No Nut November [Trustin/ Noco/ DunHar]

Día 29

CW: Petplay, Dunhar porque ya perdieron pero como los amo.

—Ya alejate, Duncan... —Reclamó Harold al sentir como besuqueaban su cuello, empujando a un lado a su pareja, que insistía en volver a encimarse como un perro insoportable buscando atención de su amo.

Si antes no lo dejaba por el tema de la abstinencia, ahora solo era para molestarlo. Eran novios, claro, pero al parecer el lenguaje del amor entre ambos seguía siendo el joderse.

—Pero si ya dejaste de hacer el reto, que importaaaaa. —Metió sus heladas manos bajo la camiseta ajena para molestarlo, soltando una carcajada cuando lo escuchó chillar por la gélida sensación.— Dale amor a tu perro, Harold, no me hagas empezar a ladrar.

—No te atreverías... —Se dió unos segundos, mirándole y negando con su cabeza después.— Olvídalo, se que te atreves.

Escuchó una maliciosa carcajada de parte de Duncan, mientras se acomodaba a un lado suyo. Cuando tenía su rostro entre sus manos, y observaba aquel cariño con el que le miraban, le parecía sorprendente recordar cómo fueron sus primeros años conociéndose.

¿Quién dice que nada bueno sale de una borrachera?

—El próximo año te obligare a cumplir.

—No me jodas, Harold. Ya viste como terminamos. —Aún así, seguía buscando la atención del pelirrojo, tomando una de sus manos y colocándola sobre su cabeza para incentivar a qué le acariciaran. Podía tener su fama de delicuente aún, pero a puertas cerradas estaba ansioso de la atención que podían darle.— Si no lo logramos ahora, nunca lo haremos.

—No te lo estaba proponiendo, te estoy avisando. Me da igual si debo conseguirte un cinturón de castidad para que cumplas.

—Estas loco. —No dijo nada más, porque si lo veía capaz. Al parecer los rechazados sociales siempre son los peores, aunque normalmente y más allá de esa tontería de la abstinencia, le gustaba que tuviera ideas tan retorcidas.

Hundió su rostro en el pecho de Harold, cerrando sus ojos y sintiéndose más relajado de lo que había estado en años, pero claro, se lo arruinaron a los segundos cuando esté se levantó de la nada, sacándole un lastimoso quejido.

—¡Harold, regresa aquí, maldito! —Le llamó cuando le pasaron por encima y se alejaron unos pasos sin mayor explicación.

—¡Espérame un poco, idiota! Recordé que te conseguí algo. —Le gritó de vuelta mientras rebuscaba en sus cosas en la habitación.

Duncan se sentó nuevamente sobre el sofá a esperarlo, primero emocionado por tener un regalo, luego aterrado de pensar que podría ser, y finalmente una mezcla de ambas al verlo regresar con las manos tras su espalda.

—Cierra los ojos, Duncan. —Ordenó, con el hombre obedeciendo immediatamente mientras se insultaba mentalmente al preguntarse cuando permitió que un nerd como Harold lo domara de esa forma.

Aún así, su atención se desvío cuando sintió las manos ajenas sobre su cuello y luego notar que ajustaban algo a su alrededor. No era una sensación desconocida, después de todo, solía llevar aquel caracterizco collar de púas en él, siendo ese momento de sus pocas excepciones.

Una vez abrió los ojos, uso la cámara de su celular para verse y notar que le habían puesto un collar bastante similar a primera vista, pero con una placa colgando de este.

—¿En serio me compraste un collar de perro? —Lo miró, intentando lucir ofendido, con la mirada burlona de Harold sobre él dándole a entender que era la intención.

Quizá él estaba loco entonces, porque en el fondo, le hizo sentir su corazón latiendo más rápido que nunca.

—Para que veas que soy un dueño comprometido, perro estúpido. —Se rió en su cara, deteniéndose cuando notó la forma hasta cariñosa con la que Duncan paseaba sus dedos sobre el collar, aún analizandolo.

No sé lo dirían directamente, pero de algún modo particular, le emocionaba el ser tratado como su perro.

Su mascota, su novio, y todo lo que tenían entre ambos. Al final, el sentimiento era igual de cálido en su pecho.

—¿Estás bien? Ay, era una broma, tampoco te ofendas tanto, exagerado. —Acarició el cabello de Duncan, sorprendiendose al notar su expresión particularmente emocionada.

—Te amo tanto, tarado. —Apegó su frente a la del pelirrojo, notando como el sobresaltado era él ahora.

—Yo también... —Le dió un momento para la emoción, hasta que sintió su rostro calentarse y con la vergüenza, decidió seguir actuando. Aprovechó la distracción ajena para enganchar una correa a su collar, llamando la atención del otro.

—Oh. —Procesó unos segundos, antes de reír maliciosamente y acercarse más a Harold, acorralandolo contra el sofá.— ¿Quieres a domesticarme? Buena suerte con eso.

—Te tienes demasiada fé. —Tironeó perezosamente la correa, notando como su pareja parecía ya emocionada con solo aquello, tan fácil de prender cómo siempre.— No tengo intenciones de hacerlo ahora de todos modos así que...

—Si lo logras, te compro el juego que tú quieras.

—Hecho. —Le convenció con total facilidad, jalando la correa para besarlo sin cuidado, cayendo ambos sobre el sofá para dar rienda suelta a sus deseos.

Quizá su dinámica podía ser extraña a un punto hasta retorcido, pero si de algo estaban completamente seguros, es de que nunca habían estado tan felices como lo eran en ese preciso momento.