Capítulo 1: Introducción (reescrito)

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¡Hola! Perdón por el lío pero los dos capítulos originales me habían quedado muy largos y sobrecargados de información y no me gustó mucho el resultado.
Además, reflejé sin querer lo estresada que estaba con la universidad y plasmé más dramatismo del necesario (al menos esa fue mi percepción, jajajaja), así que he decidido resubir una versión un poco diferente.

Cuando publique este capítulo ya tendré dos o tres más terminados y os aseguro que la trama ya está 100% planteada, y me hace mucha ilusión compartirla por aquí. Espero que os guste, me alegraría ver qué vais opinando :)❤️
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—Empiezo a pensar que te gusta la muñeca.

Los ojos azules de Satoru se expandieron de la sorpresa en cuanto escuchó aquella declaración tan repentina. Llevaba un buen rato solo en la sala de estar contigua al despacho de Masamichi Yaga, y eso era lo último que se esperaba oír por fuera de la música de sus auriculares.

Apenas levantó ligeramente la mandíbula del puño al ponerse tan rígido, pero la butaca desde la que llevaba varios cuartos de hora mirando por la ventana estaba de espaldas a Suguru así que, probablemente, él nunca se daría cuenta de que sus palabras lograron ponerlo nervioso por primera vez desde que lo conocía. Eso le hizo recuperar la compostura en seguida.

—Perdona, ¿estás hablando conmigo?

—No hay nadie más aquí, ¿no?

—Afortunadamente —Satoru soltó una risa—. Hoy te has levantado con ocurrencias más ridículas que de costumbre, ¿qué has desayunado?

Suguru puso los ojos en blanco. Qué mala suerte para Satoru que, de entre todas las personas, precisamente se diera cuenta de su disimulado flechazo con Yuuna el mejor amigo que los dos tenían en común.

—Tu actitud defensiva solo me confirma que te gusta.

Satoru se quitó uno de los auriculares del mp3 e hizo girar el cable alrededor de su largo dedo con desinterés.

—Si te gusta a ti no hace falta que tantees competencia conmigo, Yuuna no es mi tipo.

—¿Ah, no? —Satoru no supo interpretar si la sorpresa de Suguru estaba siendo sarcástica o no.

—Dios, no. Es fea, está obsesionada con la hechicería y ni siquiera tiene buen sentido del humor —ahora fue Satoru el que actuó sorprendido—. Ahora que lo pienso, ¿qué leches has visto tú en ella? ¿No tienes ojos en la cara?

—No seas estúpido, sabes de sobra que no la veo en ese sentido.

—Pues menos mal, porque tus gustos me habrían decepcionado.

Suguru se acercó a la ventana. Cuando rodeó la butaca para apoyarse en el alféizar Satoru refunfuñó algo, movió el brazo donde tenía apoyada la cara y se giró para recargarlo en el respaldo, volviendo a quedar parcialmente de espaldas a él.

—Pero qué nenaza eres. Admítelo y ya, si lo estoy viendo claramente.

—Pues hay un oculista muy bueno a dos cuadras de Shibuya, ¿te pido un taxi?

—Que no cuela, Satoru —Suguru observó el campo de Jujutsu High que se extendía más allá del edificio, donde, a lo lejos, Yuuna llevaba un buen rato entrenando con Shoko y Haibara—. No apartas ninguno de tus Seis Ojos de ella ni siquiera para hacer tus cosas, empiezas a comportarte como un stalker y das bastante mal rollo.

—Apenas la han ascendido a chamán de grado especial, sólo estoy supervisando su entrenamiento de hoy para ver cómo va.

—¿Y el de ayer?

Muñeca Voodoo | Satoru GojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora