CAPÍTULO 9

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Levi:

Nos despedimos de Axel y estuvimos buscando un buen rato un sitio para estar ella y yo a solas en la casa. Pero estaba llena de gente hasta en el jardín. Vimos que había unos vestuarios en el jardín, así que nos metimos ahí y cerré con pestillo. Apoyé la cabeza en la puerta durante unos segundos y me giré para mirarla.

- Sabina, ¿estás bien? - pregunté- ¿Te ha hecho daño?

Sabina se acercó a mi y me abrazó apoyando su cabeza en mi pecho. Tenía la respiración entrecortada y me abrazaba con fuerza.

- Estoy bien, ahora sí.

Estuvimos abrazados un buen rato envueltos en un olor a coco hasta que le pregunté lo que quería saber.

- ¿Qué te pasaba esta mañana? - pregunté- Y no me digas que no te pasaba nada.

Se separó de mi para mirarme pero yo aun la sostenía por la cintura. No dijo nada y eso me hizo darme cuenta que la música seguía sonando altísima. Sonaba The hills de The Weeknd.

- Era por Jason. - dijo al fin - No era el único piropo que me había dicho hoy.

- Voy a matarlo. - me pellizqué el puente de la nariz.

- Por favor, no.

Se separó de mi y se sentó en el banco que había. Juro que si alguien vuelve a tocarla lo mataré. Me niego a que le hagan algo.

- Deberías habérmelo dicho, podría haber hablado con el. - dije- Tranquilamente, no a puñetazos.

Eso último le hizo reír. Era la risa más bonita que había escuchado en mi vida.

- Debería habértelo dicho. - admitió levantándose y poniéndose en frente mío.

- No pasa nada. - di un paso hacia ella.

Estábamos cerca. No muy cerca, pero cerca. Notaba que ella estaba nerviosa. Le puse un mechón de pelo detrás de la oreja mientras le sonreía.

- ¿Puedo hacer algo? - preguntó nerviosa.

- Claro.

Se acercó a mi tímidamente y, poniéndome una mano en mi nuca y otra en el pecho, me besó. Un beso dulce. Cuando se separó de mis labios, se quedó mirándome el cuello para no mirarme a la cara. La tomé del mentón haciendo que me mirara.

- ¿Eso ha sido falso o un beso de verdad? - pregunté burlón.

- Ha sido de verdad. - respondió.

- Eso era lo que quería oír.

La tomé por las mejillas y la besé. Mis manos descendieron por su cuerpo hasta cogerla por la cintura. Esta chica me volvía loco y, si seguía así, me conquistaría más de lo que ya estoy. Sabina Varga, te quiero.

- La próxima vez que lo hagas, no me pidas permiso, Sabina.

Cuando Acabe El Segundo TrimestreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora