Capítulo 20

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Louis parpadeó algo impresionado cuando después de bajar del auto en el que viajaron por las tranquilas calles de Edimburgo durante un rato, levantó la vista y se encontró de frente con un lujoso restaurante de ventanales de cristal y losetas de mármol oscuro cubriendo todo el suelo de la entrada principal.

Podía ver desde fuera el interior, los meseros caminando con postura recta y con pasos casi perfectos, todos con su uniforme impecable, candelabros de cristal colgando del techo con luz suave y cálida iluminando las mesas de manteles elegantes, gente vestida con las mejores ropas, las chicas en vestidos, los hombres de traje...

Louis tragó saliva. Volteó a ver a Harry, el alfa estaba hablando todavía con el conductor a través de la ventana mientras dos hombres fornidos y de rostro serio que venían en uno de los autos que les seguían se ponían detrás de él.

Sus ojos azules y brillantes volvieron al notablemente lujoso restaurante y una pequeña incomodidad se instaló profunda en su vientre.

Jamás le había avergonzado venir de dónde venía pues la humildad seguía formando parte de él y pensar en estar entre toda esa gente rica y adinerada le ponía inquieto. Se sentía realmente fuera de lugar.

Eso hasta que una mano cálida y grande su coló entre sus dedos entrelazándolos luego. Alzó la vista y se encontró con la amable sonrisa de ojos verdes que Harry le obsequiaba.

—¿Cenaremos aquí? —preguntó Louis en voz baja.

Harry parpadeó, le echó un vistazo al restaurante y ladeó la cabeza—. ¿No te gusta?

Louis sacudió la cabeza—. Oh, no. No es eso. Quiero decir, es muy bonito. De haber sabido que vendríamos a un lugar así, me hubiese vestido mejor.

El alfa le frunció el ceño.

—¿Para qué? —le dijo con suavidad—. Venimos por la cena, no a una sesión fotográfica con la Reina.

Louis entonces sonrió y Harry comenzó a caminar. Los dos enormes alfas en traje negro siguiéndolos en silencio desde atrás.

—Es que... Mira a todo el mundo, parece gente muy importante.

El rizado alzó los hombros—. Todos se visten así porque quieren presumir al mundo lo que tienen, ser reconocidos. A mí no me interesa que sepan quién soy. ¿A ti sí?

Louis negó rápidamente—. ¿Qué podría presumir de todos modos?

La puerta se abrió delante de ellos, Harry mencionó su nombre y pronto estaban siendo guiados a través del restaurante.

—En realidad la pregunta debería ser ¿qué es lo que tú no podrías presumir, omega? —le dedicó una mirada suave—. Cuando claramente eres tan maravilloso.

Louis sonrió regalándole un pequeño apretón de manos al mayor mientras se ponía a la par suya y recargaba su cabeza en su costado.

—Gracias alfa, tú también eres muy maravilloso.

Pronto llegaron a la que sería su mesa. Estaba alejada de las demás, con una iluminación todavía más suave que el resto del lugar y con asientos para dos personas. El mesero se paró a un costado viendo al frente con una pequeña tabla en las manos mientras esperaba para tomar la orden. Los guardaespaldas que les habían estado acompañando tomaron su lugar a unos cuantos metros de la mesa, quedándose quietos y con la vista fija en el exterior.

Harry retiró una de las sillas y la ofreció a Louis esperando a que se sentara para luego ir al lugar libre restante en la mesa. Compartieron miradas de labios sonrientes durante unos segundos hasta que Harry pidió la atención del mesero.

Luna de Sangre | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora