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El ruido de la cama golpear contra la pared más el sonido de jadeos y gruñidos junto al tintineo de cadenas eran lo único que se escuchaba en aquella habitación, Haruchiyo se encontraba en cuatro siendo penetrando por Paul, sus movimientos eran bruscos, buscaba su propio placer y no le importaba el cuerpo que se encontraba debajo suyo, el cual estaba en deplorables condiciones, piel pálida y cuerpo delgado, su espalda llena de marcas tanto de golpes como de mordidas hechas por Paul, su boca era cubierta por una mordaza la cuál no lo dejaba respirar, esta misma estaba conectada a finas cadenas de plata que sujetaban un par de pinza, las cuales se encontraban ubicadas en los pezones del niño, su cabeza estaba pegada al colchón, su rostro estaba de lado, mirando hacia la pared mientras sus lágrimas escurrían de sus ojos, sus gestos reflejaban todo el dolor que estaba sintiendo en aquel momento, sin embargo, sus dolencias no tenían importancia, los gruñidos que soltaban Paul lograban erizarle la piel, se sentía cansado, era la quinta vez en el día, Paul abusaba de él diariamente, tres veces al día y dos rondas por cada vez, su cuerpo pedía un descanso, su entrada chorreaba semen y sangre.

-cariño, te sientes tan bien- dijo Paul acercándose al cuello de Haruchiyo y clavando allí sus dientes, el pequeño cerró sus ojos y soltó un quejido, el cuál no fue escuchado debido a la mordaza en su boca, Paul había decidido colocar aquel objeto ya que los gritos de Haruchiyo eran desgarradores.

-te gustó tu juguete?- preguntó mientras tiraba del cabello de Haruchiyo para levantarlo y pegar su pecho contra la espalda del niño -mira, si tiramos de estas cadenas es aún más divertido - expresó mientras procedía a jalar con fuerza una de las cadenas.

-ugh fo fagor- trataba de hablar el menor

-no entiendo lo que tratas de decir, pero lo tomaré como un gracias- arremetió más fuerte contra la entrada del menor, finalmente terminó dentro del niño y sacó su miembro flácido del interior de este, dejando caer el cuerpo cansado del menor, el anillo de músculos estaba de color rosado fuerte, casi rojo, antes de que su semen pudiera salir del agujero, colocó un plug de mediano tamaño.

-Haru, sabes que debes agradecer por tu comida, con lo mucho que te gusta y como me provocas para que te la dé- hablaba Paul, mientras apreciaba el cuerpo tendido en aquella cama- Takeomi vendrá a cambiarte, ni siquiera intentes quitarte los juguetes o te irá peor- decía a la vez que se vestía y salía de la habitación, al salir se encontró con Takeomi, quién de inmediato entró a cambiar a Haruchiyo, esa era su tarea, apenas llevaba una semana allí y ya se había vuelto un perro fiel a Paul, esperaba pacientemente que Paul terminara de jugar con Haruchiyo para luego entrar y limpiar el cuerpo de su hermano menor, el cual ya no hablaba, al menos con él, sus sábanas eran reemplazadas por unas limpias y Takeomi se encargaba de vestirlo, claro, si así se podía llamar a usar ropa reveladora.

Sus atuendos eran comprados por Paul, sus extraños fetiches hacían que Haruchiyo usara ropa de niña, y a la vez lencerías.

Takeomi secó el cuerpo desnudo de Haruchiyo, no se atrevió a quitar aquellas pinzas de los pezones del menor, no quería una paliza, simplemente secó aquel cuerpo que parecía muerto, colocó la ropa interior femenina, unas simples bragas de niña pequeña y más encima una minifalda de tablones, claro que se percató de aquel plug en el culo del menor, más lo ignoró, no debía meterse en eso pues no era su problema, colocó un suéter holgado y corto, llegaba un poco más abajo de los pezones del menor, los cuales tenían el mismo color que su entrada
El suéter era blanco, tal vez a Paul le gustaba comprar ropa blanca para recordar la pureza que le arrebató a Haruchiyo.

Takeomi dejó a Haruchiyo en la cama ya limpia, salió de la habitación para dirigirse a la salida de aquella gran casa y así ir a buscar a Senju.
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- cuándo volverá Haruchiyo? Ya no queremos que vengas solo tú, queremos a haru también- reclamaba Mikey a Senju, la niña no respondió, pues tenía prohibido hablar de Haruchiyo.

Destino Incierto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora