Capítulo 7

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Capítulo 7

Cassian

Mi pie golpeaba contra el suelo en un ritmo impaciente. Una y otra vez, el eco de los golpecitos resonando suavemente contra el suelo de mármol color negro. Miré hacia la gran entrada, donde entraban y salían varios de los habitantes de la Ciudad Tallada; machos, hembras... Sin embargo, ninguna de las que entraban eran ellas. Apreté los dientes ya sin poder soportarlo. ¿Dónde estaban? Había pasado una maldita hora desde que la fiesta había empezado y seguía sin haber rastro de Mor y Lea. "Joder, ¿dónde coño...?" Mis pensamientos se vieron interrumpidos por una risa que conocía bien. "Cálmate, tu mal humor irradia hasta dos metros a la redonda desde tu posición" Busqué con la mirada a Rhys, quien estaba sentado en su trono, con Feyre a su lado. "Cállate" Ladré en respuesta. "¿Dónde demonios está Mor?" Exigí saber. "En camino, deja de tocar las pelotas Cassian y saca a bailar a Nesta, relájate." Con aquello, sus garras se desvanecieron de mi mente y bufé, más obedecí. Tenía que calmarme.

Dirigí mi atención a Nesta, que estaba junto a Elain. Este año llevaba un vestido plateado, con abertura a la altura del muslo en ambas piernas; escote en v y patrones de llamas en la parte final del vestido. Su cabello suelto con un broche sencillo de diamantes. Era una imagen exquisita. Elain en cambio, distinta al año anterior, dejó de lado la opción de llevar un vestido negro y esta vez se puso uno de colores más vivos; eran los que mejor le sentaban, los que más vida le daba a su bello rostro.

Tenía que relajarme. Lea estaba junto a Mor, no le pasaría nada. Y en caso de que pasara, ya lo sabríamos. Aunque siendo honestos, estar en este lugar tan detestable no hacía que mi humo mejorara mucho.

Fui hacia Nesta y su hermana, cuando mi pareja me miró a los ojos, sentí un sentimiento de relajación recorrer cada parte de mí. Traté de darle mi mejor sonrisa.

—¿Quieres bailar?— Le tendí mi mano, haciendo una reverencia algo exagerada que le arrancó una disimulada sonrisa.

—¿Recuerdas cómo bailar?— Bromeó, a lo que la miré con exagerada ofensa. Era verdad que había pasado bastante tiempo desde la primera y última vez que bailamos, sin embargo le había pedido a Mor el favor de que volviera a darme clases hace unas semanas.

—La duda ofende. Tenme más confianza.— Puso su mano entre la mía y la acerqué a mi mientras la llevaba a la pista de baile. Allí, puse mi mano en su cintura, comenzando a bailar un lento waltz. Había algunas otras parejas bailando también.

El hecho de mirarla a la cara mientras bailábamos juntos, nuestros cuerpos cerca; sus ojos claros fijos en los míos, su esencia...esto era lo que necesitaba. Concentrarme en mi pareja, mi hermosa pareja.

Ambos nos perdimos en el baile, moviéndonos al ritmo de la música y nuestros cuerpos rozándose con cada vuelta, con cada paso. Nesta bailando era puro arte, belleza en su máximo esplendor.

Todo a nuestro alrededor pareció ralentizarse mientras me perdía en esos preciosos ojos y dábamos vueltas, mis labios curvados hacia arriba como hipnotizado sin poder evitarlo.

—Pareces más tranquilo ahora.— Habló ella con una expresión suave en sus preciosas facciones. Por un instante no supe de qué me estaba hablando. —La chica nueva, Lea.— Recalcó.

—¡Ah! Sí, claro.— Me sentí un poco nervioso sin saber por qué. —Sé que parezco un poco obsesivo, pero no puedo evitarlo. Es como...si fuera una hermana menor para mí. La veo tan pequeña y débil y siento una extraña necesidad de...protegerla.— Algo en mi interior pareció chirriar de incomodidad ante mis propias palabras, más lo ignoré.

—Siempre has sido así. Bueno y generoso, queriendo ayudar a los más débiles y necesitados. Aunque a veces...— Nesta hizo una ligera mueca, sus cejas juntándose.

Una corte de Estrellas y LiriosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora