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Takeomi entró en la habitación, eran casi las 5 de la mañana, el último invitado salía de la mansión, el pequeño Haruchiyo estaba exhausto, el efecto de la droga estaba desapareciendo, pero vio claramente a Takeomi entrar en la habitación, este lo observó detenidamente, cada mordida, cada moretón, la cama era un desastre, había fluidos y manchas de sangre por todas partes, no lo pensó, no escuchó a su conciencia que le decía que se arrepentiría, tomó a Haruchiyo de los pies e hizo que abriera sus piernas, sacó su miembro dispuesto a meterlo en el agujero del menor, pero las palabras de Haruchiyo lo detuvieron.

-Si lo haces nunca te perdonaré, eres mi hermano, no quiero que me hagas esto, por favor sálvame- su voz estaba rota, tal vez de tanto rogar y llorar.

-Apartir de ahora, tú y yo ya no somos hermanos- dijo para luego hundir su miembro en el interior de Haruchiyo.

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Despertó con lágrimas en sus cansados ojos, otra vez aquella pesadilla que tanto lo atormentaba, se levantó de la cama dispuesto a tomar una ducha, el teléfono sonó, era Mikey.

-Te veo en el templo en una hora- y colgó la llamada, Haruchiyo entró al baño, lavó sus largos cabellos y refregó su pálida piel, después de un buen rato salió del baño, secó su cuerpo y lo cubrió con ropa cómoda, secó su cabello, tomó su teléfono y salió de la habitación.

-Paul dijo que no tenías permiso para salir hoy- a lo largo de los años, Senju creció y cada vez se parecía más a Takeomi, era consciente de lo que le hacían a Haruchiyo, pero desde su perspectiva, mejor a él que a ella.

-No te estoy preguntando, puedo salir cuando yo quiera- y se fue de aquella casa, dispuesto a pasar todo el día fuera, Senju lo observó enojada, Takeomi sabría de eso.

Caminaba por las solitarias calles, trataba de mantener su mirada y su mente ocupada, no quería pensar en nada, a lo lejos pudo distinguir a Mikey, este llevaba una gabardina negra con bordes en dorado, se acercó a este con la intención de abrazarlo, si bien no le gustaba el contacto físico, con Mikey era distinto, lo amaba tanto que incluso dejaba sus miedos de lado, después de todo, Mikey siempre había estado con él, y así seguiría siendo.

Mikey no correspondió aquel abrazo, como cada vez que Haruchiyo lo hacía, esto no desanimó al menor, conocía a Mikey, este era una buena persona con todos, incluso con él, no tenía de que quejarse.

-Sigueme, te presentaré a alguien, será tu capitán en la toman, quiero que te unas a mi pandilla- soltó Mikey mientras devoraba un dorayaki -es aquel sujeto de allí, señaló a un tipo alto que se encontraba en un asiento de aquel parque.

-No estoy interesado- respondió Haruchiyo, tenía la intención de irse de ese lugar, pero Mikey lo detuvo, lo sujetó de la parte trasera de su abrigo y lo llevó hasta donde se encontraba ese tipo.

-Te presento a tu vicecapitan, cuídalo por mí, no puedo estar vigilándolo siempre, su actitud es problematica, así que no puedo ponerlo en la división de Baji, si surge algún problema infórmamelo, los dejo para que se conozcan.

Soltó a Haruchiyo y se fue de ese lugar, lo dejó allí, con alguien que no conocía, lo abandonó, no lo aceptaría, se iría de ese lugar, no quería conocer a aquel tipo de mirada aburrida.

Haruchiyo se levantó del suelo dispuesto a salir corriendo, regresaría a casa si era necesario, más no pudo dar ni un paso pues aquel sujeto tomó el cuello de su abrigo y lo arrastró a una cafetería.

- Suéltame, no quiero ir contigo, me iré a casa-

-Iremos a desayunar, gracias a Mikey no he desayunado, y tengo que conocerte así que vendrás conmigo.

Lo llevó a su cafetería favorita, Haruchiyo tenía su mirada pegada en el suelo, no hablaría con ese tipo.

-Un café y una tarta de queso- lo escuchó ordenar -qué vas a comer tú?- le estaba hablando, no quería contestar, y no lo hizo -una malteada de fresa y otra porción de tarta de queso- habló por él, Haruchiyo no pensaba comer, no quería comer algo que un extraño ordenó para él.

-No tengo hambre y tampoco tengo dinero-

-No te estoy preguntando, yo pagaré y tú te comerás todo o se lo diré a Mikey

Silencio, un silencio se formó en la mesa, no tenían todo el día, así que el tipo alto empezó a hablar.

-Me llamo Yasuhiro Muto, tengo 18 años, cómo te llamas?- preguntó a Haruchiyo.

- pregúntale a Mikey- no le importaba ser grosero, no podía pensar en nada más que en la forma en que Mikey lo abandonó, la mesera trajo la orden y el tipo que ahora sabía se llamaba muto, comenzó a comer.

No quería comer, pero no recordaba la última vez que había comido en su casa, tomó la malteada, bajo la atenta mirada de Muto, le gustó, le gustaban las cosas dulces, bebió toda la malteada y probó la tarta, también le gustó, no lo admitiría, no delante de ese tipo.

Al salir de la cafetería caminaron un rato sin rumbo fijo y en silencio, hasta que Muto habló -Dime tu nombre, no quiero preguntarle a Mikey- su voz detonaba firmeza, era una orden, por un momento pensó en decirle su nombre, más se arrepintió ya que ese nombre estaba sucio para él.

-No te diré nada así que no- Muto lo tomó del brazo, no ejerció tanta presión, pero si la suficiente como para que Haruchiyo se quedara quieto, odiaba que lo toquen, se sentía sucio, intentó safarze de aquel agarre, pero solo consiguió lastimarse.

-No te soltaré hasta que me digas tú nombre, ahora habla- ordenó Muto, no quería lastimar a alguien que se veía tan frágil, más no tenía opción.

-Me estás lastimando, por favor suéltame- su voz se quebró, empezaría a llorar si Muto no lo soltaba, pensó en algo rápido, una forma de que Muto lo soltara, más no quería decirle nada de él - Me llamo sanzu, ahora suelteme.

-Sanzu? Que hay de tu edad?-

-16 años- el agarre en su brazo se aflojó, se alejó de Muto, había mentido, pero no le importaba si Muto descubría eso, tardaría en saberlo.

-A dónde crees que vas?- Cuestionó Muto al ver que se alejaba.

-Iré a casa, acaso vas a segurime?- otra vez esa actitud, Muto tendría que trabajar duro en el carácter de aquel chico.

-No irás a tu casa, irás a la mía, acaso Mikey no te lo informó?- no, eso no era posible, ahora tendría que irse con ese tipo, no podía hacer eso, tenía que volver o estaría en problemas.

Yasuhiro tomó a Haruchiyo de la cintura y lo cargó en su hombro, lo escucho reclamarle e insultarlo, más no se inmutó ante eso, cumpliría la orden dada por Mikey.

Haruchiyo pensaba en la excusa que le daría a Paul, seguro lo castigaría, se rindió al intentar hacer que Muto lo bajara, tal vez pasar una noche fuera de aquella casa no estaría mal.

Destino Incierto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora