Capítulo 30

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Félix abrió los ojos y vio la hora en el pequeño reloj que estaba en su mesa de noche. Eran las 01:13 a.m.

Gruño molesto cuando los gritos de los demás pacientes no lo dejaron volver a dormir. Con un bufido se levantó de la cama y caminó hasta el baño, tomo un poco de agua de la llave y salió de la habitación.

Pasear por el pasillo del tercer piso era su actividad favorita cuando sus compañeros tenían noches tan agitadas como esta.

Algo en su interior lo hizo detenerse ante la puerta de la habitación de Jimin. El sabía que el rubio cerraba la puerta con pestillo cada noche, ya que temía que algún loco entrara y le hiciera algo.

Los terrores nocturnos no eran un juego.

Su lobo interior empezó a aullar de manera incontrolada, llamando al lobo de su nuevo amigo.

El pelinegro alzo una ceja extrañado, su lobo no solía ser muy presente a pesar del poco tiempo que llevaba con su cuerpo humano. Porque si, Félix era un demonio.

Un demonio que por largo tiempo fue el mejor amigo de Jungkook. Y porque le debía su existencia al chico de ojos negros, fue que se ofreció a desafiar a su creador y proteger a Jimin. Porque si el rubio era importante para su hermano, también lo era para el.

Con lo que Félix no contó, fue con que el chico rubio de verdad sufriera por la partida de Jungkook, mucho menos que el omega fuera tan simpatico y tan facil de querer.

Es por eso que no dudo en probar suerte y ver si la puerta estaba abierta.

Dio una sonrisa ladina cuando la puerta cedió y al abrirla vio la espalda del rubio. Jimin dormía con tranquilidad y gracias a la oscuridad de la habitación, no pudo ver su rostro.

No dudo en acercarse cuando noto que el rubio tenía todas las sábanas en el suelo y las acomodo encima de el otra vez, procurando que quedara bien cubierto y abrigado, listo para sobrevivir a las frías costas de Busan.

Estuvo a punto de retirarse cuando sus pies chocaron con algo en el suelo. Frunciendo el ceño se agacho y tomo el vaso en sus manos, notando que aun habian algunas de las pastillas que les daban para dormir y para combatir la depresión.

Sin saber como actúar ante semejante situación, a lo único que su cuerpo atino fue a quitar las sábanas y a dar vuelta el cuerpo del chico.

Si la piel de Jimin era tan blanca que parecía de porcelana, ahora su piel lucía aún mas blanca que la nieve, botaba espuma por la boca y su pecho ya no se movía. Jimin no respiraba.

-No, mierda- Dijo mientras temblaba- No, no, no, Jimin no hagas esto, no le hagas esto a Jungkook.- Soltó aterrorizado.

Félix no sabia que hacer, nunca había visto algo parecido. Su trabajo en el infierno se trataba de hacer cobrar las ventas de almas o de objetos, según la preferencia de los humanos.

Pero nunca antes había venido a la tierra para ver un suicidio.

*Vomitó, haz que Jimin vomite*

Dijo su lobo y el no se negó. No tenía fuerzas para hacerlo.

Obedeciendo, tomo al rubio en sus brazos y lo llevó hacia el baño, encendió el agua de la bañera y se metio con el cuerpo inconsciente de Jimin bajo la lluvia artificial.

Mando a la mierda el asco por la espuma en su boca y la abrió, introdujo sus dedos y el rubio aun estando inconsciente, logro vomitar.

Si Félix empezará a calcular, cuántas eran las horas que Jimin llevaba inconsciente, se tratarían aproximadamente de casi dos horas. Esperaba que no fuera tan tarde.

La Morte me protège | Kookmin| OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora