34 { Amarillistas } ♡

1.1K 60 11
                                    

Olaya.

—Ven aquí— deje que se acostara en el sillón pero no lo hizo, solo se sentó.

Tome su móvil y marqué el número de Demean.

—¿Dónde estás hermano?— se escuchaba preocupado.

—Soy Olaya…

No dijo nada.

—Estamos en la casa, Creo que Lia ya sabe la verdad.

—¿Cómo que crees? ¿Izan ya le dijo?

—No…

Y sólo con eso entendió  absolutamente la mayor parte.

—Voy para allá.

Me fui a la cocina mientras él llegaba y su hermano estaba como en shock sentado en el sillón, mirando a la nada.

Jamás lo había visto tan enamorado de alguien hasta que conoció a Dalia, ella no solo llegó a su vida así nada más, estaban destinados y sino es así estoy segura que él hará lo que sea para que lo estén. Sabía que estaba locamente rendido ante ella cuando vi sus ojos puestos en Lia, pues la miraba de manera diferente a como lo hacía conmigo y todas las demás. La expresión de su rostro era distinto a cuando estaba conmigo a cuando está con ella y es que él tenía miedo de enamorarse y entregarlo todo hasta el punto de dar su vida por esa persona, quiso evitarlo pero sin darse cuenta lo hizo.

Se enamoró.

Izan Harrison se enamoró…

Cuando lo conocí se convirtió en algo algo esencial en mi vida, poco a poco comenzó a gustarme y a lo mejor terminé enamorándome de él pero… él, de mí jamás.

Intenté de mil maneras captar su atención pero nunca logré lo suficientemente para que él estuviera dispuesto a ser él mismo y dejarse llevar a mi lado. Me enamoré de él y eso fue lo peor que me pudo haber pasado. Intentó quererme pero su pasado jamás lo soltó hasta que Dalia apareció.

Durante nuestra “relación” poco a poco me fui interesando más en su dinero que en él, era la manera perfecta de olvidar esa tonta ilusión de que algún día se enamoraría de mí. 

Luego de su accidente no pude seguir mirándolo así por mucho tiempo y entonces puse de excusa mis estudios, le pedí una relación abierta pero él dijo que no, luego tuvimos una disputa en un restaurante en donde no entiendo porque dije lo dije. Cuando volví, su corazón ya estaba en otras manos, manos que no se habían dado cuenta, que tenían lo más valioso que algún día yo quise.

Lo quiero y todo lo que deseo es que él sea feliz porque después de todo se lo merece, no es un ser despreciable por si lo creen, es solo que tiene miedo a ser él mismo y ahuyentar a las personas que tiene a su lado.

Termine de picar las frutas y en un plato se las lleve, hasta donde me dijo no había comido.

—Toma— me senté a su lado, dándole el plato.

—No tengo hambre— me recibió lo que le estaba dando.

—Yo tampoco, sin embargo voy a comer contigo— lo miré, se quedó observando su plato con frutas.

Hasta ahí fue cuando lo vi llorar por primera vez. Deje el plato y me acerqué para abrazarlo.

—¿Y si nos escuchó?— sollozó.

—Entonces vamos a buscarla para que le expliques todo…

La puerta se abrió y en menos de cinco segundos Demean se agacho para abrazarlo y así él se soltó más en llorar.

ℱ𝓊ℯ𝓇𝒶 𝒟ℯ ℒ𝓊ℊ𝒶𝓇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora