La primera semana sin Harry, Louis no salió de la cama.
Se cubrió con las sábanas y se negó a abrir las persianas, porque si todo estaba sumido en oscuridad era más fácil ignorar que ya no veía en color.
Se levantaba de la cama para ir al baño, pero nunca conseguía reunir energía suficiente para meterse en la ducha; sentía que si no podía deshacerse de la suciedad que parecía invadirle por dentro, tampoco lo haría con la de fuera.
El nudo en su estómago le pedía a gritos que no comiera, pero cuando pasaron 3 días y Louis casi se desmayó levantándose de la cama, decidió que debía hacerlo, aunque no tenía nada de hambre.
No lloró. Era incapaz de sentir nada a parte de un constante cansancio, que no desaparecía a pesar de que se pasaba todo el día durmiendo o al menos intentándolo.
Oía el teléfono sonar, pero no quería responder, ni tampoco ponerlo en silencio. El tono de llamada sonando de vez en cuando le recordaba que seguía vivo, que la oscuridad no le había absorbido por completo.
Se perdió el funeral de Harry, pero de alguna manera supo que nadie esperaba que asistiera. Las llamadas eran menos constantes, como si ya hubieran empezado a perder la esperanza de que algún día contestara. Louis fingió que no le importaba.
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El cuarto día de la segunda semana, Louis consiguió meterse en la ducha. Se quedó más de 10 minutos allí de pie, desnudo, sin atreverse a encender el agua, con la mirada perdida en el infinito. Cuando por fin la encendió, fue como si le devolvieran de un golpe a la realidad. Puso el agua lo más fría que pudo, hasta que su cuerpo estuvo completamente entumecido y ya no sentía las gotas clavándose en su espalda, y cuando todo empezó a doler demasiado, la apagó y se dejó caer al suelo, abrazándose las piernas. Cuando su cuerpo comenzó a recuperar sensibilidad tembló, y lloró por primera vez. Pensó que el nudo en su pecho se desharía ahora que por fin había conseguido llorar, pero sólo pareció apretarse más, y por unos segundos Louis pensó que aquel nudo iba a matarle.
No lo hizo.
Aunque el teléfono ya no sonaba tan a menudo, Louis lo apagó, porque ya no soportaba oírlo. Cualquier ruido, por muy leve que fuera, le hacía querer esconderse bajo las sábanas y no salir nunca, porque desde que no tenía los brazos de Harry, aquel era el único lugar seguro que le quedaba (aunque no era ni la mitad de cálido, y no tenía un corazón que latiera).
Ducharse no había conseguido limpiar el desastre que tenía por dentro, y llorar cada media hora no le aliviaba para nada, pero de alguna forma consiguió sobrevivir la segunda semana.
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El lunes de la tercera semana, Louis se despertó con el sonido del timbre. Caminó hasta la puerta, sin intención de abrir, y vio un papel en el suelo. Se agachó y lo desdobló con cuidado, reconociendo al instante la caligrafía de su madre.
"Todo irá bien, cielo. Confiamos en ti. Llámanos cuando estés preparado."
En la parte de detrás del papel, había un dibujo hecho por sus hermanas pequeñas, en el que se veía a ellas abrazando a Louis, con muchos corazones alrededor y un "te queremos mucho" garabateado en una esquina.
Louis se sentó en el suelo y lloró, y sintió que el nudo en su pecho se deshacía un poco.
El jueves, Louis se quedó delante de una de las ventanas de su habitación, reflexionando sobre cómo le haría sentir abrir la persiana. Hacía tres semanas que no veía nada más que oscuridad, pero no estaba seguro de si quería ver la luz del sol ahora que no podía apreciar su color.
Al final no la abrió, pero se prometió a sí mismo que lo haría la semana siguiente, no muy convencido de poder mantener esa promesa.
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A principios de la cuarta semana volvió a encender su móvil, pero lo dejó en silencio, porque aún no estaba preparado.
Abrió las persianas y miró por la ventana, y un escalofrío le recorrió al verlo todo en blanco y negro. Quería llorar, pero recordó la voz de Harry, grave, segura, cuando le dijo "estás bien", y se lo creyó.
Estaba bien, porque Harry había creído en él en sus peores momentos, y le había dicho que podía superar cualquier cosa que se propusiera. Louis sonrió, y aunque era una sonrisa increíblemente triste, fue bonita, porque la causa era Harry.
El viernes, le envió un mensaje a su madre diciéndole que la quería.
El sábado, sacó la cabeza por la ventana y respiró profundamente, y eso le hizo sentir mejor; por unos momentos incluso se olvidó de lo mucho que le dolía el vacío en su pecho.
El domingo, se vistió con pitillos y la sudadera preferida de Harry, que en algún momento había sido azul pero que ahora simplemente veía de un color grisáceo, y abrió la puerta principal.
Se quedó allí de pie durante unos minutos, hasta que por fin se atrevió a cruzar el umbral. Bajó las escaleras con lentitud, sin acabar de creerse lo que estaba haciendo, y abrió la puerta que daba a la calle.
No se movió.
Se obligó a respirar hondo, y se dijo a sí mismo que sí, el mundo estaba en blanco y negro, pero aún recordaba los colores de las cosas. Fingió que veía los árboles marrones, la hierba verde, las flores lilas y amarillas. Lo fingió con todas sus fuerzas, y se sintió mejor.
Volvió a entrar a casa, y se tumbó en la cama, pero esta vez no para cubrirse con las sábanas y no salir durante semanas; se puso los cascos y reprodujo la lista de canciones que Harry le había hecho para cuando tuviera un mal día, y toda la tristeza en su cuerpo dejó de ser agresiva e hiriente, y se convirtió en una tristeza suave, a la que Louis podía hacer frente.
Llamó a su madre, y escuchar su voz le hizo llorar, pero esta vez los nudos en su estómago, su pecho y su garganta sí que se deshicieron. Quedó en verla al día siguiente, y su madre le dijo que estaba orgullosa de él, y de alguna manera Louis también lo estaba.
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Louis le pidió a su madre que le acompañara a visitar la tumba de Harry, y cuando estuvo frente a ella, sintió que su mundo se estaba cayendo a pedazos. Su madre le dejó a solas, y Louis lloró con todas las fuerzas que le quedaban, dejando que la tristeza le invadiera por completo durante unos minutos.
Luego se levantó y sonrió, y ya no era una sonrisa triste.
— Te quiero muchísimo, Harry. Estoy bien.
Cerró los ojos y recordó el color verde de los de Harry, la esperanza y la calma que le transmitían. Se alejó sin perder la sonrisa, prometiéndose a sí mismo que nunca olvidaría aquel color, y estando seguro de que nunca rompería esa promesa.
***
¡fin! gracias por leerme x
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green (Larry)
FanfictionLouis ve en blanco y negro. Todo el mundo lo hace, hasta que besan a la persona con la que están destinados a pasar el resto de sus vidas. Hasta que besan a su alma gemela. Cuando aquel chico aparece en la clase de Literatura inglesa a mediados de c...