Capítulo 17

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Las estrellas cubrieron el cielo y pronto llegó la noche. Louis pudo ver todo a través del ventanal principal de la habitación (ahora cerrado) que observó por horas y horas sentado en una esquina de la enorme cama con gesto serio y ojos apagados.

Los minutos seguían pasando y el omega seguía solo en esa habitación.

Aeve apareció y le entregó la cena, que seguía exactamente donde la beta la había dejado, fría y abandonada. Ella le dijo a Louis que le traería más mantas, pues la noche sería fría.

Louis no quería imaginar que pasaría la noche solo allí, pero no podía evitarlo.

El tiempo pasó y la beta volvió con las mantas. Louis le agradeció con palabras suaves y ella le sonrió casi con pena, el omega bajó la cabeza y luego ella se marchó.

Cuando la nieve comenzó a caer del cielo Louis soltó un suave suspiro, volteó a ver la mantas que estaban al otro lado y se resignó.

Pasaría la noche en esa habitación, porque ya ni siquiera dudaba de que cierto alfa de rizos y ojos verdes apareciera por ahí, con sus palabras amables y movimientos suaves.

Sabía que Harry no iría como le había dicho. Había pasado todo el día esperando algo que no llegó, y no entendía porqué, hasta cierto punto, eso le incomodaba en el pecho como una suave capa de tristeza.

El frío comenzó a ser demasiado y Louis todavía no lograba identificar lo que sentía dentro de sí, por lo que seguía en la misma esquina de la cama donde había estado sentado todo el día. Había muchas dudas, muchas especulaciones, muchas situaciones en las que pensaba y pensaba.

¿Iba a quedarse? Si se había ido porque había querido, ¿por qué estaba tan seguro de querer quedarse otra vez? ¿Qué había cambiado? ¿Era real lo que sentía recorriendo su cuerpo? ¿La calidez de su pecho, el sentimiento de que era correcto?

¿Qué demonios estaba pasando con él?

La madera de la puerta resonó con suavidad tres veces, Louis se sobresaltó y volteó rápidamente alerta. La cabeza del alfa asomándose fue lo primero que el ojiazul identificó.

Harry recorrió la habitación con la mirada hasta que sus ojos se encontraron con los del omega y luego lamió con suavidad sus labios.

—¿Puedo pasar? —preguntó en voz baja.

Louis sintió algo removerse en su estómago, pero lo ignoró. Lo que sí no ignoró fue la tranquilidad que le recorrió por completo.

Asintió de inmediato incorporándose un poco al verlo entrar y cerrar la puerta detrás de sí.

A diferencia de otros días, Harry no comenzó a deshacer el nudo de su corbata y tampoco desabrochó los botones de su camisa. Simplemente se quedó de pie al otro lado de la habitación y metió sus grandes manos repletas de anillos a los bolsillos de su pantalón.

Los labios de Louis casi temblaron mientras compartían miradas silenciosas.

—Pensé que no vendrías —admitió el omega siendo el primero en hablar, desviando la mirada luego.

El alfa tragó saliva suavemente. Observó la cena intacta en el buro a lado de la cama y también las mantas extras, pero no comentó al respecto.

No quería decirle a Louis que debió comer, no quería decirle que debería cubrirse porque estaba muy helado, no quería sobrepasar líneas que ahora sabía existían, aún si su alfa gruñía en su pecho exigiendo que cuidase del omega.

—Tenemos una charla pendiente. —respondió. Sus ojos verdes yendo a parar curiosos en la nieve que caía fuera a través de la ventana.

—¿Entonces después de que tengamos la charla no vas a venir más?

Luna de Sangre | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora