Día 24

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Ya era pasado la media noche, y si bien lo de el alcohol era una broma, una vez Duncan y Harold empezaron a beber, todo empezó a fluir de un modo mucho más fácil, principalmente por quitar aquella barrera generada por el miedo al rechazo.

No estaban siquiera conversando directamente del tema, pero cuando terminaron dejándose llevar tras unos besos, parecía ser suficiente respuesta para dejar sus conciencias tranquilas.

Especialmente porque, a pesar de la pasión en estos, tenían una dulzura difícil de comprender, nunca antes presente en su relación, o siquiera en experiencias pasadas. Era incluso adictivo.

—Te extrañaba tanto... —Murmuró Duncan contra la oreja del contrario, gracias al alcohol, no tenía filtro a la hora de expresar sus sentimientos. Sumando a esto como Harold parecía reaccionar a cada una de esas palabras, solo le motivaba a continuar.

—Mhh, para que veas cómo me sentí cuando no me devolviste mi consola en una semana... —En cambio Harold, a pesar de todo el alcohol en su sangre, parecía querer de algún modo seguir con aquellas ácidas respuestas, principalmente porque las reacciones de Duncan a estás le hacían reír y relajarse ante la comprometedora situación.

Aún así, tuvo que dejar de hablar cuando lo besaron nuevamente, recostandolo contra el sofá para acorralar su delgado cuerpo, sujetando sus muñecas con firmeza antes de empezar a deslizar los contactos por su cuello.

—Eres un idiota, Harold... —Dejó salir con una embobada risa, pasando sus manos bajo su ropa, acariciando su piel con más ansias de las que recordaba haber tenido alguna vez.— Me vuelves loco.

— Siempre estuviste loco, no me culpes. —Jadeó cuando Duncan empezó a bajar hasta llegar a su abdomen, besandole suavemente antes de dar una larga lamida, subiendo hasta su pecho, aún presionado por la tela del binder que solía usar.

—Quitate esa cosa o la voy a romper, Harold... Sabes que soy capaz.—El pelirrojo suspiró, obedeciendo, sabía perfectamente que hablaba en serio, y que por más meloso que estuviera siendo con sus palabras, su amante nunca dejaría de ser un bruto por naturaleza.

Demostró su punto cuando terminó de retirar aquella tela y Duncan no tardó un solo segundo en apegar su rostro contra su pecho, jugueteando bruscamente con este mismo, motivado al escuchar los quejidos de Harold con cada marca que dejaban en su piel.

El calor era tan abrumador, que tuvieron que pasar varios minutos para que recordarán aquel reto en el que estaban involucrados, a menos de una semana de completarlo.

Definitivamente hubiera sido mejor acordarse antes de estar ambos prácticamente desnudos, frotandose con solo la ropa interior impidiendoles ir más allá, mientras las uñas de Harold se aferraban a la espalda de su amante, desesperado por cada sensación recorriendole.

—¿Deberíamos parar? Por esa tontería, ya sabes...—De forma sorprendente, fue Duncan quien preguntó aquello, aunque rogaba porque le dejarán continuar.

La mirada adversa no le dió respuestas inmediata, poniéndole aún más ansioso.

—Ugh... Solo... —Dudó unos momentos antes de finalmente dar una respuesta.— Cierra la boca y follame de una vez, te necesito. —Mandó su orgullo a un lado, enfocado en el remolino de sentimientos que le recorría, incapaz de hablar una sola palabra más cuando le besaron con desesperación, dejándose llevar totalmente en aquella pasionalidad.

Gimoteó cuando terminaron de retirar su ropa interior, con los dedos ajenos paseando por su entrepierna, dejando estos completamente empapados. Escuchar la risa del contrario solo le hizo sentir el bochorno apoderarse de su cuerpo, intimidado de una forma que nunca creyó, podría sentirse tan bien.

—Aww, me extrañaste tanto... Que lindo.—Se burló en su oído, sin darle un solo momento de procesar antes de adentrarse en él con brusquedad, gimiendo inevitablemente ante la caliente sensación de las paredes apretándose a su alrededor.

No pudo resistirse antes de empezar a moverse, gimiendo ruidosamente cada vez que se adentraba en él, maldiciendo por lo bajo.

—¡M-Mierda, Duncan, ve más lento! —Le regañó, a pesar de que en el fondo, no podía estar más excitado, enredando sus piernas alrededor de las caderas ajenas, buscando mantenerlo lo más cerca posible de él.— Maldito animal...

—Asi me quieres... —Murmuró contra su oreja, bajando una de sus manos hasta la entrepierna ajena, jugueteando con su clítoris solo para ponerlo más ansioso aún.

Lamentablemente para Duncan, Harold pareció querer jugar a ponerlo nervioso de igual forma, llevando sus manos hasta el rostro de este, obligándolo a mirarle por unos segundos antes de hablar.

—No solo te quiero... —Acarició su cabello en un gesto contrastante al salvajismo del momento, tomando valentía de dónde podía.— Te amo, Duncan.

Esperó su respuesta, sin mucho pánico al notar la reacción inicial del hombre, deteniéndose e intentando seguir luego de unos segundos mientras procesaba aquello, con su rostro completamente enrojecido.

Que tonteria.

—¿Tenías que decirlo justo ahora? Eso es jugar sucio, maldito. —Se quejó, de todos modos sin resistirse a besar sus labios en varios contactos pequeños de una forma particularmente dulce.— También te amo, no tienes idea de cuánto... —Soltó rápidamente entre los contactos, mientras retomaban el ritmo de hace no mucho, sumando ahora la cálida sensación de emoción por todo ello, era imposible pensar en algo que no fuera el aquí y el ahora.

Les daba igual si estaban siendo lo suficientemente ruidosos para que los escucharán los vecinos, si decían cosas tan melosas que podrían odiarse luego a ellos mismos, e incluso el como habían terminado de arruinar ese mes casi completo de esfuerzo, se necesitaban.

Quizá por la abstinencia, o por lo bruscos que estaban siendo, pero no pasó mucho tiempo para que ambos se sintieran al borde del climax, siendo de lo más obvio con cada gemido que escapaba de sus labios.

El limite para Duncan llegó una vez Harold le sujetó del collar que siempre llevaba, atrayendole bruscamente en un desastroso beso que le impidió decir lo que fuera, terminando por acabar en el interior de su amante, en el orgasmo más intenso y desastroso que jamás había tenido, llenandolo por completo.

Eso pareció suficiente para que, segundos después, el adverso terminara de igual manera, aferrandose con fuerza a él, repitiendo su nombre totalmente agitado.

Tuvieron que darse un par de minutos antes de hablar, acurrucados sobre aquel sofá aún algo aturdidos por la intensa ola de sensaciones.

—Te corriste dentro, imbécil... —Murmuró apenas, aún recuperando el aliento. Si ya de por si la sensación del semen escurriendo entre sus piernas era imposible de ignorar, no quería ni imaginarse cuando se tuviera que levantar de ahí.

—Mierda... —Respondió, aunque la noticia era terrible, de todos modos se mantuvo en esa actitud melosa, dejando un par de besos en la cabeza del contrario, mientras su mano acariciaba cariñosamente su cuerpo.

Dios sabía que en su vida había sido así de dulce.

—Agradece que estoy tomando la píldora o te mataría.

—No me matarias, recuerda que me amaaaaas. —Incordió, soltando una risa al notar como lo sobresaltaba al recordar esa confesión.— ¿Qué se siente al fin tener buen gusto y enamorarte de alguien tan genial?

—No lo se Duncan, ¿Cómo te sientes? —Harold definitivamente debía agradecer que le amaran en ese momento, porque sino lo hubieran empujado del sofá.

—¿Qué somos ahora, Harold?

—Eh, heterosexuales no, definitivamente...

—Me refiero a nuestra relación, perdedor.— Se dió unos momentos antes de seguir hablando, mordiéndole una mejilla solo como castigo por hacerse el gracioso.— ¿Somos novios? Digo, ¿Que nos van a decir de todos modos? Nada que no se hable con unos navajazos.

—Mientras no te vayas a la cárcel, si, me parece bien... —Aceptó con una atontada sonrisa, aunque en el fondo sentía que podría chillar.

Habían perdido el reto, pero valía la pena.

No Nut November [Trustin/ Noco/ DunHar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora