35 { No... } ♡

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Izan Harrison.

—¡Es aquí!— detuve el auto frente al hotel.

—Se supone que debería de estar aquí.

—¿Pero si no es aquí?— soné angustiado.

—Iré a preguntarle a la recepcionista…

Ella se bajó y la vi entrar, la esperé unos minutos.

Por el espejo vi un bulto asomarse en la esquina, pero se regresó… por eso no le di importancia, debe ser alguien de la prensa.

Cuando Olaya se subió al coche pude ver en su rostro la felicidad que hace mucho no veía.

—Tienes que comprarle sus flores favoritas porque está aquí, solo que no ha venido y si la quieres volver a conquistar, se tu mismo y traele flores.

—Está bien…

Arranqué el coche y nos fuimos a la florería en la que siempre he comprado las Dalias que le he regalado.

Tardamos como una hora y media porque tenían que conseguir las flores.

Cuando regresé ella ya no estaba, se había ido del hotel…

—¿Segura que se fue?— le pegué al volante con enojo.

—La chica me dijo que le habló de nosotros y al rato después ella se fue, sólo le dio las gracias…

—¿Ahora que?

—Aeropuerto…

No esperé a que ella me dijera otra vez que conduciría hacia allá. 

Durante el camino ninguno de los dos dijo algo, ella miraba por la ventana y era raro porque cuando estuvimos “juntos” siempre estaba en el móvil, definitivamente algo cambió en ella.

—¡Detente aquí!— le hice caso para que luego ella saltara del auto y se fuera, dejándome con el problema del estacionamiento.

Cuando lo dejé por ahí para seguirla ella solo me miró triste al encontrarnos, estábamos frente a un ventanal sumamente grande, que estaba un poco opaco por el frío que hacía…

Sus ojos estaban brillosos por el agua que comenzaba a acumular.

No…— quise negarme a lo que ya sabía.

Con su rostro serio y decepcionado se acercó a mí y antes de abrazarme tomó mi muñeca, me guió hasta quedar frente al ventanal. Con su mano limpió un poco lo opaco que tenía el cristal y señaló en dirección de una chica que estaba a nada para querer irse de mi vida…

Dalia estaba abordando el avión.

Se estaba marchando.

Estaba dejándome sin decir alguna palabra.

Ella estaba dejando todo lo nuestro por no querer escucharme y yo por no querer decirle todo desde el principio…

Me mordí el interior de mis labios, queriendo no llorar pero estaba claro que no podía con esto.

—Vámonos Izan…

El avión en el cual iba una chica a bordo, cuya señorita en sus manos llevaba mis pensamientos, despegó. Dejé que Olaya me condujera al carro.

La manera en la que nos fuimos fue al revés de como veníamos, ella fue conduciendo y yo iba de copiloto, mirando a la nada por la ventana.

Fue mi culpa, si le hubiese sido sincero desde el principio ella seguiría aquí, le hubiese contado que antes de que la viera en la acera del café esa mañana pude reconocerla, jamás olvidaría a la chica de mis sueños… pues antes de verla ahí comencé a soñarla desde tiempo atrás. Nunca creí que la conocería, que solo sería parte de mis sueños pero estaba equivocado cuando la vi. Hacía tiempo que no sentía esto que estoy sintiendo ahora.

ℱ𝓊ℯ𝓇𝒶 𝒟ℯ ℒ𝓊ℊ𝒶𝓇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora