Mariano Zapata entró en el despacho con una amplia sonrisa en su rostro, sin llamar. Gaspar Valls levantó la cabeza y le lanzó una mirada fugaz, con los ojos arqueados, antes de volver a examinar las pruebas que tenía delante.
—Muy contento vienes tú —le dijo.
El periodista no contestó. Puso sobre la mesa, frente a sus ojos, la fotografía de Luciana.
Incluso alguien tan experimentado y con tantos años de profesión a sus espaldas como Gaspar frunció el ceño.
—¡Coño! —exclamó.
Le fue imposible apartar los ojos de aquella imagen en los segundos que siguieron. Aun en su estado, ojos cerrados, boca abierta, llena de tubos y agujas, se advertían detalles importantes en ella, su juventud, su belleza, su extraña indefensión.
—¿Es de portada o no? —le retó Mariano Zapata. Gaspar Valls levantó la cabeza.
—¿Tienes el permiso de los padres?
—No.
—Entonces, ¿nos la jugamos?
—Sí.
—Así, con dos pares de...
—Con lo que haga falta —el periodista apuntó la fotografía con el dedo índice de su mano derecha—. Esto es dinamita. Nos la van a quitar de las manos. Saldrá en toda España, y en el extranjero, ¿qué te apuestas?
—¿Y el texto?
—Me pongo a ello enseguida. Ya casi está. Antes quería ver cómo salían las fotos.
—¿Ella sigue en coma?
—Sí.
—¿Seguro?
—Bueno —no entendió su prevención—, lo estaba cuando le hice las fotografías.
—Antes de llevarlo a máquinas, asegúrate.
—¿Por qué? ¿Qué tiene que ver que pueda salir del coma?
—Vamos, Mariano, ¿y tú me lo preguntas? Es una cuestión de ética, nada más. Aquí aún tenemos un poco de eso. Si esa chica mañana está bien y salimos con esa foto en portada diciendo que está así... nos cubrimos de gloria. Si se pusiera bien, lo publicamos igual, pero dentro. La noticia sería distinta.
—No veo la diferencia —arguyó el periodista.
—No seas bestia, hombre —le reprochó su compañero, pero también su superior
—. Sabes perfectamente lo que vende y lo que no, y lo que puede ir en portada y lo que no.
—¿Y si muere?
—Entonces es una gran exclusiva —reconoció Gaspar Valls—. Sólo que no querrás que esa infeliz la palme únicamente para tener esa exclusiva y una portada,
¿verdad?
—No, hombre, claro. Era una pregunta, nada más.
Lo observó de hito en hito, como si dudara de su afirmación.
—Tú llama al hospital antes, en el último minuto, y así nos curamos en salud.
—De acuerdo.
Hizo ademán de irse. Gaspar lo detuvo.
—¡Eh!, llévate eso —le tendió la fotografía aun sabiendo que tenía varias copias
—. Quiero dormir esta noche.
—Impacta, ¿verdad?
—Ya lo creo que impacta —asintió Gaspar—. Y a ti te impactaría más si tuvieras hijos.
—Tener hijos, ¿para esto? —soltó un bufido de sarcasmo—. Hasta luego. Salió por la puerta a buen paso.
Casi un minuto después Gaspar Valls seguía mirando esa puerta sin poder volver a concentrarse en el trabajo.
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Campos de Fresas - Jordi Sierra i Fabra
Teen Fiction________ Luciana, 17 años, está en coma por haber ingerido una pastilla de éxtasis. Es «el día siguiente». Mientras sus amigos se preguntan qué ha pasado, Eloy, el chico que la ama, busca desesperado al camello que le vendió la pastilla para tratar...