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La alarma sonó indicando que debía ir a la universidad. TaeHyung se estiró antes de apagarla; Dios, realmente no quería ir a clases, estar sentado horas y horas escuchando a su profesor hablar de temas que no le importaban en absoluto, teniendo que soportar y rechazar a un sinfín de alfas que trataban de cortejarlo.

Esos alfas ni siquiera lo querían por ser el mismo, solo querían llevarlo a la cama, abrirle las piernas y que les diera una enorme camada de cachorros.

TaeHyung sabía que en el momento en que llegara su alfa destinado, él podría hacerlo feliz dándole los cachorros que quisiera sanamente.

Lo malo de todo esto era que aparte de ser el centro de atención de los alfas, también era de los omegas. La mayoría de omegas lo envidiaban por tener un olor delicioso para quien sea.

Vainilla, rosas y caramelo.

Su físico era otro tema. El pelinegro no poseía el físico delicado de todo omega, no; era alto, sus hombros eran firmes, tenía caderas anchas y delicadas, pero estas eran opacadas por sus largas y gruesas piernas. A lo largo del tiempo había entrenado por su propia cuenta, consiguiendo un físico perfecto a los ojos de cualquiera.

Sus muslos eran morenitos y suaves, sabía perfectamente que muchos de los alfas de su universidad se morían por tocarlos, lamerlos y morderlos como si de un caramelo se tratasen.

Kim estaba orgulloso de su físico, por eso cada día asistía a clases con poleras que dejaran a la vista sus clavículas y su apetecible cuello, o simplemente alguna prenda ajustada que resaltara su cintura y piernas. No para provocar a los alfas, sino porque se sentía a gusto consigo mismo.

Finalmente, se levantó, se duchó y sacó una manzana para el camino.

— Adiós, mamá — Se despidió el pelinegro de su adorable madre

— Adiós, bebé, cuídate — sonrió para luego salir de casa rumbo a la universidad

Ese día se había puesto unos pantalones de cuero ajustados a sus muslos y una camisa roja con los primeros tres botones desabrochados.

Tomó el autobús y se colocó sus fieles audífonos para mirar por la ventana y sumergirse en la música.

Al llegar a la parada se bajó y se adentró a la universidad, sin sacarse sus audífonos. Por alguna extraña razón estaba feliz, tenía el presentimiento de que algo importante pasaría.

Al entrar, se dirigió por el medio del pasillo con un aura relajada y alegre, llamando la atención de todos allí; los alfas que miraban su cuerpo con hambre y los omegas con notable envidia.

— ¡Hey! ¿Dónde está el omega favorito de todos? — se acercaron JiMin y HoSeok, sus mejores amigos.

Park JiMin era un adorable omega que se había mudado hace 3 años desde Estados Unidos, al no tener buena pronunciación del idioma tuvo bastantes problemas, TaeHyung decidió ayudarlo y comenzaron con su amistad.

Jung HoSeok era un omega bastante tierno, a decir verdad, tenía tiernas mejillas que le daban apariencia de ardilla. El primer día de clases chocó con TaeHyung, botando su café sobre la polera del pelinegro, le ayudó a limpiarse y se llevaron bien al instante.

Ambos lo apoyaban y defendían, y no podía estar más feliz por eso.

— Hola, chicos. ¿Cómo están? — saludó animado Kim, guardando sus audífonos en su mochila. Los tres tomaron asiento en una de las mesas de la cafetería, tomaron su desayuno tranquilamente hasta que escucharon unos gritos y alboroto en la entrada.

— Ah, no puede ser, son ellos otra vez — Reclamó JiMin rodando los ojos.

— ¿Quiénes? — preguntó TaeHyung, curioso.

— Ese grupito de alfas populares, se creen lo mejor de la universidad y no son más que unos imbéciles — gruñó HoSeok.

TaeHyung dirigió su mirada al montón de omegas que rodeaban a los alfas. Estaba tratando de ver algo cuando de pronto un delicioso aroma llegó a él.

Tierra mojada, café y chocolate amargo.

TaeHyung sintió cómo su omega se alteraba y comenzaba a saltar feliz en su interior.

Alfa, nuestro alfa; marca, cachorros. ¡Ve a reclamarlo!

Escuchó a su omega hablar en su mente.


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JungKook.

Me desperté por la maldita alarma, la apagué y me fui directo al baño. Luego de terminar salí de mi departamento, me dirigí al ascensor y esperé pacientemente a que llegara al subterráneo.

Soy Jeon JungKook, un alfa de raza pura, vivo solo en mi departamento desde los 17 años; desde que me fui de casa buscando ser independiente. La ventaja de ser un alfa puro es que a donde sea que vayas te muestran máximo respeto, así que no fue difícil encontrar trabajo de medio tiempo para pagar mis estudios. Ahorré dinero y me compré una moto, aun así, mi familia me envía un poco de dinero al mes.

Llegué a los estacionamientos y al encontrar mi moto, me puse el casco y me subí en ella.

Era realmente molesto ir a la universidad. Tenía un buen promedio, pero lo que le molestaba eran todos esos omegas ofrecidos que se arrodillan ante él con tal de recibir siquiera una mirada.

JungKook aún esperaba con paciencia a que llegara su omega destinado, le gustaría formar una hermosa familia, pero sabía de antemano que su omega no era ninguno de esos ofrecidos con olor asqueroso. Odiaba cada vez que los omegas a su alrededor soltaban feromonas buscando despertar a su lobo, el cual quería vomitar por tantos olores.

Al llegar a la universidad fue a su casillero para guardar sus libros y al instante vio que este estaba a punto de explotar por la cantidad de cartas, regalos y peluches, ya estaba harto de eso.

— ¿Qué tal, Kookie? — recibió un golpe en la espalda por parte de su mejor amigo, YoonGi; un alfa puro, al igual que él, por lo tanto, igual de popular entre los omegas.

— Te dije que no me llames así, enano — se rio cuando recibió un golpe en la cabeza por parte del otro.

— Como sea. Vamos a la cafetería, tengo hambre — pidió el más bajo

— Está bien, vamos — el castaño comenzó a caminar, seguido por YoonGi.

Al llegar a las puertas de la cafetería fueron rodeados por una multitud de omegas tratando de llamar su atención, o más bien la de sus lobos, posiblemente dormidos en su interior.

JungKook estaba bastante irritado con la situación y estaba comenzando a desesperarse, pensó seriamente en usar su voz de mando para alejar a todos de una vez, pero sus pensamientos fueron interrumpidos por un aroma que destacaba entre todos los demás.

Vainilla, rosas y caramelo.

Miró alrededor buscando al dueño de ese delicioso aroma que hizo que su lobo despertara y moviera la cola feliz.

Barrió con la mirada toda la cafetería y en una de las mesas de al fondo lo vio.

Era un verdadero ángel, nunca vio un omega como él.

Su mirada se cruzó con la del omega y ambos lobos saltaron felices. JungKook quería correr hacia el chico pelinegro, recostarlo sobre la mesa y besarlo hasta quedar sin aliento.

Entré pensamientos nada puros, su visión fue nuevamente tapada por la multitud de omegas.

Una vez logró salir, dirigió su mirada buscando al omega, pero no hubo rastro ni de él ni de los chicos que estaban sentados con él, que suponía eran sus amigos.

Solo esperaba volver a verlo pronto.

Mi omega especial ✧ KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora