Capítulo 19

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Louis se encontraba comiendo de un pequeño tazón de moras frescas que Aeve había llevado para él por la tarde, luego de la comida. Las comía vagamente mientras hojeaba con suavidad las páginas de un libro de botánica en sus manos, concentrado y guardando datos relevantes en su cabeza.

Podía escuchar el crujir de la leña consumiéndose en la chimenea al frente suyo y también sentía el cálido rumor del fuego calentar sus mejillas. Eran días de nieve, y aunque en ese momento no estuviese nevando no evitaba que el clima fuese frío y denso.

Louis agradecía tener varios abrigos encima, junto a un par de mantas y cojines en su (nombrado por él mismo) nidito de lectura. Sí, ese pedacito de suelo donde mantas y cogines que olían a él -y también a cierto alfa rizado- se arremolinaban alrededor suyo delante de la chimenea. Era su lugar favorito para estar dónde solía pasar gran parte del tiempo.

Habían pasado ya varios días desde que las cosas se habían aclarado suavemente entre él y Harry. Las rutinas de ambos no habían cambiado mucho y si bien Louis a veces se encontraba deseando algo más qué hacer aparte de andar solamente por ahí existiendo, no podía quejarse ya que Harry realmente se esforzaba lo suficiente para que estuviese cómodo en cualquier sentido y aspecto. Así que Louis se quedaba en la habitación, y como no tenía ningún amigo ni compañero, solo a veces salía a caminar por los pasillos curioseando en una parte u otra perdiéndose allí y allá porque realmente la casa era muy grande.

También se había escabullido demasiadas ocasiones dentro de la biblioteca -privada- de Harry para tomar uno que otro libro que le pareciera interesante y aunque los pequeños montoncitos alrededor de la habitación cada día estuviesen más altos, el alfa no mencionaba nada al respecto. Y el omega lo agradecía.

Aunque Louis no iba a mentir. No podía pasar el resto de su vida leyendo libros como un ratón de biblioteca. Sus días realmente se estaban volviendo cansados de hacer prácticamente nada.

Y cómo Harry le había dicho que podía decirle cualquier cosa, le comentaría respecto a eso. Hacerlo seguramente evitaría cualquier altercado o malentendido en el futuro. La falta de comunicación no sería más un problema entre ellos, el omega se lo había prometido al alfa.

Después de todo, Louis solo quería algo qué hacer. No sabía si podía pensar en permitirse seguir con sus estudios, pero eso sería bueno ya que siempre le había ido relativamente bien en la escuela.

Ya miraría opciones una vez que hablase con su alfa.

Porque irremediablemente lo había aceptado y podía admitirlo y decirlo en voz alta sin molestias o preocupaciones.

Harry era su alfa.

A menudo Louis ocupaba su mente pensando en diferentes cosas. A veces analizaba todo desde su llegada a ese lugar y aunque le seguía resultando algo extraño, había comprendido que a pesar de la manera grotesca en la que había llegado ahí, había podido acostumbrarse.

Se había podido acostumbrar a compartir sus mañanas con un alfa que le sonreía mientras se acomodaba la corbata y él seguía enredado en las sábanas calientitas de la cama con ojitos somnolientos.

Se había podido acostumbrar a las constantes preguntas del mayor sobre si estaba bien o si necesitaba algo. Se había podido acostumbrar a esa fragancia fuerte y confortante con toques de madera, lluvia y tabaco.

Simplemente se había podido acostumbrar a Harry e incluso disfrutaba y se sentía cómodo con su compañía.

Eso sólo significaba una cosa.

Y Louis la había aceptado.

Su instinto le decía que era sólo eso, instinto. Su parte racional ni siquiera intentaba meterse en ello, porque bastaba con darle una larga mirada a Harry para comprender porqué era ahí donde debía estar.

Luna de Sangre | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora