Capítulo 18

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Harry hacía su camino como cada día a la oficina de reuniones donde seguramente Zayn ya le estaba esperando. Había despertado más temprano de lo habitual, pues sería un día lleno de cosas que hacer y era mejor si empezaban pronto.

Pero a pesar de todo, estaba de buen humor. Una calidez le hormigueaba en el pecho y su alfa parecía más que agusto. Su omega había dicho que lo intentaría y eso era lo único que Harry necesitaba. Él siempre lo había dicho, esperaría cada día de su vida por Louis.

Haría cualquier cosa por Louis.

Hablar con Louis prácticamente le había devuelto el aura tranquila que solía rodearle siempre, le había dejado con la mente en paz y sin dudas. Confiaba en Louis y su palabra de decirle si necesitaba alguna cosa o si algo iba mal para él, porque Harry estaba allí para cuidarle y apoyarle. No se permitiría fallarle nunca, era su precioso omega de quien hablaba. Su razón de ser un alfa, su tesoro, lo que más apreciaba y valoraba.

Harry se encontró con Aeve en las escaleras, la beta sostenía una pequeña canasta con mantas y le había sonreído suavemente cuando le preguntó por Louis, el alfa le había dicho que su omega seguía durmiendo en la habitación y que le apetecía dejarlo descansar hasta tarde, pues habían tenido una noche algo larga. La beta asintió y luego, con mirada suave, se despidió.

Harry recordó con una pequeña sonrisa mientras bajaba las escaleras haber tenido el mayor cuidado al alistarse, pues absolutamente no se permitió despertar a Louis. Una de sus cosas favoritas era observar al joven dormir y lo descubrió cuando se quedó de manera inconsciente observándolo por varios minutos.

El respirar suave del chico, su cabello castaño y lacio desordenado, su gesto apacible y delicado, todo aquello eran solo algunos motivos más que hacían al purasangre sonreír desde el corazón porque ese era su omega.

Su lindo, hermoso y perfecto omega.

Harry recorrió la planta baja hasta cruzar el pasillo final dónde empujó una enorme puerta de madera oscura para adentrarse entonces a la oficina principal. Todo estaba en silencio pero identificó la presencia de Zayn antes de verle, pues la fragancia del pelinegro flotaba por todo el lugar. Seguramente tenía por ahí un par de horas.

—Tienes tiempo aquí —le dijo suavemente. Más que una pregunta, era una afirmación.

El pelinegro levantó la cabeza despegando su vista de los papeles que leía sentado en el escritorio principal, retiró las gafas que había sobre el puente de su nariz y destensó los hombros.

—Algo —respondió escueto.

Harry se sacó el abrigo que llevaba encima y prosiguió a sentarse en la silla de cuero al otro lado del escritorio, frente a Zayn—. ¿Mucho trabajo?

El alfa negó haciendo una mueca pero no dijo nada más.

Debido a su inusual silencio, Harry le examinó un momento y estuvo por cuestionar sobre la situación cuando Zayn simplemente habló.

—Es Liam. —soltó, pareciendo haberse sacado algo de encima.

Harry entonces tomó los papeles más cercanos y comenzó a echarles un vistazo ya menos alerta una vez aclarada la actitud de su compañero y amigo, todos tenían problemas con sus parejas alguna vez. Harry era testigo mismo de ello, pero no lo comentó. Leyó lo más importante de los papeles en sus manos e hizo una mueca.

Irlanda, debían ir a Irlanda cuánto antes.

Zayn resopló y entonces Harry volvió a mirarlo. Su amigo parecía realmente serio al respecto por lo que quizás necesitaba ser escuchado.

—¿Qué sucede con tu omega? —cuestionó banalmente mientras buscaba un número de teléfono que recordaba haber anotado en alguna parte por encima del enorme escritorio.

Luna de Sangre | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora