XII

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La familia de Harry llevaba meses queriendo conocer a Louis; al fin y al cabo, era el alma gemela de su hijo y de su hermano, y aquello era algo que sólo pasaba una vez en la vida.

Cuando Harry mencionaba que deberían quedar con su familia para que le conocieran, Louis no se negaba, pero tampoco le decía que sí; se limitaba a sumirse en un profundo silencio, que Harry sabía perfectamente que significaba que necesitaba tiempo.

Lo que Harry también sabía perfectamente era que Louis nunca estaría del todo preparado: saber que su familia le aceptaría fuera como fuera no mitigaba su miedo. Pero si algo caracterizaba a Louis era que, a pesar de la ansiedad que parecía residir en su pecho, siempre intentaba sobreponerse a ella; lo demostraba cada día cuando se levantaba para ir a la universidad y después al trabajo. Así que Harry le dio su tiempo, porque confiaba en que cuando Louis estuviera algo parecido a preparado, se lo diría.

Y, efectivamente, lo hizo, un día después de llegar del trabajo, acurrucado junto a Harry en el sofá viendo una serie.

— ¿Harry? -empezó, y el chico se giró hacia él para que continuara- Quiero conocer a tu familia.

Harry sonrió y abrazó a Louis, besándole en la frente, y aunque no lo dijo en voz alta, Louis sabía que aquello significaba que estaba orgulloso de él.

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Era domingo, y habían quedado para comer con la familia de Harry. Louis llevaba despierto desde las 7 de la mañana, dando vueltas en la cama, y al principio Harry había fingido no darse cuenta y pretender seguir dormido para dejarle tiempo a solas con sus pensamientos, pero había acabado por no aguantarlo y le había abrazado, acariciándole la espalda hasta que su corazón disminuyó su ritmo.

— Te quiero. -murmuró Harry, y Louis buscó sus labios, porque besar a Harry hacía que sus miedos se escondieran durante un rato en los rincones oscuros de su mente de donde procedían.

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Cogieron el metro, y Harry le tendió un auricular a Louis, poniendo la lista de reproducción que guardaba para cuando Louis necesitaba dejar de sentir como si su pecho y su cabeza fueran a estallar.

Llegaron a la parada y bajaron, caminando unos minutos cogidos de la mano, hasta que Harry se paró delante de una casa.

Apretó la mano de Louis y le sonrió, murmurando un "no pasa nada" y picando al timbre.

La puerta se abrió, y la madre de Harry estaba en el umbral, con una sonrisa en el rostro.

— ¡Así que tú eres Louis! -exclamó- Harry nos ha hablado muchísimo de ti. Nos dijo que eras precioso, y veo que no exageraba. -la sonrisa de la mujer era contagiosa, y Louis no pudo evitar devolvérsela.

— Mamá... -se quejó Harry con las mejillas sonrojadas, guiando a Louis al interior de la casa.

Su hermana Gemma se levantó del sofá en cuanto los vio, saludando a Harry con un abrazo y haciendo lo mismo con Louis, como si le conociera desde siempre. La comida ya estaba sobre la mesa, y la casa era tan acogedora como Louis se la había imaginado.

A pesar de eso, notó una especie de cosquilleo en el pecho y un nudo empezando a formarse en su garganta, y aunque sabía lo que eso significaba, intentó ignorarlo.

Todos se sentaron en la mesa, y la madre empezó a preguntarle a Harry cómo iba todo, incluyendo a Louis de vez en cuando en la conversación, preguntándole qué estudiaba y cosas superficiales sobre su vida. Louis aguantó aquello durante unos minutos, porque aunque las voces de la hermana y la madre de Harry eran casi igual de calmantes que la del chico, la situación seguía siendo completamente nueva para él, las manos habían empezado a sudarle y necesitaba sentarse en el suelo y abrazarse las piernas y susurrarse a sí mismo que todo iba bien.

Se levantó y se excusó diciendo que iba al baño, y oyó al instante como Harry se levantaba también, yendo detrás de él.

Louis se sentó en el pasillo, cuando hubo decidido que ya estaba lo suficientemente lejos del comedor, y unos segundos después notó a Harry sentarse a su lado.

— Estás bien. -dijo Harry, y era precisamente lo que Louis necesitaba: no una pregunta, sino una afirmación.

Respiró hondo y cerró los ojos, sintiendo como Harry le rodeaba con un brazo y le acariciaba el pelo con delicadeza.

Harry no dijo nada más; simplemente acompasó su respiración con la de Louis, y se quedaron allí sentados dejando que el tiempo pasara, hasta que el vacío que Louis sentía en el pecho disminuyó y su corazón dejó de intentarse salir de su pecho.

Entonces Harry le dio un beso en la mejilla y se levantó, tendiéndole una mano para ayudarle a hacer lo mismo. Louis se la cogió y volvieron así al comedor, y cuando Gemma y la madre de Harry les recibieron con una sonrisa tranquilizadora, que decía "no pasa nada, lo entendemos", Louis supo que Harry tenía razón; estaba bien.

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Era de noche, y Louis estaba tumbado en la cama, esperando a Harry. Oyó sus pasos acercarse por el pasillo, y se abrió paso a tientas por la habitación, tumbándose al lado de Louis en la oscuridad. Atrajo a Louis hacia él y le besó con suavidad, colocando una mano en su nuca y acariciándole la mejilla con el pulgar.

— ¿Louis? -susurró Harry, y esperó a que el chico contestara con un "¿sí?" para continuar- Simplemente quería... recordarte lo importante que eres. Y recordarte que no eres tus miedos, ni tus inseguridades, que la parte oscura de tu mente no te define. Tus miedos son parte de ti, sí, pero tú eres más fuerte que ellos, ¿vale? Puedes superar cualquier cosa que te propongas. Creo en ti, y necesito que tú también creas en ti mismo. Te quiero muchísimo, Lou, más de lo que nunca podría expresar con palabras. Estarás bien. Estás bien.

Louis le besó, murmurando un "te quiero" entre cada beso, dejando que Harry recogiera las lágrimas que caían por sus mejillas con sus dedos y que le abrazara con fuerza, porque estar entre los brazos del chico le protegía de cualquier pesadilla.

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Cuando Louis se despertó al día siguiente, Harry ya se había ido. Se duchó y fue a la universidad, como cualquier otro día normal; excepto que aquel no lo era.

Las clases pasaron como siempre, y después de ellas Louis se dirigió al trabajo.

Todo parecía ir bien: trabajaría durante unas horas, luego Harry le iría a buscar y volverían a casa cogidos de la mano, y después se tumbarían en el sofá y Harry le acariciaría el pelo y Louis le besaría y le diría que el color de sus ojos era lo más bonito del mundo.

Excepto que eso no pasó.

Louis se estaba dirigiendo a servir unas bebidas a una mesa, y su visión se tornó borrosa durante unos segundos. Se frotó los ojos con una mano, esperando que se pasara, pero cuando los abrió, todo estaba en blanco y negro.

Louis se quedó completamente paralizado, y no reaccionó hasta que las bebidas que llevaba en la mano se le cayeron al suelo y el ruido del cristal al romperse le devolvió al mundo real. Miró a su alrededor, y toda la gente le estaba mirando, con sus rostros en blanco y negro y sus ojos sin una pizca de color.

Louis sabía lo que aquello significaba, pero se veía incapaz de asumirlo. Su móvil vibró en su bolsillo, y lo sacó de forma automática, viendo el nombre de Gemma en la pantalla y descolgando.

— Louis. -su voz estaba rota- Me acaban de llamar del hospital. Harry ha tenido un accidente y...

Louis dejó caer el móvil, notando como el dolor que antes se había negado a asumir se volvía más real, empezando en su estómago y extendiéndose por su pecho y su garganta. Cayó de rodillas, sin ni siquiera notar los trozos de cristal clavándose en sus piernas, porque el dolor en su pecho nublaba el dolor físico, y se cubrió los ojos con las manos, negándose a ver un mundo que volvía a estar en blanco y negro.

***

hola la semana que viene subo el epílogo y este fanfic se acaba lo siento no me matéis adiós


green (Larry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora