EPILÓGO

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-Estoy tan nervioso que me siento mal.- murmuró Bruno, sacudiendo la cabeza, agarrando mi mano con fuerza.

Sonreí y traté de fingir que yo estaba segura, de que todo estaría bien, cuando en realidad sabía que no lo estaría. Estábamos a punto de decirle a mis padres que él era mi maestro, que estuvimos juntos el verano pasado, y que nos mudábamos a Nueva York juntos. Esto no iba a terminar bien en absoluto.

-¿Preferirías que les dijera por mi cuenta y luego presentarte mañana? Tal vez esa sería una mejor idea.- sugerí, haciendo una mueca.

Tal vez no se pusieran tan locos si no estamos lanzando todo en sus caras de una sola vez. Yo sabía que mi padre estaría furioso por eso. Él estaría seriamente molesto de que hubiera mantenido esto en secreto, estaría incluso más molesto de que Bruno fuera más viejo, pero iba a estar hirviendo de furia de que fuera mi maestro.

Bruno sacudió la cabeza y frunció el ceño.

-No voy a dejarte que hagas eso tú sola.- protestó.

Él asintió con la cabeza hacia la puerta.

-Vamos, linda. Vamos a hacer esto.

Tomé una respiración profunda y metí la llave en la cerradura, abriendo la puerta, sintiendo mi corazón hundirse mientras escuchaba el clic.

La TV estaba encendida en el salón, mis padres se estaban riendo de algún programa que estaban viendo. Jalé a Bruno dentro de la casa conmigo y cerré la puerta silenciosamente detrás de nosotros. Le sonreí tímidamente antes de ir de puntillas y presionar mis labios en los suyos, besándolo suavemente.

-Te amo. ¿Si ellos me corren puedo quedarme en tu casa?.-  Susurré, mirándolo con esperanza.

Él sonrió.

-Por supuesto que puedes. Es realmente malo de mi parte esperar que te corran, ¿no?.- espondió él, guiñándome el ojo.

Me reí y golpee su pecho con la palma de mi mano, asintiendo con la cabeza hacia el salón. Él sonrió y me besó en la frente suavemente.

-Te amo también por cierto.

Cerré los ojos y tomé un par de respiraciones profundas antes de encaminarnos al salón, viendo a mis padres sentados allí viendo TV, acurrucados en el sofá, compartiendo un tazón de palomitas de maíz.

Mi mamá nos vio primero. Ella sonrió feliz, pero luego sus ojos se fijaron en Brumo que estaba de pie ligeramente detrás de mí, todavía sosteniendo mi mano en un agarre feroz. Su sonrisa se convirtió más en una educada expresión perpleja mientras lo miraba con curiosidad, como si tratara de averiguar si ella lo conocía o no.

-Eh, hola.- murmuré, notando cómo mi voz temblaba con los nervios mientras hablaba.

Mi padre, entonces, levantó la vista del televisor y frunció el ceño, su expresión convirtiéndose en el policía malo que acontecía cada vez que conocía a un chico que traía a casa para conocerlos.

-Hola, hija.- él respondió, su voz tensa, con los ojos fijos en Bruno.

Yo estaba sudando. Podía sentir el sudor formándose sobre mi labio superior, cuando estaba tan nerviosa.

-Eh, bueno, tengo a alguien que quiero presentarles.- empecé, sin saber cómo iba a poner en marcha esta conversación.- Este es Bruno Mars.- Tiré de él un poco hacia delante, asintiendo con la cabeza en su dirección.- Bruno, estos son mis padres.

Bruno sonrió y dio un paso adelante con la mano extendida. Mis padres se levantaron, también, los ojos de mi madre parpadeando preocupados hacia mi padre. Ella evidentemente sabía cómo era él también.

A mí no me importa la edad [BM] |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora