! - le di un codazo- Pero me la dio un chico antes de que me fuera.

Zaira me miró con una sonrisa, era esa sonrisa que conocía muy bien. Se tumbó de lado para mirarme mejor.

- ¿Qué chico? - preguntó curiosa- ¿Cómo se llama?

- Uno que va a clase, creo que se llamaba Levi.

- ¿El Levi de clase? - preguntó - ¿El de ojos verdes?

- Sí, ese Levi.

- Es muy guapo. - dijo acercándose más a mi.

- Cállate. - le dije riendo.

Nos tiramos el resto de la tarde hablando y chismeando mientras nos comíamos un yogurt con miel. También subimos fotos a Instagram e hicimos el Tiktok de Tempo de Young Miko. 

Al igual que pensaba en otras cosas, no podía parar de recordar cuando el chico de ojos verdes me dio la chaqueta.


Cuando Acabe El Segundo TrimestreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora