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Los cuatro chicos llegaron a la entrada de la universidad, antes de adentrarse al lugar se reunieron en círculo y repasaron una vez más el plan

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Los cuatro chicos llegaron a la entrada de la universidad, antes de adentrarse al lugar se reunieron en círculo y repasaron una vez más el plan.

— Recordemos el plan por última vez — Habló JungKook casi en un susurro.

— Haremos todo con normalidad hasta la hora de almuerzo... — comenzó JiMin.

— Luego JungKook y JiMin van a la cancha de atrás para pasar al bosque...

— HoSeok y yo nos quedaremos aquí y vigilaremos a MiJoo y a ShuHua...

— Y buscaremos a TaeHyung — finalizó Jeon.

Todos asintieron y se dieron una mirada cómplice para finalmente ingresar por las grandes puertas del lugar.

Ambos alfas puros se adentraron, Jeon observó disimuladamente hacia su casillero, verificando que como cada mañana MiJoo se encontraba apoyada en su casillero, esperándolo pacientemente. Pero el castaño estaba preparado, el día anterior, antes de retirarse, sacó todos sus libros del casillero, así para que en la mañana siguiente no tuviera necesidad de ir.

Se mezclaron entre los estudiantes, pasando desapercibidos para los ojos de la chica, y llegaron a su salón, tomando asiento en las últimas mesas.

Durante la clase JungKook no se molestó en poner atención a lo que decía la profesora Kim, su mente estaba enfocada al 100% en su omega, tenía todas las esperanzas de encontrarlo, los días que estaba pasando sin él se le estaban haciendo demasiado difíciles, tanto a él como a su lobo, el cual cada noche se disponía a aullar en su pecho, haciendo retumbar la cabeza del castaño.

Ya ni siquiera recordaba cómo es que vivía tranquilo cuando aún no conocía a TaeHyung, lo aburrida y monótona que era su vida antes de la llegada del pelinegro que alteró y desarmó toda su rutina, haciendo que se emocionara día a día sin saber lo que podría pasar. Sin duda ese omega lo hacía feliz.

Pero ahora, aparte de que sus días volvían a ser apagados y tristes, tenía que lidiar por esa presión constante en su pecho, vivir con la preocupación y ansiedad de saber sobre el menor y su estado tanto físico como mental.

Recordó los rasguños y mordidas que tenía MiJoo por sus brazos y cara, pensó que quizás TaeHyung estaba igual o peor que ella. Esa chica realmente hacía que ardiera en desesperación, ¿qué parte de que no quería nada con ella era lo que no entendía? Desde hace años que le decía lo mismo, pero ella insistía en que eran destinados, incluso le dijo que su propio lobo se lo había dicho. Y él realmente se lo había estado creyendo, y ya se había empezado a hacer la idea de que tendría que pasar el resto de su vida con ella, hasta que apareció su hermoso caramelo para salvarlo y cambiar sus estúpidos pensamientos.

Miraba ansioso el reloj de su salón, sintiéndose tentado a jalar de su cabello al notar lo lento que estaba avanzando la hora. Su pierna se movía ansiosa y mordía su lápiz, dejando marcas de sus colmillos en él mientras miraba a su profesora hablar sobre lo que suponía era la Revolución Francesa, pero que para él no eran más que balbuceos sin sentido alguno.

Mi omega especial ✧ KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora