Capítulo V - Lakart

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—¡¿QUIÉN TE ENSEÑO EL CANTO DE HIELO?!—preguntó una vez más esa extraña voz femenina que emergia de una cruel tormenta de nieve.

Shadee no podía respirar por los cristales de hielo que ahora obstruían sus pulmones, levantó su mano tratando de alcanzar a quien la interrogaba, sin embargo, antes de llegar a esa figura, todo se volvió completa oscuridad.

[. . .]

La suave brisa salada del mar golpeaba el rostro de Shadee y una agradable ventisca ondeaba su cabello. La joven de cabellos rubios se encontraba recostada en una especie de bote de remos que se movía lentamente por lo que parecía ser el extenso mar. La joven cubrió sus delicados ojos de los rayos del sol con su mano, respirando suavemente ante la luz de un nuevo día. El sol se encontraba en su punto más alto y las nubes se abrieron de par en par mostrando el infinito abismo azul, a lo lejos divisaba una hermosa isla tropical a la cual se dirigía, y detrás de ella, un extenso mar de nieblas amenazaban con devorar la pequeña embarcación. Todo era muy confuso para Shadee, puesto que lo último que recordaba era estar avanzando por la fría tundra, a punto de morir de frío o por mano de algun nativo, y sin embargo ahora se encontraba en completa paz, enmedio del océano, con una hermosa vista que le traía paz. Pero la calma no duró por mucho tiempo, ya que notó que no se encontraba sola, debido a que los cantos de las olas eran interrumpidos por una plática de lo más amena que se desarrollaba justo a un lado de ella:

 Pero la calma no duró por mucho tiempo, ya que notó que no se encontraba sola, debido a que los cantos de las olas eran interrumpidos por una plática de lo más amena que se desarrollaba justo a un lado de ella:

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—Mi señora Néfelim, lo que le pasó a su majestad la reina Ninimé es mi culpa, es por ello que estoy aquí, para remediar mis errores. . .

Esa voz, Shadee la reconocía bastante bien, era la misma voz que sus sueños le mostraban, firmes como la petrerita, pero suaves y elegantes como una nota musical. Al girar la cabeza pudo ver a una mujer de cabellos celestes que cubrían sus hombros y espalda, vistiendo un hermoso pero ligero vestido blanco y sobre su cabeza, una hermosa pero delicada flor de loto color rosada cuidaba de sus pensamientos. Pero lo más llamativo de esa mujer, no era el color de su cabello, ni la flor de su cabeza, eran sus largas y afiladas orejas:

—¿Acaso ella, es. . . Néfelim?. ¿A quien llaman "La esclava del estanque?—se preguntaba Shadee a si misma en voz baja.

Para el asombro de Shadee, la elfa de cabellos celestes giró su cabeza al escuchar la voz de la guerrera. La joven asustada, miró a Nefelim quien también le dirigió una mirada llena de asombro y confusión.

—¿Eres. . . Néfelim, la esclava del estanque?—preguntó Shadee encantada por la belleza de aquella extraña mujer.

La hermosa elfa, tan solo mostró una cálida sonrisa ante su interrogante, y con una dulce voz, le respondió:

—Así es, yo soy Néfelim, dueña de mi libertad y de mi propio destino. Veo que no perteneces aquí, dejame devolverte a donde debes de llegar. Lakart te espera.

Nefelim acarició maternalmente la mejilla derecha de Shadee, y con un leve soplido en el cabello de la joven, comenzó a desvanecerse en el aíre:

—¿Con quién habla mi señora Néfelim?—preguntó una mujer de cabellos oscuros y de piel blanca como la nieve, quien portaba una pesada armadura azul como los cielos y con una espada llena de hermosos diamantes.

Shadee y la Leyenda del KelpieeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora