CAPITULO 22

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Cuando llegué a mi clase de español me deslicé en el asiento al lado de Ginny

-Hola, ¿cómo fue el castigo con el Sr. Buenorro?.- me preguntó, mirándome con celos.

Me encogí de hombros y me desplomé en mi asiento, deseando que el día se hubiese terminado ya. Esta mañana me preparé para un encuentro con él, ya había tenido dos y tenía una hora entera de mi peor asignatura por delante. La vida era cruel.

Dos horas más tarde estaba siendo llevada a ciegas por el pasillo por Ginny

-En serio, ven a babear por el nuevo profesor ardiente. Te sacará de la cabeza a ese tonto que tienes por ex.- insistió.

Suspiré, deseando poder contarle y que entendiera por qué era esa exactamente la razón por la que no quería ir a matemáticas.

Me paré fuera de su clase.

-No, voy a saltármela, me duele la cabeza. Tan solo consígueme cualquier tarea que me pierda, ¿vale?.- dije, meneando la cabeza.

No podía soportar verle nunca más; ya estaba física y emocionalmente cansada. Mi falta de sueño de la última noche me estaba pasando factura haciendo que me escocieran los ojos.

-No estás enferma, sólo quieres irte a casa y hacer pucheros por ese idiota que todas formas no te merece. Que le jodan, puedes conseguir algo mejor que un camarero vago. Una pequeña dosis del profesor Sr. Buenorro te espabilará. Y si el sonido de su voz sexy no lo hace entonces te apuesto que podría hacer desaparecer tu dolor de cabeza con sólo una de esas sonrisitas sexys.- Movió las cejas alegremente hacía mí.

Gruñí y agité mi cabeza en protesta.

-Definitivamente me la salto.

Alguien aclaró su garganta detrás nuestra. Salté, mirando rápidamente para ver a Bruno de pie detrás nuestra con una expresión divertida en su cara.

-Damas, ¿Es esta una discusión privada acerca de lo bueno que estoy o puede unirse cualquiera?.- preguntó, sonriendo con suficiencia mientras Ginny se ponía roja como un tomate y se reía nerviosa.

-Y nada de saltarse la clase, Señorita Wright.- añadió.

Sus preciosos ojos se encontraron con los míos pareciendo atraparme con su mirada. No podía apartar la vista mientras contenía la respiración en mi garganta.

Sus ojos eran cálidos y alegres y tan sumamente parecidos a los de mi Bruno, que incluso me dolían las entrañas.

Ginny agarró mi brazo y tiró de mí hacia el interior del aula antes de que pudiera decir nada en absoluto.

-Eso fue muy embarazoso, ¡no puedo creer que escuchara todo eso!.- siseó en mi oído.

Me reí por lo bajo con pesimismo. Conociendo a Bruno probablemente le gustaba oir que la gente pensaba que estaba bueno. Giré rápidamente los ojos hacía él para ver una pequeña sonrisa en su cara mientras se dirigía a su escritorio.

Éramos las últimas en entrar por culpa de toda la discusión de fuera así que las mesas estaban bastante llenas. Había dos asientos vacíos, uno en la primera fila cerca de Theodore y la otra en la última fila cerca de una chica que, honestamente, no tenía un olor muy agradable. Sopesé mis opciones y decidí que iría al fondo y así no tendría una buena vista de Bruno.

-Voy al fondo.- dijo Ginny rápidamente casi como si huyera de mí, su cara todavía ardiendo por el bochorno.

Gruñí en voz baja y me encaminé al asiento junto a Theodore en la parte delantera. Me sonrió con calidez. Saqué mi cuaderno y mi bolígrafo, mirando furtivamente a Bruno mientras se sentaba en la cabecera de su escritorio luciendo todo sexy y seductor sin ni siquiera intentarlo.

A mí no me importa la edad [BM] |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora