Capítulo 12

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Capítulo 12

Lea

Lentamente nos acercamos a la cabaña. Ninguno habló, tan sólo se oían nuestras respiraciones pausadas y muy silenciosas, casi como si pensáramos que si respirábamos muy fuerte, algo podría atacarnos. Irónico porque supuestamente la Tejedora ya estaba muerta y no deberían haber mayores peligros, al menos no tanto como ella lo era. Con cada paso que daba, mi cuerpo se iba enfriando y notaba el sudor caer por mi frente despacio, muy despacio.

En una gran zancada, antes de que me pusiera cara a la puerta, Cassian se adelantó y mi visión cambió de la madera a su espalda amplia con sus enormes alas medianamente plegadas. Miré su mano acercarse al pomo de la puerta y mi respiración ya de por sí lenta, casi se detuvo cuando sus dedos lo agarraron. Crujió un poco al abrirse y mientras abría la puerta, chirrió. Un sonido agudo y que me puso los pelos de punta. No sonaba como cualquier puerta abriéndose, parecía tener algo perturbador y desagradable.

Cassian empujó la puerta hasta que la entrada estaba abierta de par en par, mostrándonos el oscuro interior. Dió un paso hacia dentro, fundiéndose con la oscuridad, que apenas dejaba visibilidad del interior; al menos para mis ojos humanos. Afortunadamente, los sifones rojos de Cassian brillaban lo suficiente, iluminando tenuemente algunas zonas. Caminé detrás de él hasta que estuve lo suficientemente cerca que incluso sus alas podrían rozarme el rostro si se moviera o diera la vuelta.

—Supongo que a ninguno se le ocurrió traer una vela o algo.— Murmuré, entrecerrando mis ojos para acostumbrarme a la poca visión y tratar de ver aunque fuera un poco más.

—Parece que no.— Respondió con algo de diversión en su tono.

—Pero es raro...— Miré hacia detrás, la puerta y a las ventanas, estábamos en plena mañana y la luz de fuera, por muy opaca que fuera por la niebla gris, bastaba para iluminar la casa y poder ver claramente. —¿Por qué la luz natural no ilumina este lugar?—

—Si lo supiera ya tendría una solución.— Le dí un golpe en la espalda, en la zona central entre la empuñadura de sus alas. —Ouch.—

—Muy gracioso.— Avancé hacia un lado, alejándome de Cassian a quien me pareció escuchar que soltaba un bufido.

Iba un poco a ciegas, evidentemente, así que estiré mi mano por delante de mi cuerpo para tantear el terreno y arrastraba mis pies, evitando así un posible tropiezo. La luz débil carmesí de los sifones de Cassian sólo iluminaban hasta cierto rango de distancia así que aún habían zonas completamente oscuras.

Me deslicé hasta que mis dedos tocaron una superficie fría y dura, fruncí los labios y apreté los dedos, palpando. Era madera. Una mesa de madera. Moví los dedos por la mesa hasta que un dolor pequeño y agudo me atravesó por uno de los dedos. Solté una maldición baja y alejé la mano rápidamente. Tenía un corte en mi dedo índice, lo suficientemente profundo para que sintiera la sangre gotear.

No pasaron ni dos segundos cuando la gran mano de Cassian cubrió la mía, con cuidado de no tocar la zona herida. Abrí los ojos sorprendida.

—Sangre, te has cortado.— Pude vislumbrar un poco sus cejas ligeramente torcidas, arrugadas.

—¿Cómo lo...?— Suspiró profundamente.

—Lo he olido.— Oh, claro. "Cosas de Inmortales supongo". Pronto sentí un pañuelo en mi dedo, presionando en el corte para hacer que dejara de sangrar. —Se me ha olvidado avisarte de que Stryga tenía la macabra costumbre de coleccionar cuchillos. Ten cuidado. Un corte es suerte porque están lo suficientemente afilados para amputar tu carne sin darte cuenta.—

Una corte de Estrellas y LiriosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora