Percy y el chico gótico

61. Cuando Cindy tenía un gato naranja

Al día siguiente llegué al salón de clases y sólo me encontré a Jerome.

— Hola— le dije—, buenos días.
— Buenos días Percy— me dijo—. Tengo el horario de los eventos a los que vas a ir.

Me entregó una hoja. La tomé.

— Todo está organizado de manera que Clyde y tú no se encuentren en ninguna parte— dijo él orgulloso.
— ¿Entonces Clyde estará solo todo el día?
— Claro que no. Yo iré con él.
— ¿Seré yo el que esté solo?
— No estarás solo, Cindy irá contigo— me dijo.
— No quiero ir con Cindy, quiero ir con Clyde.
— Bien. Hagamos esto. Si te sabes el apellido de Clyde, puedes ir con él.

Me quedé mirándolo con los ojos muy abiertos, ¿En qué momento Clyde dijo cuál era su apellido?
Por suerte él acababa de llegar.

— Buenos días, Clyde— le dijo Jerome—. Tengo el horario de los eventos.
— Pensé que irías conmigo— le dijo Clyde.
— Lo haré— dijo Jerome.
— Entonces no necesito la hoja— dijo Clyde irritado—. Sólo llévame.
— No pareces estar de buen humor— le dijo Jerome.
— Mi madre me hizo enojar— dijo—. Además todo esto me está estresando mucho.
— ¿Pelearon?— dije.
— No pero ella es una mujer complicada— dijo Clyde.
— Lamento escuchar eso— le dije—, ¿Está bien si te doy un abrazo?
— No, nada de abrazos— me dijo Jerome—, además tú tienes que responderme algo.
— ¡No tengo idea!— dije angustiado.
— Es raro que no sepas porque estás muy obsesionado con Clyde. El fondo de pantalla de tu teléfono me consterna mucho— me dijo Jerome.
— Es un buen fondo de pantalla— dije—. Tardé dos horas en editarlo.
— ¿Qué hay en tu fondo de pantalla?— me preguntó Clyde.
— Muchas fotos tuyas perfectamente editadas a modo de collage— le dijo Jerome—. Es bastante creativo a decir verdad. Sería menos perturbador si no fueran fotos de una persona. Pero en términos generales, Percy podría ser un buen artista. Por eso una de sus primeras paradas para hoy será visitar el stand de la universidad de bellas artes de ciudad capital.
— ¿Crees que yo podría ser artista?— dije emocionado.
— Ese podría ser tu destino en la vida— me dijo Jerome—. Pero no te presiones, irás a muchos otros lugares hoy y podrás probar de todo. Con un poco de suerte, podrías encontrar lo que quieres estudiar.
— ¡Espero que sí, esto es de verdad muy emocionante!— dije feliz.

Cindy llegó. Se acercó a nosotros.

— ¿Ya vieron todas las universidades que llegaron a la escuela? Es impresionante— dijo ella.
— El consejo estudiantil y los profesores le pusieron muchas ganas a este festival— dijo Jerome—. Así que hay que aprovecharlo. Ustedes sigan su agenda y nosotros iremos por nuestro lado.
— Yo quiero ir con ustedes también— me quejé.
— De acuerdo— me dijo Jerome—. Dime lo que te pedí.
— ¡Ya te dije que no me acuerdo!— le insistí con molestia.
— Clyde, ¿Cuál es el apellido de Percy?— le preguntó Jerome.
— Smith— dijo Clyde.
— ¿Lo sabes?— dije sorprendido.
— He ido a tu casa varias veces. Hay una placa en la puerta que dice tu dirección y abajo de ahí está el apellido de tu familia— me dijo—. Además sería raro que no me supiera el apellido de mi novio.

Jerome sólo me miró con superioridad.

— Bien, vámonos— dijo Jerome.
— No es justo— dije decepcionado.
— Definitivamente no lo es— dijo Jerome—. Deberías saber cómo se apellida Clyde.
— ¿No lo sabes?— me preguntó Cindy sorprendida—, es Prescott. Clyde Prescott.
— ¡A mí nunca nadie me lo dijo!— me quejé.
— Descuida, no estaremos todo el día separados— me dijo Clyde—. Nos veremos en el receso en la cafetería.
— Sí, todo está en la hoja— nos dijo Jerome—. No la pierdan o me enojaré.

Luego ellos salieron. Iban a ir al auditorio. Cindy y yo teníamos que ir al salón de cómputo. Llegamos. Había una conferencia sobre medicina. La impartía una mujer rubia que se presentó como la doctora Hermes. Aunque yo no estaba de humor porque extrañaba a Clyde, todo eso me resultó tan interesante que muy pronto me absorbió y me quedé muy concentrado en la conferencia. Tanto que cuando terminó, fui a pedir informes.