29. Dulces [No pareja]

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[Un Alfa viudo lidia con el diagnóstico de su hijo cómo Omega ]

A decir verdad, ahora entendía esa esa expresión de estar en pánico por dentro.  Pues el mismo estaba en una pequeña crisis; aunque si era honesto, eso era algo egoísta de su parte (no podía ni imaginar cómo sería para si hijo, Byron).

Su hijo que estaba en las etapas tardías de la pubertad, un chico muy enérgico y con una personalidad que le costaba no describir cómo de absoluta confianza, estaba mirando la hoja de su diagnóstico de casta con el rostro pálido.

Cada uno estaba pasando por una crisis por razones un poco diferentes, sin embargo: Parker, el padre, no estaba nada confiado en poder cuidar a un joven Omega que iba a necesitar apoyo y guía siendo un Alfa viudo; mientras que el recién declarado Omega estaba aterrado de la idea de experimentar un celo, sus compañeros que habían presentado antes decían que era doloroso.

—Sé que la idea de ser un Omega es algo... sobrecogedor. Tal vez esperabas otra casta —dijo Parker a su hijo rompiendo el silencio, sentía sus palabras salir en un hilo de voz. Se aclaró la garganta para lidiar un poco con sus nervios—, pero recuerda que sigues siendo el mejor hijo y presidente de clases que existe.

Byron asintió con una sonrisa. Sabía que podía confiar en que su padre le ayudaría, además podría hacer todas las preguntas que quisiera a su doctor en su siguiente visita para que estuvieran preparados para su celo. Ser Omega parecía problemático por los Alfa odiosos según algunos fe sus compañeros, pero sí su padre en el cielo había sido alguien tan bueno —de lo poco que recordaba—, entonces el estaba feliz con el resultado.

Cuando salieron de la clínica, Byron tenía sus brazos y bolsillos llenos de caramelos que su padre le había estado dando intentando animarlo.

Ahora que pensaba, cuando aún estaba su otro papá, su padre Alfa solía llenarlos con un montón de golosinas cuando no sabía cómo resolver algún estado de ánimo negativo o si estaba enfadado su papá Omega.

Así que quizá no eran las palabras que esperaba, pero sabía que su padre a su manera al entregarle unas golosinas cómo si todavía fuera un niño muy pequeño —aunque a ojos de su padre lo era— era su forma de decirle que estaba bien, que estarían bien; y que estarían juntos en el acontecer de lo que pudiera pasar.

No era un bebé o un pequeño que necesitara ir de la mano en la calle, pero cogió la mano de su padre mientras caminaban al coche.

Omegacember | OriginalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora