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-Te encuentras bien?- no, por supuesto que no estaba bien, había corrido la carrera de su vida, ni siquiera sabía dónde estaba, su cabeza dolía y de su nariz salía un fino hilo de sangre.

-N-no no lo sé- quería pedir ayuda, más tenía miedo de confiar en un extraño, pensó en ir a la residencia sano, más no conocía el camino desde la casa de Muto hasta allí.

-estás sangrando- y antes de poder decir algo más vio como el menor se desplomaba en el suelo, maldición, ahora de verdad tendría que ayudarlo, lo cargó en sus brazos y se asombró al sentir lo liviano que era, llegó hasta el auto y tocó la ventanilla donde se encontraba su hermano, este bajó la ventanilla y su expresión relajada cambió a una de confusión, había mandado a Rindou a comprar Mochis de Sakura, no a conseguir un niño con cabello rosado, Rindou metió a Haruchiyo en la parte trasera del auto y lo dejó allí -Rinrin qué se supone que haces, no podemos llevar a esa pelusa rosada a casa- el menor no lo miró y se fue a comprar lo que su hermano le había pedido, el mayor observó cómo el de cabellos rosados se encontraba en una posición incómoda, lo acomodó y cubrió con su abrigo mientras encendía la calefacción pues empezaba a hacer frío, sabía perfectamente que Rindou no sería tan irresponsable cómo para llevar hasta su auto a alguien que podría hacerle daño, o al menos intentarlo pues el de cabellos rosados se veía muy débil.

el menor regresó después de un rato y observó que el de cabellos rosados seguía dormido, Ran había limpiado la sangre de la nariz y lo había acomodado mejor en los asientos -Dame mis Mochis y vámonos- emprendieron camino a casa y al llegar Ran cargó a Haruchiyo hasta el interior de la residencia, lo dejó en el sofá de sala y se marchó a la habitación, por otro lado, Rindou recogió los cabellos rosados en una coleta baja para que no le molestaran al menor mientras dormían, admiró el rostro del chico, parecía una muñeca de porcelana, su piel blanca estaba adornada por un moretón en su mejilla, cerca de aquel rombo que parecía ser una cicatriz, lo dejó descansar y fue tras su hermano, no dejaría que el mayor se terminara los Mochis el solo.

-Sousou te matará cuando se entere que cargaste a esa pelusa en tus brazos- Rindou miró a su hermano con el ceño fruncido, no esperaba que Ran fuera a ir de chismoso.

-Entonces le diré a Nahoya que tú también lo cargaste y también le diré que aquella vez que me besaste no estabas ebrio- acusó el Haitani menor, en realidad no sabía si su hermano y su cuñado eran pareja, siempre estaban discutiendo, pero se lo diría si Ran hacía que Souya se enojara con él, y lo del beso, bueno, no era algo anormal entre ellos, no es que su relación fuera incestuosa o algo parecido, simplemente habían ocasiones en las que a Ran le gustaba besar los labios de su hermano, sin embargo en una ocasión Nahoya había presenciado dicho acto y se sorprendió cuando encontró a Ran besando a Rindou, más el Haitani menor se excusó diciendo que estaba ebrio

-Está bien, está bien, no quiero que Naho-chan me mande al hospital, ahora ve y cuida de tu invitado y déjame dormir- mencionó el mayor, a veces desearía tener habitación propia para poder dormir tranquilamente sin tener que escuchar a Rindou, y la tenía, de hecho, estaban prácticamente en su habitación, más preferían dormir juntos y Rindou solo usaba su habitación cuando invitaba a Souya o cuando Nahoya y Ran pasaban tiempo juntos.

El menor salió de la habitación dejando dormir al mayor, fue a la sala y se aseguró que el de cabellos rosados estuviera cómodo en el gran sofá y se dirigió a la cocina en busca de algún jugo, su teléfono vibró en el bolsillo del pantalón, era una llamada de su novio, contestó y se pasó toda la tarde hablando con él, le contó lo que había pasado para que no se enterara por boca de otros y lo malinterpretara, su novio le agradeció haber ayudado a aquel desconocido y finalmente terminaron la llamada

Haruchiyo despertó agitado pues estaba teniendo una pesadilla, cubrió sus ojos ya que la luz molestaba su vista, se levantó del sofá y caminó siguiendo una voz que se escuchaba en lo que a su parecer era la cocina, se encontró con aquel chico de ojos violetas el cual había visto antes de caer desmayado, este lo miraba de regreso, celeste y violeta chocando en un silencio un poco incómodo, Rindou temía asustar al menor pues este se veía tan delicado - Quieres un poco de agua?- genial, no se le había ocurrido nada mejor, el de cabellos rosados asintió y Rindou le pasó una botella con agua -Debes ponerte hielo en la mejilla o se hinchará - no se acercaba ya que el de ojos celestes parecía estar atento a cada movimiento que daba.

Destino Incierto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora