II

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Louis no supo del todo cómo, pero consiguió sobrevivir al resto de clases, a pesar de que el chico nuevo estaba en la mayoría de ellas. No le miró directamente ni una sola vez, por miedo a que sus ojos se cruzaran. Ni siquiera sabía cómo sonaba su voz.

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Louis llegó al bar donde trabajaba 10 minutos antes, como siempre. Tenía que aguantar media hora en tren y un buen rato caminando para llegar allí desde su piso, pero si eso significaba no encontrarse con nadie de la universidad, a Louis no le importaba.

Se cambió de ropa y se vistió con la camisa y los pantalones que debía ponerse cuando trabajaba, que eran oscuros y se parecían mucho a lo que Louis solía vestir.

Ya cambiado, se dirigió hacia la pequeña terraza del bar con una libreta y un bolígrafo en mano, para ver si había alguien a quien tomarle la orden, y su pulso se aceleró.

Era el chico nuevo.

Estaba sentado en una de las sillas, inclinado hacia delante, hablando de manera entusiasta con una chica, que Louis supuso que sería su novia; pero no su alma gemela, sin embargo. No parecían tener el tipo de conexión en el que dos personas se sumergen cuando viven por y para mantener la sonrisa en el rostro del otro.

Louis permitió que sus manos temblaran. No le gustaba encontrarse a gente "conocida" en el trabajo. Se le hacía fácil servirles refrescos a desconocidos, pero en cuanto veía una cara que le era familiar, rezaba para que alguno de sus compañeros tomara el pedido por él.

Pero todos sus compañeros parecían estar ocupados en aquel momento, y Louis no podía quedarse de pie en la entrada de la terraza para toda la eternidad. Ignoró el sudor que había empezado a formarse en las palmas de sus manos y avanzó hacia la mesa, repitiéndose mentalmente que seguramente aquel chico ni siquiera sabía de su existencia hasta aquel momento.

Louis supo que se equivocaba cuando se acercó y el chico subió la mirada, encontrándose por una milésima de segundo con la suya. Hubo algo parecido a un destello de reconocimiento en sus ojos, un sé que te he visto en alguna parte, pero cuando el chico movió los labios lo único que salió de ellos fue lo que él y la chica querían tomar, y Louis contuvo un suspiro de alivio.

Se las apañó para no ser él quien les sirviera su pedido, y cuando volvió a salir a la terraza al cabo de un rato, el chico y la chica ya no estaban.

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Cuando llegó a casa, se sorprendió de lo tranquilo que estaba. Se sentó al borde de su cama y dejó que su mirada se clavara en un punto fijo de su habitación, notando como si un nudo se acabara de deshacer en su cerebro. Era la sensación que solía experimentar cada vez que llegaba a su piso después de un día largo, cuando por fin podía estar solo y no necesitaba comprobar constantemente si su pelo, su ropa, sus manos, o su respiración estaban fuera de lugar.

Claro que le seguía poniendo nervioso la presencia de aquel chico, pero la voz que tenía le había calmado un poco. Era grave y de alguna forma suave, y pronunciaba las palabras como si cada una tuviera un gran significado para él. Louis nunca había conocido a nadie que tuviera una voz tan capaz de parar tormentas.

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Louis sacrificó una hora entera de no prestar atención en Francés para observar disimuladamente al chico nuevo. No traía con él ningún libro ni ninguna libreta para tomar apuntes, pero parecía estar muy interesado en todo lo que explicaba el profesor. Tenía el pelo rizado y se pasaba continuamente las manos llenas de anillos por él para tirarlo para atrás y apartarlo de su cara. Llevaba una camisa con los primeros cuatro botones desabrochados y un colgante que le caía sobre el pecho.

A la hora siguiente, en Literatura inglesa, se cambiaron los papeles.

El chico había notado que Louis le estaba mirando, y no pudo evitar hacer lo mismo. Si pensó que Louis no se había dado cuenta, se equivocaba. Claro que lo hacía. Y se estaba poniendo de los nervios.

Seguro que le había visto mirarle en Francés. Seguro que pensaba que era un bicho raro. Seguro que cuando quedara con sus amigos, les contaría que había un chico en su clase que no paraba de mirarle y parecía un acosador.

Louis se pasó toda la hora conteniendo sus temblores y removiéndose nervioso en su silla. Cuando sonó el timbre recogió sus cosas lo más rápido que pudo para evitar cualquier contacto con el chico, pero cuando se disponía a levantarse se dio cuenta de que estaba caminando hacia él, y todo su cuerpo pareció congelarse.

Louis se quedó sentado, fingiendo que buscaba algo en su mochila, porque sabía que ya era demasiado tarde para levantarse y evitar al chico. Oyó una voz proveniente de su lado, y se obligó a sí mismo a apartar la vista de su mochila y a mirar hacia arriba.

— Hey.

Louis se tensó, y supo que el chico había notado el escalofrío que le acababa de recorrer la espalda, pero pareció no darle mucha importancia, porque continuó hablando como si nada.

— Me llamo Harry. Eres Louis, ¿verdad?

green (Larry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora