Estoy al final de un camino y al comienzo de otro. Puedo escoger.
Retroceder, para empezar de nuevo, por el primer camino, o seguir, para ver que hay en éste.
Siento que una parte de mí me empuja hacia delante, pero hay otra que me obliga a esperar, y luchar.
Como luchan ellos.
Todos están ahí abajo, junto a mi cuerpo, tratando de salvarme, de conseguir que ese yo que ahora flota vuelva a mí otro yo físico. Los veo desesperarse, me inyectan cosas, se gritan unos a otros dándose órdenes, manipulan los aparatos. No saben que la decisión es mía. Tengo la paz tan cerca...
Sin embargo, no quiero que sufran, y sé que están sufriendo. Papá, mamá, Norma, Eloy...
Sufren por mí, porque me quieren, y si me voy... Si me dejo atrapar por esta paz...
Tal vez debiera luchar.
Siempre habrá una paz, pero no tengo más que una vida. Esta vida.
Recuerdo la partida del último campeonato. ¡Oh, sí, sí, fue genial! ¡Qué maravilla! No sólo fue la victoria, sino cómo la conseguí. Me sentí orgullosa de mí misma. Acorralada, sin mi reina, sin torres, sin el alfil blanco y sin el caballo negro, con un alfil y un caballo, y tres peones. Mi rival tenía todas las de ganar, pero resistí, paciente. Ella cometió un error, provocado por mí, y tras él...
Puede que ésa sea la clave: luchar.
Sí, la paz estará siempre ahí, al final del camino, pero antes he de pasar por muchas batallas.
Ése es el sentido de la vida, de la partida. No rendirse. No rendirse jamás.
Esperad... ¡esperad! ¿Quién ha dicho que me estáis perdiendo? Quiero volver.
Aún no es el momento.
Quiero seguir con vosotros, mientras decido cuál ha de ser mi próximo movimiento.
Esperad...
He vuelto, estoy aquí, ¿notáis mi pulso? Esperad...
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Campos de Fresas - Jordi Sierra i Fabra
Teen Fiction________ Luciana, 17 años, está en coma por haber ingerido una pastilla de éxtasis. Es «el día siguiente». Mientras sus amigos se preguntan qué ha pasado, Eloy, el chico que la ama, busca desesperado al camello que le vendió la pastilla para tratar...