5 - ¿Sensación bonita?

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Tocaron la puerta y después entró Aurora, algo agitada.

—Pablo tengo que irme corriendo.

—¿Qué te pasa? —dijo Gavi con el ceño fruncido.

—Tengo que irme, tengo que irme... —antes de salir por la puerta retrocedió dos pasos y me miró—. Valen, por favor, puedes quedarte un rato con él. Por favor, por favor, tengo que ir pitando —me rogó y yo me encogí de hombros.

—Eh... claro no te preocupes.

—Gracias de verdad Valen, no sabes lo mucho que te quiero —y después salió corriendo dando un portazo en la puerta principal. Miré a Gavi algo confusa, pero él también lo estaba.

—A veces no la entiendo ni yo... —espetó y yo me encogí de hombros.

—¿No tienes frío? —le pregunté al verlo aún sin camiseta. La verdad es que verlo con el pecho al descubierto me llevaba poniendo mala las últimas dos horas que había pasado con él.

—No, la verdad es que estoy de maravilla —dijo sonriente—. ¿Qué pasa Valen? Tengo los ojos arriba eh.

Lo miré incrédula y después rodé los ojos para luego recoger las cosas un poco. Le envié un mensaje a mis amigas, para decirles que estaría para la cena que querían montar hoy.

—¿Tienes novio? —me preguntó de repente y levanté la mirada por encima de las gafas y él sonrió con cierta chulería y me señaló el collar del cuello.

—No, no tengo novio.

—¿Entonces...? ¿ese corazón a quién le pertenece? —dijo y yo cogí con las manos el corazón plateado y solté aire.

—A mi hermana, que por desgracia ya no está aquí.

—Lo siento —dijo con cierta pena.

—No pasa nada, pasó hace mucho —dije intentando olvidarme de aquella tormenta que viví ese día.

Del accidente de mi familia, de mis padres y mi hermana pequeña. Aún recuerdo como el policía me cogía la mano y dejaba el collar de Estrella, mi hermana, su favorito en mis manos. Ese día me arrebataron a mi familia, dejándome sola, sin nadie a quién tener, solo a mi prima que apenas sabía de ella. Bueno, accidente... aún no se sabe la verdadera causa, dicen que pudo ser un atentado, entre otras teorías.

Solo sabía que iba a hacer justicia por mi familia.

Solo había pasado un año y medio de ese incidente. Cuando estaba en segundo de bachillerato, cuando tenía que elegir mi universidad, mi carrera. Ese día me propuse a ayudar a las personas que necesitarán ayuda, de alguien con quien hablar, algo que yo no tuve en ese momento. Sin dudarlo opté por psicología, que a día de hoy no me arrepiento de nada de la decisión.

—¿No sería mejor que dejaras ya las muletas? Anoche cuando te vi, parecía verte fenomenal.

—Porque iba con mis amigos listilla, ahí me podía sostener con Mario y Fermín a mi lado.

—Lo que tú digas —dije rodando los ojos.

—Es verdad. Además, me han recomendado que mejor vaya en muletas hasta que sea la operación.

—¿Y cuando te operan?

—El 28 —dijo y yo asentí con la cabeza—. Oye, ¿Cómo se llama tu amiga?

—¿Cuál de todas?

—La rubita que tenías tú sujetada.

Lo que me faltaba. Que este se intente ligar a mis amigas.

ENTRE NOSOTROS | PABLO GAVI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora