CAPÍTULO 15

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Levi:

Estábamos a mediados de diciembre. Sabina y yo empezamos a salir y nos iba genial. Estábamos en inglés escuchando al profesor. Sabina y yo habíamos quedado esta tarde para pintar un cuadro juntos.

Muy considerado por su parte hacer algo que te gusta con ella.

Cuando el profesor terminó de explicar, empezamos a hacer la tarea que había mandado. De pronto, sentí una mano dándome toquecitos en el hombro. Me giré y vi a Erick, un compañero, con un papel doblado en la mano.

- Es de Sabina. - dijo tendiéndomelo.

- Gracias.

Cogí la nota y la abrí.

Oye, ¿a que hora voy a tu casa?                                                                                                                                        Sabina.

Arranqué un trozo de hoja del cuaderno y le escribí que a las cinco en mi casa. Luego, se lo pasé a Erick.

- Erick, pásasela a Sabina. - dije.

- Marchando. - respondió tocándose los rizos.

Erick se la fue pasando a varios compañeros hasta que la nota estuvo en manos de Sabina. Observé como la leía y, cuando acabó, me miro alzando los pulgares arriba.

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- Va a quedar horrible si lo hago yo. - dijo Sabina pasándome los botes de pintura.

- Va a quedar genial, confía en mi. - le di un beso en la mejilla.

Pusimos las pinturas elegidas en la paleta y le tendí un pincel. Empezamos a pintar trazos azul oscuro, violetas y rosas por todo el lienzo. Después añadimos toques azul cielo y unos diminutos pero visibles puntitos blancos. Dios, estaba preciosa así de concentrada. Oí un pequeño gritito que venía de mi izquierda. Cuando me giré, Sabina tenía las manos llenas de pintura azul de ambos tonos y una mancha azul claro en la cara.

Empecé a reírme a carcajadas al verla llena de pintura, parecía un pitufo.

- ¡Pareces un pitufo! - reí a carcajadas. 

- ¡Ninguna gracia, Levi! - chilló.

Cogió un pincel y me manchó la cara de pintura rosa. Empezamos a tirarnos pintura y a perseguirnos por toda la casa. La estaba persiguiendo y de repente la dejé de ver.

- No te escondas, pitufa. - dije.

Empecé a mirar por cada rincón de la casa, pero no la veía. 

- ¡Pitufa! - canturreé.

De pronto, oí unos pasos detrás mío y me giré de inmediato. La cogí como un saco de patatas y la llevé a mi habitación.

- ¡Levi! - chilló- ¡Levi, bájame, idiota!

- ¡NUNCA! 

- ¡¡¡AHHHHH, GILIPOLLAS!!!

Empecé a reírme a carcajadas de nuevo. Cuando llegamos a mi habitación, la bajé y me tumbé en el suelo. Sabina se tumbó en el suelo conmigo. Ambos nos giramos para mirarnos y me besó.

- Te quiero, pitufa. - dije cuando nos separamos.

- Yo también te quiero, Levi

Cuando Acabe El Segundo TrimestreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora