Capítulo 30 "Mi Deseo"

2.2K 163 12
                                    

Habían pasado varios días desde que Alessandro le había dicho a Abril que quizás él terminará enamorándose de ella, esas palabras habían dejado a Abril pensativa, aunque al ver que su
relación con el rey seguía siendo la misma se preguntó si todo aquellos había sido un sueño, o una ilusión creada por su deseo de que alguien la amara. Ya que los días fueron pasando y su relación con Alessandro no cambió, al final ella dejó de pensar en
eso descartándolo como una simple ilusión.

Un mes después Sirius fue a ver a Alessandro y le dijo.

-¿Creo que ya he encontrado lo que me has pedido?-

-¿Y por qué has tardado tanto?-

-No es fácil encontrar una manera de tratar una herida tan profunda como la que recibió la princesa y no deje cicatriz cuando no puedes usar magia, he tenido que buscar un sin fin de plantas para poder hacer lo que me pediste y tampoco estoy tan seguro de los resultados, pero creo que servirá.-

Alessandro se puso en pie y le dijo.

-Dame la medicina, se la llevaré yo mismo.-

Sirius le entregó la pomada que llevaba en su bolsa y le dijo.

-Debe aplicarla sobre la herida todos los días, no es una medicina mágica así que los resultados no se verán inmediatamente.-

Alessandro se fue, cuando llegó a su habitación encontró a Abril en el balcón, la suave brisa primaveral hacía ondear su larga cabellera roja, ella se veía hermosa siendo bañada por los rayos del sol, él se acercó y le dijo.

-¿Qué haces levantada?, Deberías estar en la cama.-

-Estoy cansada de estar en la cama.-

-Aun no te has recuperado, debes ser más prudente, ¿Te has levantado sola?-

-No, una de las sirvientas me ha ayudado a levantarme, pero quería estar sola así que le pedí que se fuera.-

-¿Alguna de las sirvientas ha sido grosera contigo?-

-No, pero me gusta estar sola, no quería que ella se quedara detrás de mí todo el tiempo como una sombra.-

-Volvamos a dentro.-

Alessandro iba a cargar a Abril en brazos y llevarla nuevamente a la habitación, pero ella le dijo.

-Espere su majestad, no quiero entrar todavía, deje que me quede aquí un poco más, por favor. -

-Está bien, pero solo un ratito más.-

Abril apoyó sus brazos en la barandilla y se quedó mirando fijamente los jardines del palacio, él le preguntó.

-¿Qué miras?-

-Las flores, son muy hermosas, ¿No lo cree así?-

Alessandro nunca había prestado mucha atención a ese tipo de cosas, él echó una mirada rápida, él jardín estaba en plena floración, había un sin fin de flores de distintos colores haciendo que el jardín se viera lleno de vida, mientras lo veía le dijo.

-Supongo que tienes razón, es hermoso, ¿Te gustan mucho las flores?-

-Si, me encantan porque están llenas de vida y de color, siempre las veo me hacen sentir que yo también sigo viva.-

A la mente Abril llegó el recuerdo de cuando había sido empujada a los rosales, del dolor que había sentido cuando todas aquellas espinas se habían clavado en su piel y se habían
enredado en su cabello y le dijo.

-Aunque no me gustan las rosas, ni ninguna flor que tenga espinas.-

-¿Qué otras cosas no te gustan?-

Abril elevo su mirada al vasto cielo azul, vio un pájaro que surcaba los cielos en total libertad y deseo poder ser libre como lo era ese pájaro, aunque fuera una sola vez y respondió.

-Estar encerrada, he estado encerrada, privada de mi libertad desde que era una niña y lo odio, odio vivir como un pájaro enjaulado al cual le han cortado las alas.-

Alessandro sintió que era una basura al igual que lo era el rey Venobich, él había hecho lo que ella más odiaba, la había encerrado como un pájaro, negándole la libertad.

Alessandro la tomó en brazos cambiando de tema y le dijo.

-Debemos entrar, no puedes excederte, tu herida podría abrirse.-

Él la llevó hasta la cama, la depositó con suavidad y le dijo.

-Sirius ha hecho una medicina para ti, es para que no te quede una cicatriz.-

-En realidad eso a mí no me importa, está en un lugar que no se ve.-

-Pero yo la veré y cuando pase mis manos por tu cuerpo la sentiré.-

-Supongo que eso le desagradaría a su majestad-

-En realidad no es por eso, solo no quiero que te quede una cicatriz, no quiero que tengas un recuerdo permanente de que fuiste herida.-

-Aunque no quede cicatriz no creo que pueda olvidarlo, en ocasiones hay cicatrices que nadie puede ver, pero eso no significa que no estén, hay heridas y cicatrices que no marcan el cuerpo, si no el alma y ahí no hay pomada, ni medicina que pueda borrarlas, solo queda a esperar a que con el tiempo que las heridas dejen de sangrar y puedan cicatrizar.-

-Pero en ocasiones las puedes olvidar.-

Alessandro subió el camisón de Abril, retiró el vendaje y revisó la herida, seguía estando roja aunque se veía mucho mejor, aplico la pomada con la yema de los dedos, con mucho cuidado para no lastimarla, ella le dijo.

-¿Cuándo me recupere podré volver a mi casa?-

Alessandro empezó a ponerle el vendaje nuevamente y le preguntó.

-¿Alguien ha sido grosero contigo o te han ignorado?-

-No.-

-¿Entonces por qué quieres dejar el palacio?, si hay algo que no te guste dímelo y haré que lo cambien, pide lo que desees y se hará.-

-Lo que yo deseo su majestad no me lo puede dar.-

Al terminar de poner el vendaje Alessandro la beso y le dijo.

-Si es que te ame...

-Tampoco es eso.-

-¿Entonces qué es lo que deseas?-

-Libertad.-

Alessandro estaba dispuesto a concederle cualquier cosa que la
princesa le hubiera pedido, pero solo había una que él no podría concederle jamás y esa era su libertad, Abril sabía que su deseo era un imposible y le dijo.

-Se que mi deseo es un imposible, así que solo pido que me deje volver a mi casa en el rincón más alejado del palacio, ya que ahí puedo sentirme libre, aun cuando sé que esa libertad es solo una ilusión.-

Esposa Olvidada (Lazos De Sangre)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora