38 { No quiero } ♡

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Izan Harrison.

—¡Harrison! ¡A calentar!— echaba de menos esa voz.

En cuanto me levanté de mi asiento la afición comenzó a corear mi nombre, recordando los viejos tiempos.

Seguí las indicaciones del señor y en menos de lo que esperaba el míster me estaba dando indicaciones junto a su ayudante para el tipo de juego.

Volví a sentirme nervioso como la primera vez que debute al ver el número de mi dorsal en la tabla, anunciando que entraba por el 15 (Matt) esperé unos segundos hasta que uno de mis mejores amigos llegó hasta a mi y me saludo dándome un abrazo y dándome todo el éxito del mundo.

Di unos cuantos brinquitos para comenzar y así, salir corriendo y colocarme en mi posición.

Luego de que despidieran a Mat con aplausos y halagos, los hinchas siguieron conmigo.

Miré hacia la zona VIP. Ahí estaban mis amigos, los que me han apoyado desde mi accidente.

Estaba mi hermano y su novia.

Emma, Yessica, Callum y su nena junto a todos sus amigos.

Mis ojos me traicionaron porque genuinamente comencé a buscar a Dalia entre ellos pero recordé que ella no estaba más en esta ciudad.

El modo en el que jugaba ya era con demasiada precaución porque las indicaciones de mi médico y del Gonzma fueron: “Ceros movimientos bruscos, porque ahora sí, podría costarte mucho más”.

Y pues así terminé el partido, jugando un poco lento, manteniendo la mayor parte del balón en mis pies, como siempre.

Finalmente fue un regreso estupendo, el Gonzma ganó 4-1 .








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Emma Dubois.

—¡Ya está calentando!— gritó emocionada Ivonne, mientras señalaba en dirección del chico.

Todo el estadio comenzó a gritar al verlo solo calentar.

¿Qué onda?

Por las bocinas del estadio anunciaron el cambio que haría el Gonzma.

Salió del partido el dorsal 15 para darle la bienvenida al 17.

Todo el mundo gritaba “Harrison” y con solo contarles que hasta yo coreaba su apellido.

—Está nervioso…— fue lo que nos dijo su hermano después de observar el partido y a su hermano pequeño.

—Pues ¿Quién no?— respondía Olaya.

El partido terminó y así festejando el regreso de una joyita de fútbol y la victoria del partido nos fuimos a casa de los hermanos.

Estando ahí nos dimos cuenta de que había más gente de lo que pensamos.

Vi a Izan lejos de todos, estaba pensando. Mientras que todos estaban bailando y otros bebiendo alcohol, él solo los observaba, perdido en la nada.

Fui lentamente hasta él y por fin a su lado le dije.

—¿En qué piensas tanto?— miré su perfil.

—No lo sé…

Ese “No lo sé” significaba que en sus pensamientos estaba Dalia.

—En dos meses vamos a ir a verla, es navidad y veremos qué pasa— tenía miedo, hacía meses que no hablábamos  con ella y por una u otra razón solo en navidad podíamos hacer este viaje.

ℱ𝓊ℯ𝓇𝒶 𝒟ℯ ℒ𝓊ℊ𝒶𝓇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora