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Al llegar a la mansión de Paul, Haruchiyo bajó del auto, Paul lo esperaba en la puerta de aquella casa, presionó el botón del control del vibrador, esperando ver a Haruchiyo hacer alguna mueca, más esto no pasó, por otro lado Takeomi sintió su alma caer, el vibrador estaba en su bolsillo, lo había olvidado por completo, rápidamente llevó a Senju en a su habitación y llamó a Haruchiyo.

-No debí ayudarte, ven aquí- estaba destinado a arrastralo hacia el baño y volver a poner el vibrador en su lugar.

-Takeomi- la voz de Paul era profunda, Takeomi se quedó quieto en su lugar, no debían encontrar el juguete en sus manos, miró a Haruchiyo e hizo que este abriera su mano, y sin que Paul lo notara puso el vibrador en la mano del niño.

-Camina Haruchiyo, tienes trabajo pendiente- el pequeño lo miró aterradoro, se le había olvidado por completo volver a meter aquel juguete, ahora Paul lo golpearía, o peor aún, lo violaría - Creo que fui muy claro en mis órdenes, Haruchiyo- llevó al niño a su habitación, era momento de empezar con aquel proyecto que tanto había estado posponiendo.

-Azat, trae la medicina de Haruchiyo, parece que ya está listo para probarla- ordenó a uno de los empleados -Tú ve quitándole la ropa, no la va a necesitar- volvió a ordenar al otro empleado.

Haruchiyo tenía miedo, mucho miedo, no sabía a que se refería Paul, el no estaba enfermo, no necesitaba ninguna medicina, más no podía contradecir a Paul.

-Te lo advertí Haruchiyo, te dije que sabría si cometías algún error y te castigaría por ello, ahora no quiero quejas- Haruchiyo se encontraba tendido en aquella cama, esperaba que Paul solo abusara de él y luego se marchara, pero no veía movimiento por parte de este.

-Trae las cadenas y asegúrate de atarlo bien, informa en el hotel que Haruchiyo pronto estará listo- sin más que decir se acerca al pequeño -Abre la boca- Haruchiyo obedeció, Paul puso una pastilla en su boca, sería la primera de muchas que Haruchiyo tomaría, un hombre con una bata blanca entró en la habitación, sacó una jeringa y la colocó en el brazo de Haruchiyo, fue la primera vez que le inyectaron droga, para un cuerpo tan delicado y pequeño, debería ser imposible soportar aquella dosis, sin embargo lo resistió.

Haruchiyo se desmayó por el efecto de la droga, el doctor anotó eso y salió de la habitación, Paul besaba el cuerpo desnudo del pequeño, tal vez así era mejor, no haría ruido, movió sus manos hacia las nalgas del menor y no tardó en separarlas, pasó su lengua por aquella entrada que ya conocía muy bien, introdujo su lengua en el interior de Haruchiyo y cuando la sacó colocó su miembro dentro del menor, de ahora en adelante Haruchiyo ya no tendría oportunidad de pedir un deseo cada noche, haría lo que Paul le ordenara.

Haruchiyo despertó y lo primero que observó fue a Paul encima de él, tardó en sentir el dolor en su entrada, sentía náuseas, su cabeza daba vueltas, volvió a cerrar los ojos y para cuando los volvió a abrir, se encontraba mirando hacia la pared, estaba en cuatro, sus brazos estaban siendo sostenidos por Paul.

-Mantenlo despierto, quiero que sienta lo que pasa cuando me desobedece- ordenó Paul

Takeomi estaba en la habitación, la orden fue para él, se dirigió hacia Haruchiyo y le tocó el rostro, el niño quería volver a dormir, se lo informó a Paul y este tomó con fuerza el cabello de Haruchiyo, lo penetró más profundo hasta que Haruchiyo abrió sus ojos de par en par.

-Mañana vendrán invitados Haru, apartir de ahora no lo haré yo solo, tendrás que expandir tu agujero para varios penes- ordenó Paul mientras miraba la espalda del menor, su mirada se mantenía en la unión de sus cuerpos, le gustaba ver su pene entrando y saliendo de Haruchiyo.

Takeomi era un simple espectador en aquella habitación, observaba el cuerpo de su hermano desde la cabeza hasta los pies, cada detalle le parecía enfermizo, Haruchiyo estaba con lágrimas en su vacíos ojos, había moretones de diferentes tonos a lo largo de su espalda, marcas de mordidas en sus hombros y en su pecho, también en sus muslos, las manos de Paul marcadas en la cadera y en las piernas del pequeño, por las cuales chorreaban largas líneas de semen, la sábana de la cama yacía manchada de sangre, el pene de Paul entraba y salía del agujero de Haruchiyo, el sonido que producía hacia eco en su mente, todos estos detalles le ocasionaron una gran erección por segunda vez.

la mirada de Paul pasó de la espalda de Haruchiyo a la cámara que se encontraba en aquella habitación, tomó el rostro de Haruchiyo e hizo que observaba la cámara -Sonríe Haruchiyo- ordenó Paul.

La mente de Haruchiyo se encontraba nublada, no podía pensar correctamente, sin embargo obedeció aquella orden de Paul, aquellas palabras le instalaron un sentimiento de deja vu, las había escuchado antes, más no podía recordar el rostro de aquella persona, pero sus palabras le causaron escalofríos.

Paul usó a Haruchiyo hasta el anochecer, sacó su miembro de la hinchada entrada del pequeño, al hacerlo notó una gran cantidad de semen salir del interior del menor, la tomó entre sus dedos y la volvió a meter en el agujero de Haruchiyo -No debes desperdiciar ni una sola gota haru- dijo para luego colocar un pug, esta vez más grande y ancho que el anterior y con una gema blanca.

Ordenó a Takeomi encadenar a Haruchiyo a la cama, prohibió limpiarlo, y así lo hizo Takeomi.

Haruchiyo despertó e intentó llevar sus brazos a sus ojos para cubrir aquella luz que le molestaba, más no pudo hacerlo, giró su rostro y observó que sus manos estaban sujetadas por cadenas, levantó su cabeza y observó sus pies, también tenían cadenas, quería llorar, más no pudo hacerlo pues sentía que no tenía lágrimas para derramar, su vientre dolió, quiso encogerse más no lo consiguió, sabía a qué se debía, odiaba que Paul pusiera aquel objeto en su entrada, de pronto notó algo más, hacía frío, Paul no le había puesto ropa, estaba desnudo, se sentía pegajoso, ni siquiera lo había limpiado, su cabeza dolió, no tuvo más remedio que volver a dormir, tal vez mañana sería mejor, quizás el día siguiente Paul lo perdonaría y no lo volvería a tomar de esa forma, si, solo tal vez.

Mientras en el hotel que era propiedad de Paul se reunían varias personas, cada una más indecente que la otra, cada uno con más negocios ilegales que el anterior, y cada uno con la mente más enferma que la de el mismo Paul.

Destino Incierto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora