Cuando Satoru y Suguru terminaron de preparar sus equipajes, se reunieron de nuevo en la habitación de Yuuna. Ninguno parecía tener intenciones de moverse así que acabaron pidiendo pizzas como para siete personas.
Ahora se encontraban a oscuras, tirados por el suelo entre restos de comida y cartón. Los dos chicos estaban terminando de ver la tercera película de Fast And Furious en el proyector de Yuuna, pero ella estaba un poco más apartada.
—Esta tiene pinta de ser la típica película con doce secuelas —se quejó Satoru tumbado en el suelo con los pies en lo alto de la cama; llevaba un buen rato viendo el proyector del revés—. Están estirando mucho el chicle, ya ni siquiera sale Toretto.
—Relájate, apenas acaban de sacar la tercera —rió Suguru cómodamente enredado en una de las mantas que habían tirado sobre el parqué—. Quizá sí salga en la cuarta.
—Si por la muñeca fuera podrían sacar veinte pelis más, que se las vería encantada.
Satoru se volvió hacia Yuuna al ver que no se defendía, y se dio cuenta de que no estaba prestando atención.
Su amiga estaba sentada con los muslos pegadas al pecho, con su mp3 conectado y los auriculares en los dos oídos. Llevaba un buen rato recorriendo la galería de su cámara en círculos, y solo se detenía en las fotos donde salía él.
Satoru hizo un puchero al verla tan distraída y le lanzó un cojín a la cabeza. Yuuna jadeó y le miró con molestia.
—¡Ten cuidado!
—¡Tú también, me acabas de partir el corazón con tu indiferencia!
Yuuna soltó un resoplido y volvió a centrarse en la cámara. Satoru hizo un puchero infantil. Llevaba toda la tarde evitando su mirada. Y cada vez que él acercó para preguntarle si estaba bien, se había alejado como si tuviera la peste.
¿Qué diablos le habían dicho los descerebrados de los Zenin? No lo sabía, pero tampoco se iba a quedar con las ganas.
Satoru aprovechó que Suguru estaba concentrado en la película para levantarse, se acercó a Yuuna y le tendió una banana. Ella miró la fruta y después miró a Satoru sin entender.
—Es una manzana —explicó él, sonriente, y en cuanto ella abrió la boca para replicar añadió—: Si ves una banana, estás enamorada de mí.
—Pues qué manzana tan bonita —comentó ella volviendo a la cámara.
Satoru rodó los ojos.
—Ciega.
Yuuna le quitó la banana y la lanzó por ahí.
Satoru reprimió una risotada y se sentó justo enfrente de ella, con sus largas piernas a cada costado de sus caderas. Yuuna escondió disimuladamente la cámara contra su pecho, pero no eran las fotos lo que Satoru quería ver.
Gojo entrelazó sus dedos con las ondas de su pelo y lo tiró hacia atrás, agarrando su cabeza con suavidad y dejando el moretón al descubierto. Su rostro se endureció en la semioscuridad mientras masajeaba el pómulo de Yuuna con su pulgar.
—Mándales a la puta mierda ya, Yuuna.
Su amiga soltó una carcajada silenciosa.
—Muy fácil de decir para ti, que eres intocable.
—Tú también lo eres.
—No lo soy, Sat... Gojo. Mira cómo tengo la cara.
—Lo eres, porque si vuelven a intentar hacerte algo, te juro que les voy a matar —Satoru esbozó una amplia sonrisa cuando Yuuna le miró con horror—. ¿No me crees capaz? Solo di "Blue", y lo haré.
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Muñeca Voodoo | Satoru Gojo
FanfictionYuuna Zenin nació con una técnica maldita singular: la de ser capaz de absorber cualquier tipo de energía maldita, encarnar o clonar su supuesta maldición y adquirir todas sus habilidades por tiempo indefinido. Su poder la puso en el punto de mira d...