Capítulo 18

337 19 9
                                    

Capítulo 18

Cassian

—Explícate.— Exigí, mis pies moviéndose velozmente hacia la figura recta y unos pocos centímetros más baja que la mía. —¿Cómo que Lea ha sido descubierta?

Apreté ambas manos en poderosos puños a cada lado de mi cintura, los nudillos cubiertos de un tono marfil. La mandíbula me dolía de lo apretada que la tenía y mi ceño estaba fruncido, deseando que mi amigo no se perdiera ni una pizca del enfado que recorría cada fibra de mi ser.

—Verás...— Rhys miró brevemente a Feyre. La vergüenza se reflejaba en sus facciones, más no dejé que aquello me hiciera perder la compostura.

—¡Habla de una maldita vez!— Grité sin poder contenerme, haciendo saltar a todos de la sorpresa en la habitación.

—¡Cassian!— Nesta llamó mi atención pero la ignoré. No la escuchaba, sólo miraba a los ojos violáceos brillantes con una disculpa silenciosa de Rhys. Una disculpa que decidí ignorar porque lo único en lo que podía pensar, imaginar, era a Lea. En manos de Koschei. Torturada...o peor aún, muerta.

—Te dije que no debíamos enviarla.— Mi voz salió grave, fría. Mi atención aún seguía dirigida a mi Alto Lord, a quien sólo miraba con una profunda ira. —O que al menos, fuera acompañada. ¡Ni siquiera le pusiste un mísero escudo de esos que usaste con Feyre!

—Sí lo usó.— Intervino Feyre con voz calmada, hablando por su compañero. —¿Cómo crees que Rhys sabe que Lea ha desaparecido?— Su mirada calmada hizo que la tensión sobre mis hombros se relajara pero siguió sin desaparecer.

—He notado esa gota de mi poder evaporarse, como si hubiera sido anulada.— Habló finalmente Rhys, como si hubiera conseguido recomponerse lo suficiente para hablar y explicarse. —Cass...lo siento...

Negué con la cabeza; no sabía si para intentar aclarar todos los horrorosos escenarios que aparecían en mi mente junto a la mezcla de emociones buyendo en mi interior o como una forma rápida y desinteresada de decirle que lo olvidara y le perdonaba. Era irónico, ni siquiera estaba enfadado con él. Estaba furioso conmigo mismo y con Lea.

Conmigo por no haber sido lo suficientemente firme, por haber sido tan ingenuo al creer que toda esta locura saldría bien. Tendría que haberla obligado a abrir los ojos, a que no moviera ni un dedo. Al fin y al cabo todo este asunto no le incumbía. Ella había caído aquí de casualidad, no conocía ni un cuarto de este mundo, sus tierras, historia o habitantes. No había razones para que arriesgara su vida por nosotros.

Estaba muy furioso. No recordaba la última vez que me había sentido así. Tan enfadado que sería capaz de matar a cualquiera que se atreviera a mirarme mal aunque solo fuera de reojo.

La ira bullía más y más, amenazando con consumirme si no me calmaba. Sin embargo no podía encontrar un motivo para relajarme. Ni siquiera los ojos fríos y serenos de mi pareja o su voz podían hacerlo. Tan sólo pensaba una y otra vez en esa humana que en tan poco tiempo había logrado hacerse con un pedazo de mi corazón sin siquiera darme cuenta.

Era un imbécil y Lea una idiota imprudente. ¿Por qué había tenido que hacerse la valiente?

Respiré profundamente, tratando de controlar las oleadas de ira.

Cerré los ojos y me pasé una mano por el pelo despeinado. La noticia de Rhys me había sorprendido demasiado, tanto que había sacado a Nesta de la cama en sus ropas de dormir. Antes de que ella, e incluso yo, fuera consciente, ya estábamos volando hacia la Casa del Río.

—No ha pasado ni un día.— Murmuré al recordar que actualmente era pasada la medianoche. Apreté la boca en una fina línea y clavé la mirada, dura y seria, en Rhys. —Iré a buscarla, con o sin tu permiso.

Una corte de Estrellas y LiriosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora