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-Puedes quedarte en esta habitación haru, y no te preocupes, te protegeré tanto como pueda- habló el mayor de los sano, cómo había convencido a Haruchiyo de ir con él? Ran lo hizo, le explicó a Haruchiyo el peligro que corría al estar con ellos, pero prometió ir a visitarlo cada semana, el menor reconoció la habitación que Shinichiro le asignó, era la habitación de Izana, a quien no había visto desde que era un niño, solo asintió a lo dicho por el mayor y se recostó en la cama, Shinichiro se retiró dejándolo dormir, Haruchiyo se sentía una molestia, no tenía un hogar al cuál regresar y gracias a eso tenía que esperar compasión de otras personas.

El tiempo pasó y con ello los problemas iban y venían, los primeros días fueron una tortura para Haruchiyo, ni siquiera comía, su cuerpo se calentaba de la nada y me pedía sexo a toda costa, Haruchiyo intentaba calmarlo usando sus dedos, más no er...

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El tiempo pasó y con ello los problemas iban y venían, los primeros días fueron una tortura para Haruchiyo, ni siquiera comía, su cuerpo se calentaba de la nada y me pedía sexo a toda costa, Haruchiyo intentaba calmarlo usando sus dedos, más no eran suficientes, Ran y Yasuhiro le explicaron la situación a Shinichiro y este se llenó de ira contra Takeomi, Paul y Senju, compró calmantes y odiaba tener que inyectarselos al menor, pues el número de piquetes en sus brazos solo aumentaban, lo llevó al médico y este le informó que los otros piquetes de aguja se debían a drogas que eran introducidas en el cuerpo del menor desde temprana edad, su rabia contra Takeomi aumentó, pues este era el principal causante de que Haruchiyo estuviera en esas condiciones, Ran entendió lo que el cuerpo del menor necesitaba y aún que no le gustara la idea de comprar aquél objeto, tuvo que hacerlo por el bien de Haruchiyo, el menor se sorprendió y se asustó cuando Ran le entregó aquél pene de plástico, quería pedirle a Shinichiro que se lo entregara pues el no tenía cara para hacer algo así, pero pensó que el menor sentiría más vergüenza, Ran le explicó el motivo por el cual había comprado aquello y lo dejó en las manos del menor quién al levantar la mirada y chocar con aquellos violetas se sonrojó y avergonzó, se sentía expuesto, como un adolescente que acababa de ser descubierto por su madre en medio de una masturbación, el mayor le dijo que no tuviera vergüenza pues no era su culpa lo que le pasaba a su cuerpo y Haruchiyo asintió.

El tiempo pasó y con ello los problemas iban y venían, los primeros días fueron una tortura para Haruchiyo, ni siquiera comía, su cuerpo se calentaba de la nada y me pedía sexo a toda costa, Haruchiyo intentaba calmarlo usando sus dedos, más no er...

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No usó aquél juguete hasta que lo vio necesario, siempre que se sentía caliente cerraba la puerta de su habitación con pestillo, evitando avergonzarse por hacer aquél acto tan desagradable para él, le repugnaba tocar su sucio interior, mil recuerdos azotaban su mente con cada embestida de aquél juguete, cuando el calor se disipaba su mente se aclaraba y Haruchiyo lloraba, tomaba largas duchas y pedía perdón al cielo por ser tan impuro, luego iba y abrazaba a Shinichiro o a Wakasa, se quedaba dormido en sus brazos y despertaba en su habitación.

Destino Incierto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora