Percy y el chico gótico

15. Cuando la clase era progresista

La vida era increíblemente maravillosa, al menos eso pensaba cuando me desperté en la mañana ese día. Le había dicho a Clyde mis sentimientos el día anterior. No hacía falta decir que me había costado dormir esa noche porque la emoción de ser correspondido me tenía muy activo. Hablé con Liam de Clyde toda la tarde. Y me dormí pensando en él.
Sólo quería volver a verlo y comprobar que todo era real.

Peiné mi cabello ese día de muchas maneras diferentes pero al final lo dejé como siempre.
Cuando bajé a desayunar papá descubrió que estaba de un excelente humor.

— Es que le gusto a la persona que me gusta— dije feliz.
— ¿De verdad? ¡Es grandioso!— dijo contento.
— Lo sé. Aunque ayer se lo conté a una ancianita que venía conmigo en el autobús y ella no parecía muy emocionada. Sólo decía “Niño, deja de hablarme”.
— ¿Y ahora tienen una relación?
— Eso creo— dije—. Aunque no hablamos mucho sobre eso. Principalmente porque no planeaba declararme y por lo mismo no le avisé a la señora Klein que llegaría tarde. Así que tuve que venirme rápidamente.
— Deberían hablar sobre cómo va a ser esto— dijo papá—. Ya sabes, para evitar confusiones.

Papá tenía razón.

— ¿Y mamá?— dije.
— Tuvo que irse temprano por un contratiempo.
— Quería decirle que estoy saliendo con alguien— dije.
— Ya le dirás luego. Seguramente se alegrará por ti.

Antes de salir con rumbo a la escuela, me puse mis auriculares y fui caminando por la calle mientras escuchaba mi lista de reproducción musical favorita.
Todo parecía más brillante y optimista.
Tanto que no podía creer que fuera real. Estaba nervioso y ansioso.

Llegué un poco tarde porque me tomé mi tiempo en disfrutar del camino.
Jerome ya estaba ahí junto a otros estudiantes. Clyde también. Lo observé y mi corazón empezó a latir rápidamente.
“Tranquilízate, ya todo está bien” me dije a mí mismo.

Caminé hasta mi lugar, dejé mis cosas y fui a donde estaba Clyde. Él estaba escribiendo algo. Al verme dejó de hacerlo y me miró.

— Hola— dije con una sonrisa nerviosa.
— Hola— dijo él.

Jerome llegó de repente.

— Tuve un sueño extraño— dijo—. Había un dragón que quería obligarme a escribir un ensayo sobre pastelillos y peces dorados. ¿No es muy raro?
— Lo es— dije.
— ¿Y ustedes qué cuentan?— dijo.

Lo observé. Quería ser honesto con Jerome principalmente porque él me había ayudado todo ese tiempo.

— Nosotros estamos saliendo— dije.
— ¿De verdad? ¿A dónde van?— dijo él.
— No, me refería que somos una pareja— dije, luego miré a Clyde—, ¿Lo somos?

Él iba a hablar cuando Jerome interrumpió.

— ¿Qué?— dijo atónito.
— Ayer le confesé mis sentimientos a Clyde— dije.
— ¡Qué!— dijo Jerome.
— Es verdad— dije.

Jerome miró a Clyde.

— ¿Y no lo rechazaste?— le preguntó—, ¡Se suponía que debías rechazarlo!
— ¿Qué?— le dije a Jerome—, ¿Esperabas que fuera rechazado?
— ¿Y tú no?— me dijo él.
— Sinceramente sí— dije—. También es una sorpresa para mí. Pero me alegra mucho que eso no pasara porque si no entonces estaría muy triste.
— ¿Pero en qué están pensando? ¿Creen que es prudente que hagan algo así? Es raro, más que mi sueño loco de ayer— dijo Jerome.
— ¿Por qué es raro?— le dije—. Te he dicho lo que sentía desde que empecé a sentirlo.
— ¿Él lo sabía?— preguntó Clyde.
— Sí— dije—. No iba a callarme algo así de importante.
— Me imagino que sí, amas hablar— me dijo Clyde.
— ¡Esperen, alto!— dijo Jerome—, ¡Se supone que esto no debía pasar!
— Pero tú me dabas buenos consejos— le dije.
— Pues sí porque pensé que le dirías cómo te sentías y él te rechazaría— me dijo Jerome, luego miró a Clyde—. Es decir, hace unas semanas querías alejarlo a toda costa de ti y ahora sale contigo, ¿Qué clase de lógica es esa?