Capítulo 36

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París, Francia.

"—Queremos escuchar un avance sobre los planes. Necesitamos saber.

El joven atendiendo el teléfono sonrió de lado, su vista puesta en el hombre enfermo sobre la camilla de hospital que tenía enfrente—. ¿Qué es lo que necesitan saber? Tengo todo bajo control —su mano alisó con elegancia el traje de médico con el que se había vestido minutos atrás. Un disfraz que si lo pensaba bien, no le iba tan mal. En otra vida, quizás habría sido el médico rompe corazones más guapo del lugar.

Escuchó un gruñido al otro lado de la línea—. Esto se ha alargado demasiado, ha pasado tiempo, más te vale que...

—Te detendré justo ahí, recuerda con quién hablas. —interrumpió—. Si comienzas a amenazarme, las cosas no funcionarán entre nosotros. —junto a su tono tranquilo, una expresión divertida se pintaba en su rostro. Ojos brillantes y alegres—. Paciencia, Hood. Las cosas van justo como deben ir. Estoy muy seguro de que pronto aparecerá el señor Styles y junto a él, su querido y amado omega al que ustedes tanto desean... —canturreó, la burla al final fue evidente.

—¿Estás diciendo que Styles estará pronto en París?

—Es lo que estoy diciendo, sí.

Otro gruñido—. ¿Y cómo harás que eso suceda?

El alfa joven y risueño finalmente se acercó al hombre en la cama, moribundo y casi inconsciente. Admitía que el cáncer le había facilitado el trabajo en su mayoría, pero la oportunidad estaba ahí y no había manera de que la dejará pasar. La suerte estaba de su lado, así que como siempre, él iba a aprovecharse de eso. Estiró su mano a la máquina que mantenía vivo al hombre y luego, sin pensarlo demasiado, simplemente la apagó. Los latidos que resonaban por la habitación pronto fueron disminuyendo hasta que una línea plana de sonido los reemplazó por completo. Ese corazón que latía, finalmente se detuvo.

—Bueno, nada mejor que un funeral para reunir a toda la familia, ¿cierto?"

Edimburgo, Escocia.

Las cosas no habían mejorado, no lo habían hecho las últimas semanas y Harry estaba seguro de que no mejorarían en las próximas. Había un constante sufrimiento en su pecho y se sentía desolado como nunca antes. No había nada que pudiera desaparecer la tristeza en sus ojos ni el pesar que le afligía por completo el alma y provocaba que se sintiera exhausto y desanimado al final de cada día. Había dejado de ser él mismo para convertirse en un alfa melancólico que atravesaba uno de los momentos más difíciles de su vida.

¿Cómo no iba a sentirse así? Si la persona que amaba, por quién destruiría el mundo, por quién daría su propia vida, su adorado omega... No lo quería cerca. Dudaba incluso de que siquiera quisiera verlo sin provocarle disgusto.

Su omega, embarazado de su cachorro, rechazaba su presencia y a veces se alejaba de él cuando pretendía acercarse. ¿Cómo no iba a encontrarse y sentirse completamente arruinado, pareciendo que cada día al despertar había tenido una salvaje batalla durante la noche? Con ojos cansados, sin ánimo alguno y hombros caídos. Vivía una total agonía. Un doloroso y lento sufrir que le carcomía desde el interior, lo mantenía pensativo y distante de lo que ocurría a su alrededor. Era su primera vez sintiéndose así y no sabía cómo manejarlo, no sabía cómo lidiar con sus emociones, cómo controlar al alfa herido y lastimado en su pecho.

Al menos todavía vivían en la misma casa y Louis a veces le permitía verlo. Cuando no había demasiado resentimiento en sus preciosos ojos azules, él incluso le permitía acariciar su estómago y besar su frente, pero nada más allá de eso. Ningún abrazo, ninguna caricia, ninguna palabra cariñosa. Hacía demasiado tiempo que Louis no dormía entre sus brazos, demasiado tiempo que no besaba sus labios, que no le decía te amo... Y Harry realmente no quería presionarlo, incluso si permitir todo eso significaba sentir que había perdido por completo el rumbo, incluso si significaba sentirse hundido, desolado y melancólico. Destruido, herido y miserable.

Luna de Sangre | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora